El fallecimiento de Jorge Navarro, trabajador del subte que desempeñaba sus tareas en el Taller Constitución, pone nuevamente sobre la mesa la crisis sanitaria vinculada al asbesto en el sistema de subterráneos de la Ciudad de Buenos Aires.
Navarro, víctima de un cáncer de pulmón causado por la exposición a este material, es el cuarto trabajador del subte fallecido desde que en 2018 se detectara la presencia del mineral cancerígeno en varias líneas del transporte subterráneo.
La situación es alarmante: 107 empleados ya han sido diagnosticados con enfermedades asociadas a esta sustancia, según denunció la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP).
Un enemigo invisible: el asbesto en el transporte público
El asbesto, prohibido en Argentina desde 2003, es un mineral compuesto por fibras que, al ser inhaladas, pueden causar fibrosis pulmonar, cáncer de pulmón y mesotelioma. A pesar de su prohibición, su uso persiste en infraestructuras antiguas y mal gestionadas, como ocurre en las flotas del subte porteño.
En este contexto, resulta insoslayable mencionar que durante la gestión de Mauricio Macri como jefe de gobierno porteño en 2011, se adquirieron vagones al Metro de Madrid que contenían este material prohibido. Las formaciones CAF 5000 se sumaron a una lista de equipos ya contaminados que incluye trenes Mitsubishi, Fiat y Siemens, entre otros.
Además, se detectó asbesto en túneles, escaleras mecánicas y centros de transformadores eléctricos, lo que convierte al subte en un peligro latente no solo para sus trabajadores, sino también para los usuarios.
Un reclamo histórico que no encuentra respuesta
Desde que se identificó la presencia de asbesto en 2018, los trabajadores han mantenido una lucha incesante por la desasbestización del subte. La AGTSyP no solo denuncia la falta de acciones concretas por parte de la empresa Emova y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, sino que advierte sobre las graves consecuencias para la salud pública.
“Necesitamos que los usuarios sepan que el asbesto instalado es un problema de salud pública. Nos declaramos en estado de alerta y movilización”, expresaron desde el sindicato. A pesar de algunas medidas parciales, como el cambio de sistemas de ventilación, estas se han implementado sin controles adecuados, agravando el problema al dispersar fibras de asbesto por los talleres y líneas.
La salud de trabajadores del subte y de usuarios, en peligro
Además de los cuatro fallecimientos confirmados, las denuncias recientes de infestación de sarna en la Línea B han reavivado las críticas sobre las condiciones de trabajo y salubridad en el subte. El deterioro de la infraestructura y la falta de un plan integral de limpieza y descontaminación agravan una situación ya de por sí crítica.
Según Claudio Dellecarbonara, referente de Metrodelegados, la exposición al asbesto no solo afecta a los trabajadores, sino también a los miles de usuarios que utilizan el servicio diariamente. La falta de información sobre los riesgos de la sustancia es otra deuda pendiente en términos de transparencia y responsabilidad.
El alcance de la contaminación pone a las escuelas en riesgo. La amenaza del asbesto no se limita al subte. En noviembre de 2023, la AGTSyP confirmó la presencia del mineral en la escuela Organización de Estados Americanos y el jardín El Tranvía, ambos ubicados en Caballito. Esta situación generó alarma en la comunidad educativa y expuso nuevamente la falta de controles y relevamientos adecuados.
Una solución urgente y multidimensional para el subte
La exposición al asbesto en el subte representa un problema multifacético que requiere soluciones urgentes y coordinadas. Entre las demandas más inmediatas de los trabajadores se encuentran:
1. Relevamiento integral: Identificar todas las áreas y equipos contaminados.
2. Desasbestización total: Sustitución de flotas y reparación de infraestructuras afectadas.
3. Asistencia médica: Monitoreo y tratamiento para trabajadores expuestos y usuarios potencialmente afectados.
4. Transparencia: Informar a la población sobre los riesgos asociados y las acciones en curso.
El fallecimiento de Jorge Navarro es un recordatorio doloroso de la negligencia acumulada y la falta de voluntad política para resolver una crisis que compromete vidas humanas. La eliminación del asbesto no solo es una deuda histórica con los trabajadores del subte, sino también un imperativo ético en términos de salud pública.
Mientras tanto, la lucha continúa. Trabajadores, sindicatos y usuarios exigen respuestas y acciones concretas. El tiempo apremia y, como quedó demostrado, la inacción puede tener consecuencias letales.