Durante noviembre se realiza el Mes de la Agroecología en todo el territorio nacional y este año es especial: se cumplen 10 años de la celebración que congrega a todo este sector productivo. El punto de partida fue en Benito Juárez, en plena región pampeana, con una recorrida por el establecimiento La Aurora, un faro agroecológico para la tarea que fomentan desde la Red de Municipios que fomentan la agroecología (Renama) y la Sociedad Argentina de Agroecología (SAAE). La celebración no ha parado de crecer en esta última década al ritmo de productores, instituciones, cooperativas y organizaciones que se sumaron a este cambio de paradigma. En la actualidad, la Renama reúne a 200 productores agroecológicos con 100 mil hectáreas en producción y estrechó alianzas con 30 municipios de todo el país.
El mes está dedicado a difundir y visibilizar la agroecología con el objetivo de compartir y promocionar las prácticas y actividades de este modelo productivo, que entiende la necesidad de producir alimentos sanos, a precios justos, con intercambio de saberes, respetando la biodiversidad de cultivos y el bienestar de los suelos.
Santiago Sarandón, presidente de la SAAE, pone el punto hace 35 años, cuando en la carrera de Agronomía no se incluía nada parecido a la mirada agroecológica. “Había una idea de la ecología y los procesos naturales, pero no existía la línea de pensamiento y acción en relación a un calendario biodinámico ni de pensar junto al productor, ni de tener en cuenta los ciclos de la tierra.”
Para él, frente a ese plan de estudios, que en su caso le tocó cursar en la Universidad Nacional de La Plata, comenzó el cambio del paradigma desde la academia: “Tuvimos que decidir cómo seguir. Tuvimos que frenar, mirar, reconstruirnos e ir hacia otro camino que, en aquel momento, era muy incipiente. Esto que después se convirtió en el camino de la agroecología. Empezó ahí, el gran desafío y también la claridad de saber que era posible”.
Más adelante, comenzó el proceso de darle continuidad a ese cúmulo de ideas y experiencias junto a la necesidad de continuar expandiendo la agroecología, aunque seguían siendo un rejunte de voluntades. En la actualidad, con una década de esta celebración que reúne experiencias académicas y a campo, Saradón dice verlo con “ojos de felicidad” y con sorpresa, porque excedió sus expectativas. “Me sorprende que se haya llegado a tanta comprensión y alcance de la agroecología”, destaca.
Un ejemplo claro es la adaptación en las currículas de la carrera de Agronomía; con materias dedicadas específicamente a este modelo productivo, con la incorporación de nuevas diplomaturas como la de “Transición Agroecológica” en la Facultad de Ciencias Agrarias de Rosario, entre tantas otras que se suman a la demanda creciente de alimentos sanos por parte de la sociedad. Con esa mirada, se anima a imaginar un diálogo que ocurriría en el futuro próximo: “¿De verdad ustedes aplicaban químicos venenosos? Sí. ¿Pero sabían que eran venenosos? Sí. ¿Y se comían luego estos alimentos? Sí. No lo entendemos”.
¿Cómo continuar el camino hacia ese futuro? Para Sarandón, el Mes de la Agroecología aporta algo muy necesario para la expansión e inspiración de más productores: “Muchos productores y productoras necesitan ver para poder convencerse. No sólo leer o conocer sobre un ensayo experimental. Necesitan ver a alguien, a otro productor o productora de su región que decidió hacer la transición y al que puede ir a visitar a su campo, hablar con él o ella. Eso tiene una fuerza enorme. Necesitamos más faros agroecológicos, pero también que estén sistematizados y eso no está siempre”.
“Todo empezó luego de varias visitas a La Aurora”, recordó Eduardo Cerdá, presidente de la Renama, el pasado 1 de noviembre durante el lanzamiento del Mes de la Agroecología, que se realizó a través del canal de Youtube de RENAMA, junto a la SAAE, la Red de Cátedras Libres de Soberanía Alimentaria (Red Calisas) y el acompañamiento de la Fundación Heinrich Böll. Cerdá se refería al campo de Juan Khier, productor emblema de la agroecología que falleció en junio pasado y a quien se homenajeó con el estreno del documental de Elías Sáez. En “La Aurora”, se cuenta la historia del establecimiento que ha sido seleccionado, en 2017, como una de las mejores 52 experiencias mundiales en agroecología por la FAO.
El titular de la Renama también recordó que aquellos comienzos estuvieron marcados por las visitas a los módulos agroecológicos del INTA y el acercamiento con un grupo de productores en Guaminí, en el sudoeste bonaerense. En aquella localidad, un grupo de productores ya advertían que existía agroecología en sus campos y se consultaban entre ellos para desarrollar ese modelo de producción, pero no contaban con mayor información u otros canales para disipar dudas, ampliar soluciones y crecer en la transición.
