martes 5 de noviembre de 2024

Geopolítica del voto: la batalla electoral en el Cinturón del Óxido

El escenario electoral en Estados Unidos refleja un entramado de intereses y tensiones profundamente enraizadas en su estructura socioeconómica. ¿Qué pasará en el Cinturón del Óxido?
Cinturón del óxido

¿Qué es el «Cinturón del Óxido»?

Mientras las costas este y oeste muestran una clara inclinación demócrata y los estados interiores tienden hacia el Partido Republicano, la región centro-noreste, alrededor de los Grandes Lagos, conocida como el “Cinturón del Óxido”, se perfila como el epicentro de la disputa electoral en estas elecciones de 2024.

Esta zona, históricamente fundamental para el desarrollo industrial, ahora marcada por la desindustrialización y la precarización, se ha convertido en un campo de batalla político de gran relevancia para la clase trabajadora y las estructuras de poder en el país. Este análisis explora las fuerzas en conflicto, las contradicciones estructurales de fondo y el peso de la competencia electoral en esta región, con especial énfasis en Pensilvania, el estado en donde muchos analistas sostienen que se está librando una verdadera batalla decisiva para la orientación estratégica que determinará el futuro de la principal potencia mundial.

El “Cinturón del Óxido”: Del Sueño Industrial a la Desindustrialización

El “Cinturón del Óxido”, integrado, en términos amplios, por los estados de Nueva York, Pensilvania, Ohio, Indiana, Virginia Occidental, Kentucky, Michigan, Illinois, Wisconsin y Minnesota, alguna vez fue la columna vertebral de la industria estadounidense.

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Este territorio, otrora símbolo de prosperidad industrial, ha experimentado un prolongado proceso de decadencia, vinculado al fenómeno de la llamada “fábrica fugitiva”, la deslocalización productiva que el propio capital de origen angloamericano realizó hacia China y el sudeste asiático. Durante el siglo XX, la región fue un bastión industrial, sostenida por la producción manufacturera y un amplio sector de trabajadores organizados en sindicatos industriales, históricamente vinculados a las bases del Partido Demócrata. Sin embargo, desde finales del siglo pasado, el proceso de transnacionalización del capital llevó a miles de fábricas a otros países en busca de mano de obra más barata, dejando tras de sí altos índices de desempleo, pobreza y marginación.

Estos diez estados, que giran alrededor de los Grandes Lagos, se desindustrializaron, y el óxido ganó al que supo ser el “Cinturón Manufacturero” del país. Esta transformación no es meramente una cuestión de política económica. Más bien, refleja una contradicción estructural en el capitalismo estadounidense, que prioriza el beneficio corporativo por sobre la sostenibilidad social y económica.

Los altos niveles de precarización y el deterioro de la calidad de vida en esta región generaron una clase trabajadora empobrecida y un creciente descontento social. La desindustrialización, entonces, se convierte en un fenómeno que rebasa lo económico, impactando también en la identidad de la región y su influencia electoral.

Ambos partidos reconocen esta dinámica, y no es casualidad que sus candidatos a la vicepresidencia provengan de esta región. Tim Walz, el demócrata, es gobernador de Minnesota, mientras que el republicano James Vance se desempeña como senador por Ohio.

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Vance ganó notoriedad en 2016 con su libro “Elegía campesina: una memoria de una familia y una cultura en crisis”, el cual se mantuvo en la lista de los más vendidos de The New York Times durante dos años. Este diario lo catalogó como “uno de los seis mejores libros para comprender la victoria de Trump”, mientras que The Washington Post lo describió como la “voz del Rust Belt”. Aunque en el pasado Vance fue crítico de su compañero de fórmula, hoy se presenta como un líder que extiende el legado del trumpismo más allá de Trump y su familia. En 2019, Vance cofundó Narya Capital, respaldado financieramente por, entre otros, Peter Thiel, exsocio y amigo de Elon Musk, quien es uno de los mentores de la ideología política conocida como Neorreaccionaria o NRX, que goza de gran popularidad en Silicon Valley, el emblemático conglomerado tecnológico de la costa este de Estados Unidos.

