domingo 15 de diciembre de 2024

Américo Gallego y un debut que cumple medio siglo

El ex mediocampista y entrenador argentino celebra 50 años de su bautismo en la Primera División del país con la camiseta de Newell’s de Rosario, el club de sus amores. Además, el Tolo adoptó otras camisetas como propias con el paso del tiempo y la obtención de títulos importantes, la de River y la Selección Argentina entre las más destacadas.
Destacada. Creditos. MinutoUno
Américo Gallego es un gran referente del fútbol argentino con su galardonada carrera como jugador y entrenador, la cual comenzó con los colores de Newell’s de Rosario hace 5 décadas atrás. Créditos: MinutoUno

El fútbol se caracterizó época tras época en que no se mantiene estático y siempre está en constante evolución ya sea a nivel tecnológico o disciplinario. De todos modos, el paso del tiempo nunca pudo modificar las sensaciones que los protagonistas sienten en cada anhelado momento que brinda el deporte con los debuts o consagraciones. En ese sentido, Américo Rubén Gallego está de fiesta al cumplirse 50 años de su debut en la Primera División de Argentina.

Un 15 de diciembre de 1974 se concretó el bautismo del Tolo en la máxima divisional del país con la indumentaria de Newell’s de Rosario, ciudad que lo apadrinó desde el principio. El oriundo de Morteros, en Córdoba, hizo sus primeras armas deportivas como mediocampista central durante una derrota de la Lepra como visitante de Talleres. No obstante, su transición en el ámbito fue una de las más enriquecedoras tanto como futbolista y técnico.

Un camino cuesta arriba

Hoy por hoy todo futbolista pretende que su iniciación en la disciplina sea de la mejor manera con un triunfo recordado o un gol inolvidable pero en el pasado no era tan así. Varias décadas atrás las cuestiones pasaban por lograrlo con la camiseta de aquella institución que lo representa por haber surgido de su cantera. El hecho de llegar no siempre bastaba porque debía mantenerse ese estatus pero hacerlo con los colores que te identificaban brindaba un plus.

Dentro de ese contexto, Gallego se mudó a la ciudad santafesina con solo 2 años junto a su madre y sus 4 hermanos, y desde chico debió cuidar de ellos. “Hice de todo en la vida. Hasta fui hielero, algo que no me gustó mucho porque me quemaba las manos”, confesó en más de una oportunidad. “Iba en carro, de casa en casa, llevando las barras”, agregó sobre el sacrificio que realizó por su familia. Sin embargo, el fútbol apareció en su vida y todo cambió.

En un comienzo se probó en Boca Juniors pero recibió diversos cuestionamientos por su físico al ser petiso y regordete. De todos modos, el joven corpulento largó los oficios y se fue a Newell’s, donde realizó todas las divisiones inferiores gracias a la confianza que le otorgaba Jorge Griffa. “A él le debo mucho, hasta me daba vitaminas”, sostuvo tiempo después sobre quien lo ayudó en el amanecer de su carrera.

 La gran oportunidad de dar el salto a la elite fue con 19 años en el último mes de 1974, año en que disputó solo 4 partidos con la camiseta leprosa. De cara a la 5° fecha de la Ronda Final del Torneo Nacional, el DT Juan Carlos Montes lo alineó de titular ante Talleres, quien venció 3-1 en la cancha de Belgrano. Ese puntapié inicial vestido de rojiblanco impulsó su carrera y el paso del tiempo le otorgó mayor relevancia en el equipo rosarino.

Solo dos camisetas

Desde que apareció en los campos del fútbol argentino como profesional, el Tolo solo ha vestido un par de casacas, la de Newell’s y la de River Plate. En cuanto al cuadro leproso, se desempeñó desde 1974 a 1981 y, aunque no pudo obtener título alguno, se consolidó como un ídolo de la institución. Gracias a Montes, quien luego haría debutar a Diego Maradona en Argentinos, logró escribir su historia deportiva en uno de los clubes más grandes del interior.

Creditos.TN
El Tolo solo vistió dos camisetas en toda su trayectoria dentro del campo pero con River demostró toda su jerarquía al punto de consagrarse campeón en su primer año en el club durante el Nacional de 1981. Créditos: TN

Menos de 6 meses tras su bautismo, llegó su primer gol en mayo de 1975 frente a Gimnasia de La Plata. Su palmarés no creció pero su importancia si ya que su buen momento en Rosario le sirvió para que de a poco sea considerado en la Selección Argentina. Asimismo, disputó un total de 265 encuentros con Newell’s, de los cuales solo 11 lo tuvieron como recambio. Incluso, convirtió 26 goles durante su estadía y consolidó favorables estadísticas para su posición.

Su siguiente, y última, aventura como futbolista lo llevó al barrio de Núñez para asentarse hasta su retiro en 1988. En sus primeros pasos con el Millonario costó ganarse a la hinchada pero con el correr de los partidos lo logró sin discusión. Además, pudo convertirse en ídolo y capitán de la institución para cosechar 5 campeonatos en los 7 años que estuvo allí. En ese período tuvo 13 entrenadores en River, donde el primero fue el histórico Alfredo Di Stefano.