Aquellos fueron los comienzos del núcleo fundador de la Renama. Con el paso del tiempo, la agroecología fue tomando mayor dimensión, hasta que, en 2020, el gobierno de Alberto Fernández creó la Dirección Nacional de Agroecología, organismo diseñado para la promoción, visibilización y acompañamiento del modelo productivo. Durante los 4 años de gestión a cargo de Cerdá se lograron multiplicar los grupos agroecológicos de Cambio Rural —programa que la gestión de Javier Milei desarticuló al igual que otros programas del INTA como el ProHuerta—. La dirección también promovió el primer encuentro nacional de Sistemas Participativos de Garantías y la amplificación de la jornada anual de noviembre, con más de 200 actividades.
Haciendo un balance del paso por la gestión pública, Cerdá consideró que con la creación de la dirección nacional se logró un alcance más federal del que se había conseguido hasta el momento y se visibilizaron más experiencias, aunque lamentó: “No llegamos a terminar con los proyectos en camino”. Tras el cambio de gestión nacional, el ex director nacional aseguró que nunca fue convocado “por ninguna autoridad del Gobierno, pese a que, en la plataforma electoral, la agroecología era una línea de trabajo”.
“Es necesario continuar, con el acompañamiento de quienes estén presentes, tanto desde el Gobierno como por fuera. Mientras tanto, estamos felices de poder celebrar el décimo año del Mes de la Agroecología”, sostiene Cerdá. Desde el inicio de la gestión de Milei, no solo la dirección pasó por la motosierra sino también otros programas y el Instituto Nacional de Agricultura Familiar Campesino e Indígena (Inafci), que el año pasado fue parte de la celebración. A pesar de la situación actual adversa, la agenda del Mes de la Agroecología continúa en marcha y hasta el momento sumó 130 actividades.
Buenos Aires, cuna de la Renama y del primer Congreso Provincial de Agroecología
Una iniciativa novedosa que coincidió con esta edición del Mes de la Agroecología fue el lanzamiento del Primer Congreso Provincial de Agroecología, organizado por el gobierno de la provincia de Buenos Aires, el Municipio de Luján y la Universidad Nacional de Luján, que fue la sede de las jornadas que se realizaron el pasado 8 y 9 de noviembre, con la inscripción de más de 2000 participantes.
Sobre la convocatoria que contó con la organización e iniciativa del Ministerio de Desarrollo Agrario (MDA), Sarandón destacó la importancia de que el Estado “acompañe el crecimiento de la agroecología” y se mostró esperanzado sobre la toma de posición del gobierno bonaerense en relación a “invertir en financiamiento y en las herramientas que permitan a los productores intercambiar experiencias para transicionar de campos convencionales, dependientes de paquetes tecnológicos, a un modo de producir que no se vuelve dependiente de insumos externos”.
Desde su punto de vista, Cerdá consideró que el gobierno bonaerense “puede aportar con espacios de encuentro y visibilización”, que son necesarios e interesantes, pero que “la agroecología no debe atarse ni depender, sino continuar creciendo como siempre lo hizo, desde la necesidad y la elección de cambio de los productores”.
Antes de la apertura del Congreso, se presentaron 40 videos en la convocatoria audiovisual y 230 póster de trabajos científicos, relatos de experiencias y aportes en políticas públicas, y productivas. De estos casos, 90 fueron seleccionados para la presentación oral en mesas diversificadas en ejes entre los cuales se encontraban: políticas públicas, sistemas productivos, comercialización, agregado de valor, Sistemas participativos de Garantías (SPG), educación y agroecología, acceso a la tierra, hábitat y ambiente. Uno de los contrapuntos del congreso fue la invitación a la Asociación Argentina de Productores de Siembra Directa (Aapresid), entidad impulsora del modelo agroquímico.
En el marco del Congreso también se realizó el primer encuentro de la Red de Facilitadores, que integra el Programa de Agroecología del Ministerio de Desarrollo Agrario. La red ya cuenta con 729 participantes, que han realizado el curso en alguna de sus 8 ediciones entre 2020 y 2023. Estos cursos abordan tanto la parte técnica como práctica de la producción agroecológica, incluyendo módulos para diferentes ejes temáticos como comercialización, comunicación, producción extensiva, tecnología, entre otros. Es un espacio donde confluyen productores, comunicadores, investigadores y docentes; haciendo muchas veces de intermediarios entre las instituciones y los territorios.
Entre los talleres del Congreso de Agroecología, Nerella Garcia, nutricionista, docente y asociada de la Federación de Cooperativas de Trabajo Alta Red –que nuclea a comercializadoras de alimentos de la economía social y popular y distribuye 50 toneladas de alimentos por mes en la Ciudad y el Gran Buenos Aires– planteó que “todas las instancias de visibilización fortalecen el entramado asociativo, a pesar de momentos duros como estos en los que la estructura se resquebraja y desestabiliza todo”. Nerella apunta directamente a las decisiones políticas del gobierno de Javier Milei, como el despido de más de 900 técnicos y profesionales de la agricultura familiar y el cierre del Inafci. Pero confió en la potencialidad del cooperativismo, como lo demostró en otras crisis: “Podemos aportar mucho al sistema alimentario si hay un gobierno que sepa aprovechar el recurso que existe en estos espacios”.