Tim Walz, actual gobernador de Minnesota, cuenta con el respaldo de sus colegas demócratas de otros estados para su candidatura. Su discurso busca integrar al “ala izquierda” del Partido, que ha sido muy crítica con la gestión de la Casa Blanca en relación con el conflicto Israel-Palestina. Un dato biográfico interesante es que Walz vivió en China y habla chino mandarín, lo que ha llevado a algunos analistas a sugerir que su designación podría interpretarse como un guiño a Pekín, enviando un mensaje de que Washington está abierto a una “tregua” en la disputa global.

Pensilvania: La “Batalla decisiva” de la Elección 2024

En el corazón de la contienda electoral estadounidense, y dentro del llamado “Cinturón del Óxido”, Pensilvania emerge no sólo como un estado crucial para asegurar la victoria en el Colegio Electoral, sino también como un símbolo de las luchas y demandas histórica de la clase obrera que percibe el desgaste de un sueño llamado “American way of life”.

Esta elección presenta una batalla especialmente aguda entre ambos Partidos, que buscan captar a un electorado que se inclina cada vez más hacia el desencanto y la desconfianza en las instituciones tradicionales. Kamala Harris y Donald Trump representan opciones políticas que, en esencia, giran en torno a la promesa de “recuperación” para estos territorios, aunque con enfoques divergentes y, en muchos aspectos, contradictorios.

Mientras Harris promueve la idea de una “economía de oportunidades”, promoviendo el entramado pyme y la protección social del trabajo, Trump insiste en la idea -ahora consagrada como dogma por el libertarismo- de bajar y/o eliminar impuestos internos, al tiempo que se colocan aranceles externos -algo que el libertarismo criollo aborrece- para desatar las fuerzas productivas industriales de un país estancado.

Trump ha buscado apelar al resentimiento de esta región, presentándose como un defensor de la industria y el empleo local, aun cuando su gobierno pasado no logró revertir las tendencias estructurales de la desindustrialización. En respuesta a la insinuación de Harris de que Trump era un millonario desconectado de la realidad laboral, el candidato republicano fue a un McDonald’s en Pensilvania a repartir hamburguesas. Con esta acción, Trump buscó evidenciar la falta de registros sobre el tiempo que Kamala Harris trabajó en un local de esa cadena de comida rápida. Sin embargo, también se reveló que la prensa había filtrado que Trump había organizado toda una puesta en escena, y que tanto sus compañeros de trabajo como los clientes presentes eran actores contratados.

Sin embargo, es cierto, la retórica proteccionista de Trump resuena en un electorado afectado por la pérdida de empleos y el estancamiento salarial. Harris, por otro lado, tiene serias dificultades en explicar su idea de “economía de oportunidades”, una agenda de justicia económica que promueve la sostenibilidad y la inversión en industrias verdes. Sin embargo, la clase trabajadora de Pensilvania, que depende de las industrias tradicionales como el carbón y el acero, ya ha mostrado escepticismo hacia las políticas de transición energética sin un plan de respaldo laboral concreto.

Así, esta lucha se configura como algo más grande que una mera elección entre dos candidatos. Es una pugna entre proyectos estratégicos que chocan, en tiempos electorales, frente a las necesidades de una clase trabajadora que ha sido relegada por décadas.

Así, Pensilvania se convierte en un microcosmos de las contradicciones intercapitalistas y, también, entre el capital y el trabajo.

Las expectativas de cambio

La relevancia del “Cinturón del Óxido” y, en particular, de Pensilvania en el mapa electoral de Estados Unidos responde a dinámicas estructurales de la sociedad norteamericana, que se intensifican en momentos como el que vivimos.

En esta región, la batalla electoral entre Harris y Trump tiene un impacto directo en la vida de millones de trabajadores que esperan, desde hace años, políticas efectivas que reviertan su situación de precariedad.

Sin embargo, el sistema electoral y político estadounidense limita profundamente la capacidad de transformación, en tanto está cimentado sobre un modelo bipartidista que, en última instancia, responde a los intereses del gran capital y no a las demandas populares.

