En el corazón de Almagro, una de las propuestas teatrales más intrigantes y cautivadoras llegó para renovar los aires de esta temporada que de a poco llega a su fin. «Incógnito«, la aclamada obra del dramaturgo británico Nick Payne, ha desembarcado en suelo argentino el pasado mes de septiembre, después de conquistar al público en Londres, Nueva York, Los Ángeles, España y México.
Las funciones son los jueves a las 20.30 en el Teatro Beckett (Guardia Vieja 3556, CABA). Desde el momento en que se alza el telón, su trama sumerge al espectador en un caleidoscopio de historias entrelazadas que exploran los recovecos más profundos de la conciencia humana.
Payne, conocido por su habilidad para tejer narrativas complejas, nos presenta tres líneas argumentales aparentemente dispares: el robo del cerebro de Albert Einstein, la transformadora experiencia de un paciente epiléptico sometido a una cirugía revolucionaria, y el despertar emocional de una neuropsicóloga en medio de una crisis personal.
La estructura no lineal de la obra, con escenas que se repiten y se entrelazan como en un elaborado rompecabezas, refleja la naturaleza caprichosa de la memoria y la percepción. Es un desafío para el espectador, sí, pero uno que recompensa con creces a quienes se entregan a la experiencia.
No es un espectáculo para quienes buscan un entretenimiento ligero. Sin embargo, para aquellos dispuestos a sumergirse en sus profundidades, ofrece una experiencia teatral verdaderamente transformadora.
Sorprendentes actuaciones bajo una ágil dirección
Lo que podría haber sido un enredo confuso en manos menos hábiles, se convierte en un tapiz fascinante bajo la dirección magistral de Marcelo Moncarz. Con una puesta en escena ascética pero profundamente evocadora, Moncarz logra guiarnos por los vericuetos de la trama con una precisión quirúrgica. Su dirección no solo resalta la riqueza del texto de Payne, sino que también permite que los cuatro intérpretes brillen en sus múltiples roles.
Y vaya si brillan. Mateo Chiarino, Tom CL, Cecilia Cósero y Anna Fantoni ofrecen un verdadero tour de force actoral. Con una fluidez y versatilidad asombrosas, estos cuatro talentos dan vida a una veintena de personajes, cambiando de personalidad y emoción con la misma facilidad con la que uno cambia de canal.
Chiarino destaca especialmente en su interpretación del obsesivo Thomas Harvey, el patólogo que se apropia del cerebro de Einstein, mientras que Tom CL brilla con luz propia como Henry, el paciente epiléptico cuya ironía ante su propia condición resulta tan conmovedora como hilarante.
Cecilia Cósero impresiona con su interpretación de Martha Murphy, la neuropsicóloga cuya vida personal se desmorona mientras intenta desentrañar los misterios de la mente humana. Por su parte, Anna Fantoni cautiva con su dulzura como la esposa de Henry y seduce con su misterio en el papel de la amante lesbiana de Martha.
No puedo dejar de mencionar la contribución fundamental de Herlene Mattos, cuya música en vivo aporta una dimensión adicional a la obra. Sus notas de violonchelo no solo acompañan la acción, sino que se integran orgánicamente en la narrativa, subrayando los momentos de tensión y emoción con una sensibilidad exquisita.
La escenografía, diseñada por Adrián Carullo y el propio Moncarz, merece una mención especial. Su naturaleza dinámica y movible no solo facilita las transiciones entre escenas, sino que también se convierte en una metáfora visual de la fluidez de la memoria y la identidad.
«Incógnito», en resumen
«Incógnito» no es solo una obra de teatro; es una experiencia que permanece en la mente mucho después de que se apagan las luces del escenario. Es un triunfo del teatro argentino contemporáneo y una prueba irrefutable de que las grandes ideas y el entretenimiento de calidad no tienen por qué ser mutuamente excluyentes.
Es un recordatorio vibrante del poder del teatro para desafiarnos intelectual y emocionalmente, para hacernos cuestionar nuestras certezas y para iluminar los rincones más oscuros de la experiencia humana.