Su primer título como futbolista vino con La Saeta Rubia al mando en el Nacional 1981 pero sus máximas coronaciones se dieron junto a Héctor Veira, quien estuvo entre 1984 y 1987. Junto al Bambino obtuvieron la liga argentina de 1985-1986 y la Copa Libertadores y Copa Intercontinental de 1986 con Gallego en la capitanía. Esa misma dupla fue parte del plantel que dio la vuelta olímpica en la Bombonera en 1986 en el famoso Superclásico de la pelota naranja.

Para mediados de 1987 hubo cambio de técnico con el arribo de Carlos Griguol y el club se alzó con la Copa Interamericana, última coronación del Tolo como jugador. A diferencia de su primer duelo contra Boca de visitante en el 1981 que estuvo en cancha cuando River ganó 3-2, el último de su carrera en 1988 lo vivió desde el banco. Al poco tiempo asumió César Luis Menotti como DT y ante la contratación de Sergio Batista, Gallego colgó los botines a los 33 años.

Una tendencia exitosa

Una vez que Gallego le abrió las puertas a otros horizontes, continuó dentro del ámbito deportivo pero como asistente técnico. Su primera experiencia en un banco de suplentes fue como ayudante de Daniel Passarella en River entre 1989 y 1994, tiempo en el que conquistaron en tres torneos locales. El buen presente del Millonario permitió al Kaiser hacerse cargo del seleccionado nacional, motivo que encaminó el debut como DT del Tolo.

La dirigencia del club de Núñez le ofreció el puesto, lo aceptó sin pensarlo dos veces y en su primer año se consagró campeón invicto del Torneo Apertura. Para 1995 se reencontró con Passarella para sumarse a la Albiceleste, donde obtuvieron los Juegos Panamericanos de ese año y una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Atenas 1996. En el 2000 concluyó la sociedad entre ambos y Gallego decidió inclinarse a la dirección técnica en solitario.

El inicio del nuevo milenio depositó al cordobés en su segundo ciclo con River, el cual duró hasta 2001 y pudo sumar su segundo campeonato con el Clausura 2000. Dos años más tarde recayó en Independiente para quedarse por 18 meses y alzarse con el Apertura 2002. Su posterior aventura lo reencontró con Newell’s a lo largo del 2004, temporada que decoró con título en el segundo certamen del año.

Tras su estadía en Rosario, el Tolo contempló su primera travesía en el exterior al tomar las riendas del Toluca de México en 2005. En el cuadro norteamericano conquistó el Apertura durante su primer semestre, la Copa Campeón de Campeones 2005-2006 y conservó el puesto hasta mediados de 2007. Sin irse del territorio mexicano, prosiguió su carrera en Tigres de manera inmediata entre el segundo semestre de 2007 y el primero de 2008.

Su etapa con los Auriazules comenzó la sequía del entrenador ya que desde ese club no pudo alzarse con ningún otro título. Su continuidad lo devolvió a la Argentina para un segundo ciclo en Independiente, donde estuvo un año y medio antes de su llegada a Colo Colo de Chile por una temporada. Con malas actuaciones como denominador común, Gallego sumó otras breves etapas en el Rojo, en Newell’s y la Selección de Panamá entre 2012 y 2020.

Un privilegio para pocos

Todo aquel que se adentre en el mundo del fútbol sueña con algún día llegar a su combinado nacional y representarlo con un gran nivel sin importar la época. En el caso de Gallego no existió la posibilidad como entrenador pero tuvo su gran oportunidad dentro del campo cuando era figura indiscutida de Newell’s. Su vínculo con la camiseta celeste y blanca se prolongó por 8 años, desde 1975 hasta 1982, período en el que disputó 73 encuentros y anotó 3 goles.

Pese a que su mayor despliegue en el seleccionado fue durante amistosos, con 57 cotejos y 2 goles, dijo presente en uno de los mejores momentos deportivos del país. El Tolo estuvo en las Copas América de 1975 y 1979 y los Mundiales de 1978 y 1982. Asimismo, fue parte del plantel que coronó a la Albiceleste campeona del mundo por primera vez hace 46 años atrás. De hecho, jugó los 7 compromisos en el certamen que tuvo a la Argentina como sede.

Creditos. Diario Popular
Su retiro en 1988 no lo alejó del ámbito del fútbol y pronto cambió de cargo para iniciar como ayudante técnico, antes de ser entrenador, de Daniel Passarella en River y luego en la Selección Argentina. Créditos: Diario Popular

Lo logrado con el seleccionado situó a Gallego en lo más alto de la historia con el correr de los años pero tiempo más tarde reveló importantes confesiones. En todo momento indicó que el partido que más recuerda de su período con Argentina fue la final ante Países Bajos y todo lo que sucedió en la previa. En tanto, también fue tajante sobre la eliminación en la edición de 1982. “Nos faltó hambre. Algunos jugadores, entre los que me incluyo, no tendríamos que haber jugado porque no estábamos bien”, señaló.

A su vez, el Tolo sostuvo que su mejor camaradería la tuvo con Mario Kempes y Daniel Killer, y que mantenía una fuerte picardía con Maradona y el mismo Passarella. El mal andar de la Selección en España se percibió con la expulsión de Gallego ante Italia, quien se consagró campeón, y de Maradona frente a Brasil, ambas derrotas de la Segunda Fase. El triunfo brasileño significó la eliminación argentina y la despedida del bicampeonato.

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