Desde un punto de vista crítico, la crisis estructural que afecta al “Cinturón del Óxido” forma parte de una contradicción que el capitalismo estadounidense no puede resolver sin afectar a la clase trabajadora. En este sentido, las y los ciudadanos de Pensilvania y del “Cinturón del Óxido” en general se encuentran atrapados en una geopolítica electoral que gira en torno a sus votos, pero que en realidad no ofrece soluciones de fondo a sus necesidades.

Cada partido en disputa ajusta su discurso según las circunstancias electorales, pero al final responde a un mismo sistema que perpetúa las desigualdades y la explotación de la llamada “gente del común”.

En las elecciones de 2016, que llevaron a Trump a la Casa Blanca, sólo tres estados del “Cinturón del Óxido” votaron por la candidata demócrata Hillary Clinton: Minnesota, Illinois y Nueva York. En 2020, las elecciones ganadas por la fórmula demócrata Biden-Harris, sólo cuatro estados de esa región se volcaron por Trump. Pensilvania, en 2016, quedó del lado republicano y, en 2020, del lado demócrata. Como si fuera premonitorio, quien gana allí, gana la elección nacional.

En este 2024, en el mundo de las encuestas, Nueva York e Illinois están en favor de Harris, mientras que Ohio, Indiana, Kentucky y Virginia Occidental lo están en beneficio de Trump. Por otro lado, Minnesota, Wisconsin, Michigan y Pensilvania están aún en disputa, con encuestas que afirman que la diferencia entre ambos contrincantes es de un 1% o menos en la intención de voto de los encuestados. Según la página RealClearPolitics, entre estos últimos cuatro estados hay en disputa 54 delegados al Colegio Electoral, exactamente la mitad de los 108 electores pertenecientes a los estados que todavía no tienen a ninguno de los contendientes con una diferencia clara en las encuestas.

Palabras finales

A pesar de la agresividad discursiva de ambos candidatos, es preciso señalar que ambos partidos representan institucionalmente a dos facciones de la clase dominante estadounidense, fracturados por dos proyectos estratégicos: el globalista y el neoconservador. En última instancia, ambos candidatos son portavoces de la unidad contradictoria del entramado de intereses del gran capital de origen angloamericano, con una democracia restrictiva que reproduce en la superestructura, casi que linealmente, el poder de las elites.

La batalla electoral, aunque fundamental para definir el curso de políticas de corto plazo, no promete ninguna transformación real para las comunidades afectadas por la desindustrialización, el desempleo y la falta de alternativas económicas sustentables.

El análisis de la elección de 2024, centrado en el “Cinturón del Óxido” y, específicamente, en Pensilvania, pone de relieve una paradoja esencial en el sistema político estadounidense: los estados decisivos en la contienda electoral suelen ser también los más golpeados por las políticas económicas y el abandono estructural. En esta región, las promesas de los partidos no alcanzan a resolver las demandas estructurales de la población. La batalla en el Cinturón del Óxido, especialmente en Pensilvania, es un reflejo de cómo las tensiones entre capital y trabajo siguen determinando el curso de las elecciones en un sistema que, en esencia, permanece al servicio de los intereses capitalistas, particularmente de una aristocracia financiera y tecnológica, fracturada a dos bandos.

Sin cambios profundos en las estructuras económicas y políticas, la ciudadanía del “Cinturón del Óxido” seguirá siendo, en el mejor de los casos, un instrumento electoral y, en el peor, una víctima de políticas que apenas maquillen una crisis estructural mucho más profunda. La promesa de una verdadera “recuperación” sigue siendo un horizonte lejano y esquivo mientras no se enfrente con decisión la construcción de una economía que se aleje de los intereses imperialistas para, de manera definitiva, atender las necesidades crecientes del Pueblo estadounidense.

Paula Giménez* Licenciada en Psicología y Magister en Seguridad y Defensa de la Nación y en Seguridad Internacional y Estudios Estratégicos. Es Directora de NODAL. Nota publicada en Pia Global.

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