El CEO de la red de mensajería Telegram, Pavel Durov, fue arrestado este sábado en París apenas desembarcó de su vuelo proveniente de Azerbaiyán. Detenido de forma preventiva mientras se desarrolla una investigación preliminar en su contra, su situación generó una fuerte repercusión a nivel internacional, y Elon Musk, CEO de X, se pronunció en favor de su libertad. Nota al Pie repasa el acontecimiento de acuerdo a los debates sobre las derivaciones de las redes sociales.
Promoción de delitos en Telegram
El multimillonario ruso-francés de 39 años fue detenido por la Gendarmería de Transportes Aéreos. El operativo se apoyó en una orden de arresto francesa emitida por la Oficina de Menores (OFMIN) de la Dirección Nacional de Investigación Criminal, y el joven empresario podría ser puesto en libertad o presentado ante dicho magistrado por una eventual acusación. La investigación preliminar en su contra se justifica por delitos varios: fraude, tráfico de drogas, acoso cibernético, crimen organizado y promoción de terrorismo en Telegram.
La justicia francesa plantea que la falta de moderación en la red de mensajería y de cooperación de Durov con las autoridades, junto con las herramientas que la plataforma ofrece como números desechables y criptografía, lo convierten en cómplice del conjunto de delitos. Lanzada en 2013, Telegram se presenta en la actualidad como una alternativa masiva a WhatsApp y se destaca por la sincronización de datos a la nube de forma permanente. De este modo, agiliza la circulación ilimitada de fotos, videos y archivos de hasta 2GB cada uno.
No obstante, también se caracteriza por ofrecer la creación de bots (mensajes automáticos), la implementación de chats secretos que protegen la privacidad de los usuarios con un cifrado exclusivo entre emisor y receptor de amplio alcance. En efecto, la plataforma captó el interés de delincuentes y extremistas que encuentran en ella un instrumento atractivo comparado con otras. David Thiel, investigador del Internet Observatory de la Universidad de Stanford, le dijo a la agencia AP que Telegram resulta “menos segura y más laxa en cuanto a sus normas y su detección de contenidos ilegales”.
Las redes sociales, una arena geopolítica
Traducido para más de 20 idiomas, Telegram goza de ser una plataforma de alcance mundial, sobre todo en occidente. Por ende, el arresto de su ideólogo resulta ser un asunto internacional. En diversas ocasiones Durov rechazó públicamente la colaboración con autoridades para combatir la disensión política o el extremismo. “La humanidad necesita una plataforma neutral como Telegram que respeta la vida privada y la libertad de las personas”, expresó el joven empresario en una entrevista en febrero con el periodista estadounidense Tucker Carlson.
En 2006 Pavel Durov fundó Vkontakte, el Facebook ruso, que se expandió rápidamente en el país más extenso del planeta. Su notoriedad llamó la atención del Kremlin, y luego de intensas negociaciones con oligarcas rusos la vendió a socios políticos de Vladimir Putin; la experiencia se llamó mail.ru. El interés del gobierno estaba enfocado en la difusión en Telegram de movilizaciones políticas en su contra. Desde entonces, Durov lanzó Telegram, bloqueada por el Kremlin en 2018 por la resistencia del CEO de involucrarse en su esfera de influencia.
Con una retórica semejante a la de Durov, Elon Musk salió en su defensa. En un mensaje publicado en X, el CEO de esa red social instaló el hashtag #FreePavel, pidiendo la liberación del empresario nacido en Rusia. Además, compartió varios fragmentos de entrevistas suyas y de Durov en las que defienden la libertad de expresión y repudian las prácticas de monitoreo, emparentándolas con la censura. Sin embargo, la polémica vino de la mano de su crítica a Mark Zuckerberg, CEO de Meta. En alusión al conflicto de Zuckerberg con el Congreso que no escaló a un arresto, el dueño de X opinó “ya cedió a la presión de la censura”, agregando que da acceso a los gobiernos “por la puerta trasera a los datos de los usuarios”.
¿Regulación o monopolio?
La detención de Durov y las reacciones que generó volvieron a colocar en el centro de la escena el asunto de la regulación a este tipo de compañías. A propósito, Telegram cuestionó la decisión asegurando que acata las leyes europeas, por ejemplo la Ley de Servicios Digitales (DSA), y su filtración de contenidos se ajusta a los estándares de la industria. De acuerdo con la norma, las plataformas deben contar con un sistema para que tanto autoridades como usuarios les adviertan de la existencia de contenido ilegal, procediendo a una suspensión provisoria.
En diálogo con teleSUR, la doctora en comunicación y docente de la Universidad Nacional de La Plata, Verónica Sforzin, instó a mirar críticamente a las redes sociales. “Nos utilizan para monetizar con nuestros datos y son capaces de influenciar o manipular el comportamiento subjetivo para el consumo de determinadas mercancías o de determinadas ideas o propuestas ideológicas”, explicó Sforzin. Meta, por ejemplo, recibe fondos del aparato industrial-militar estadounidense para financiar proyectos. En ese sentido, insiste en abordar conflictos de esta escala a partir de la disputa geopolítica entre proyectos político-estratégicos.