El 4 de septiembre se celebró el Dia de la Historieta Nacional, jornada en la que, por allá en el lejano 1957, salió a la venta el número 1 del Suplemento Semanal Hora Cero.
Se trató de una revista semanal de la Editorial Frontera, fundada por el emblemático guionista Héctor Germán Oesterheld junto con su hermano Jorge, que se extendió hasta 1959 para culminar en su número 116.
Se trata de una conmemoración que deviene de la Ley 26.652, sancionada en octubre de 2010 por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y que tiene por objetivo promover políticas destinadas a desarrollar la historieta como arte e industria cultural.
Aunque las primeras viñetas de humor satírico y los primeros globos de diálogo que se rastrean en Argentina datan de 1898 y corresponden a la Revista Caras y Caretas, fue Hora Cero la revista que sentó las bases del género en nuestro país. .
Hora Cero definitivamente marcó una época, la llamada Edad de Oro de la historieta nacional. De hecho, fue donde tuvo su primera aparición El Eternauta, del mismo Oesterheld y del dibujante Francisco Solano López, el más reconocide de les personajes del cómic e ícono de la cultura pop argentina.
A lo largo de las décadas, El Eternauta le ha dado proyección internacional a la historieta argentina, al punto de ser una serie traducida a varios idiomas, tener varias reediciones como lo es la de Planeta Comic y, próximamente por contar con una serie en Netflix, que se espera para principios de 2025.
¿Qué es lo que hace a El Eternauta un personaje tan icónico?
Sin dudas, los años 50, fueron los verdaderos años de la ciencia ficción en nuestro país y El Eternauta tuvo y tendrá todos los condimentos para estar en el podio de lo más destaco y relevante de la época.
De hecho, cualquiere aficionade a la ciencia ficción estadounidense clásica podrá hallar múltiples similitudes e inspiraciones en la historieta dibujada por Solano López y en el guion de Héctor Germán Oesterheld.
El Eternauta fue una serie icónica y lo tiene todo: un invasión alienígena, villanes Inter temporales, catástrofes naturales, algo así como un día del juicio final, la idea de un ser que permanece en el tiempo y parece saberlo todo.
Al respecto, quizás lo que más se destaque de El Eternauta, sea el hecho de que todos estos conceptos propios de la ciencia ficción puros y duros se mezclen con claros toques borgianos y con la idiosincrasia y la cultura argentina.
La historia comienza con el mismo Oesterheld, quien en una especie de ejercicio de es idea que se encuentra tan en boga como lo es la idea de ‘lo meta’, recibe la visita de Juan Salvo, un hombre que se materializa en su casa sin previo aviso.
Se trata de El Eternauta, quien además de narrar una serie de eventos inminentes, expresa sus impresiones y análisis de los sucesos que tuvieron y tendrán lugar.
Fue esta premisa inicial, sumado a una especie de sociedad postapocalíptica que desemboca en la anarquía y la violencia social, lo que ha hecho de la obra un relato constantemente reeditado y que no parece que vaya a tener caducidad.
De hecho, ha contado con varias continuaciones y reinterpretaciones, y ha dejado su impronta en la radio, la música, la televisión y el cine. A lo largo de las páginas del relato de El Eternauta, no se puede dejar de desconocer su claro tinte político.
Al respecto, con el tiempo se ha convertido en un símbolo de lucha y resistencia principalmente ante la última dictadura cívico militar argentina, en la que desaparecieron tanto el mismo Oesterheld como sus cuatro hijas.
Un poco sobre Héctor Germán Oesterheld
Oesterheld nació el 23 de julio de 1919. Aunque estudió la carrera de Geología en la UBA y formó parte del Centro de Estudiantes en la Facultad de Ciencias Exactas, en los años 40 lo dejó todo para comenzar a publicar cuentos para niñes y artículos sobre divulgación científica.
Puesto que su niñez fue atravesada por la literatura de aventuras de escritores como Verne, Dafoe, Melville o Crusoe, en la década del 50, se fue para el lado de la ciencia ficción y de las historietas.
En 1956, junto a su hermano Jorge, fundaron la Editorial Frontera, un proyecto enfocado en revistas de historietas. Fue, mediante la Revista Hora Cero, que la editorial se convirtió en una de los bastiones del noveno arte argentino y perfiló a El Eternauta como una obra referencial en todo el mundo.
Oesterheld fue un autor que tuvo un destacado y claro perfil. De hecho, se incorporó a la organización Montoneros, donde participó activamente desde la prensa y la difusión. Fue, desde la clandestinidad, cuando escribió sus últimas obras antes de su desaparición forzada en 1977. Entre ellas, se encuentra el guion de La Vida del Che Guevara y la segunda parte de El Eternauta.
Aunque probablemente, El Eternauta haya sido el trabajo más contundente y personal del guionista por sus simbolismos y alegorías sobre el capitalismo, el colonialismo y el imperialismo, Oesterheld publicó muchos otros relatos cortos de ciencia ficción y novelas en otras revistas de la época como Misterix y Frontera. Entre otres de sus personajes más memorables se encuentran: Ernie Pike, Sargento Kirk, Bull Rocket.
El legado de Oesterheld es inconmensurable. El impacto de su obra fue tal que sacó a la historieta nacional de su marginalidad para llevarla a un público mucho más amplio y volverse el verdadero ícono de la cultura pop argentina.
De hecho, entre las personajes también se encuentra Mort Cinder. Su importancia ha sido tal al nivel de la crítica especializada, que los primeros premios a la historieta nacional otorgadores por divulgadores, difusores, críquites y periodistas toman su nombre.
Una novela gráfica homenaje a El Eternauta y a Oesterheld
Para cerrar, con Nota al Pie, por el Dia de la historieta Nacional, te recomendamos El Manuscrito, una obra publicada por la editorial Historieteca en 2016. Se trata de una novela gráfica escrita por Marcelo Pulido y con ilustraciones de José Massaroli, homenaje a Héctor Germán Oesterheld y El Eternauta.
En la primera página de la novela gráfica, conocemos a un Oesterheld que recibe información del futuro de un viajero del tiempo. El hecho, desencadenará una serie de sucesos que harán que lo persigan y que tenga que esconderse.
Refugiado y teóricamente lejos de quienes lo acechan, Oesterheld se dispone poner en viñetas esos vestigios venideros de los que tiene conocimiento. No le será para nada fácil, porque habrá varias fuerzas que lo acechan y que buscan hacerlo desaparecer para evitar que se dé a conocer la verdad sobre el futuro inminente.
Con esta premisa, Pulido se encarga de visibilizar la habilidad de Oesterheld de leer la realidad para volcarla en la historieta como un medio de comunicación capaz de describir un clima (siniestro) de época.
Una trama que ronda entre hechos horrorosos pertenecientes a un pasado reciente absolutamente real, se entremezcla con lo que parece un policial negro cargado de ciencia ficción y momentos imposibles.
En este hilo argumentativo que migra entre la realidad y la ficción, Pulido consigue rescatar el mensaje crítico y humanista de Oesterheld en la historieta nacional para ejercitar la memoria y tratar de dar una explicación (si se puede decir, explicación) a la desaparición del guionista y escritor en 1977 y, por ende, de toda una generación.
A la genialidad de Pulido, se le suma el trabajo de Massaroli, el cual consigue reproducir una especie de estética panfletaria capaz de resonar de alguna manera en los diseños de los folletos políticos reales de la época.
El contraste entre el blanco y negro que se perpetúa a lo largo de las páginas, consigue construir momentos de tensión y poner énfasis en lo siniestro, lo oculto y el horror.