Por su parte, Nadia Dubrovsky, asesora en la dirección de Agricultura Familiar del MDA presentó un trabajo en el eje de Políticas Públicas sobre el desarrollo del Registro de Agroecología de la Provincia de Buenos Aires, el cual cuenta con 688 inscripciones voluntarias de productores del sector, lo que representa 4.136.681 hectáreas de territorio agroecológico bonaerense.
En la misma sintonía, parte del equipo de la ex Dirección de Nacional de Agroecología elaboró una presentación con los datos recabados durante la gestión con el relevamiento a través de una encuesta a 111 municipios. En este trabajo de análisis sobre lo que faltó concretar como política pública durante la gestión del Frente de Todos, se subrayó la necesidad de formalizar herramientas desde los organismos estatales para brindar servicios específicos a los productores agroecológicos, consensuar políticas sectoriales, que excedan la difusión de experiencias.
Las experiencias como faros
Manuela Urtasún, es productora agroecológica y junto a Veronica Muñoz llevan adelante el emprendimiento “Ek- Ong- Kar”, de una hectárea y media, en Carlos Keen, Luján. Esta huerta, con almacén incluído, lleva el nombre de un mantra de la kundalini –la energía vital para el hinduismo– que significa “vos, yo, el sol, la luna, los planetas, los animales, los insectos, la Madre Tierra somos uno”. Para ellas celebrar la agroecología se da todos los meses del año. Manuela lo describe como “un estilo de vida”.
“Elijo la agroecología porque entiendo que es una inversión consciente y responsable para mí, como productora; para mí, como consumidora; como también para los consumidores y el medio ambiente. Siento que mi alma vino a experimentar esta vida en un paquete que es mi cuerpo y necesito que ese cuerpo esté en equilibrio para poder lograr todo lo que quiero en esta vida”, reflexiona.
Este establecimiento cuenta con el certificado agroecológico, entregado por el Sistema Participativo de Garantías de Luján, a través del Consejo Consultivo Asesor Municipal Agroecológico (CCAMA). La huerta de producción hortícola creció durante la pandemia de Covid-19, cuando los bolsones de verdura de estación eran entregados puerta a puerta. La huerta cuenta con corredores biológicos que permiten fortalecer la diversidad del ambiente; el almacén fortalece los lazos de la zona dando lugar en las góndolas a productores regionales y otros productores certificados del municipio.
La huerta también aloja unas 30 colmenas del Apiario Don Gregorio y son productoras de huevos con gallinas libres, tratadas con plantas medicinales del botiquín natural que elabora Manuela, las hierbas medicinales son cultivadas en la huerta respetando los ritmos de la luna y el calendario biodinámico.
Manuela y Verónica destacaron la importancia de la relación entre el cuerpo, la mente y el alma. “Entendemos que la verdadera revolución está en nuestra mesa. Si comemos con un alto nivel nutricional, nuestra alma, nuestro espíritu y nuestro cuerpo físico está en equilibrio”, consideran.
El Mes de la Agroecología pasa la frontera bonaerense y se extiende por todo el país. Jorge Aragón, es el productor que está detrás de la puerta de Janus; una chacra de ocho hectáreas de producción biodinámica y huerta agroecológica en Contralmirante Cordero, Río Negro, donde se producen alimentos frescos y elaborados que viajan de la tierra al plato. Este proyecto patagónico cuenta con un parador para viajeros y un espacio común, levantado con técnicas de bioconstrucción, donde se promueve el intercambio y hay un almacén de productos sustentables. Aragón fue uno de los primeros productores en adherirse a la Renama.
La chacra donde vive y trabaja Jorge, linda con el río Neuquén en la Ruta Nacional 151 y es un paso obligado para los viajeros que bajan hacia el sur y la cordillera o suben hacia el norte del país. Es por eso que en homenaje a la primavera y al trabajo de la tierra se sumaron a la difusión del décimo año del Mes de la Agroecología abriendo las tranqueras de su campo para ofrecer las visitas guiadas todos los sábados de noviembre, como “un primer acercamiento sensible para conectar con la tierra”.
Jorge se siente cómodo definiendo a Janus como un proyecto rural integrador, porque lejos de querer encasillarlo, le gusta apostar a que vaya tomando cada día una nueva denominación, abierta a la transformación. Como la agroecología nos supo enseñar: “Sin recetas, abierta a nuevas maneras, cada día, todos los días”, valora.