Luego de una breve temporada en el Teatro Nacional Cervantes, “Matar a un elefante”, la última propuesta teatral de Franco Verdoia, se mudó al barrio de Almagro. Su trama se sumerge en la idiosincrasia cordobesa para explorar temas universales como la amistad, el éxito y las raíces.
Con un elenco genial en escena, la obra navega con habilidad entre la comedia y el drama. Las funciones son los sábados a las 19:30 en el Espacio Callejón (Humahuaca 3759, CABA). El dramaturgo y director Franco Verdoia, conocido por trabajos como «Late el corazón de un perro«, presenta esta vez una obra que se centra en la amistad.
Su trama cuenta la historia de un artista que regresa a su pueblo natal cordobés tras la venta de la casa de sus padres. Su regreso despierta sentimientos encontrados en los vecinos y en su círculo de amigos, quienes ven en él una posibilidad perdida.
El universo creativo de Verdoia tiene una impronta muy particular, marcada por la fusión del cine y el teatro. Sus historias pueden enmarcarse indistintamente en ambas disciplinas, y el hecho de ser oriundo del interior de Argentina también queda reflejado en sus relatos, sobre todo en esta última obra.
La puesta en escena se nutre de todos los temas y espacios que le interesan, historias del terruño, vínculos familiares y sociales que relacionan lo animal con lo humano, al igual que en producciones anteriores.
Un texto dinámico en manos de grandes comediantes
La dramaturgia de Verdoia traslada a la platea a un pueblo cordobés, donde cuatro amigos de la infancia se reencuentran tras el regreso de Amadeo, un artista visual que alcanzó la fama internacional.
Este reencuentro desencadena una serie de situaciones que ponen a prueba los lazos de amistad y cuestionan la identidad misma de los personajes, planteando preguntas sobre la posibilidad de escapar de los orígenes y la permanencia de las amistades en el tiempo.
Verdoia demuestra su destreza como director al lograr un delicado equilibrio entre el humor y la angustia existencial. Los personajes se mueven en un constante vaivén emocional, donde las risas y el dolor conviven en cada escena. El elenco logra capturar a la perfección esta dualidad, dotando a sus personajes de una humanidad palpable y compleja.
La acción de la obra se desarrolla en la casa de la familia, donde conviven el espacio de trabajo de la peluquería y el ámbito familiar, creando una atmósfera asfixiante. Sin embargo, este realismo se ve trastocado por la llegada del circo al pueblo, que funciona como una fuerza que determina y moldea a los personajes.
El elenco seleccionado por el director es muy atractivo, encabezado por Sebastián Suñé, quien interpreta a Amadeo, el artista que regresa. Junto a él, Gabriel Carasso, Berenice Gandullo, Julieta Lastra y Gerardo Serre, son toda una sorpresa, acompañan con talento, con certeras herramientas actorales, como modismos propios de la provincia de Córdoba.
Cada uno aporta lo mejor de sí, y el resultado final es explosivo. La dirección de actores es impecable, con cada intérprete encarnando a la perfección el arquetipo cordobés que le toca representar, sin caer en la caricatura.
Los aspectos técnicos, como la escenografía minimalista y la iluminación, también contribuyen a crear un universo rico en matices y subtextos.
En resumen
«Matar a un elefante» no es solo una comedia costumbrista. Es una obra que desafía al espectador, invitándolo a reírse de situaciones absurdas para luego confrontarlo con verdades incómodas.
La metáfora del elefante asesinado planea sobre toda la pieza como un recordatorio de la imposibilidad de borrar el pasado. En definitiva, su autor ha logrado crear un espectáculo que trasciende lo regional para hablar de temas universales.
Con momentos hilarantes y otros profundamente conmovedores, su obra es un viaje emocional que nos invita a reflexionar sobre nuestras propias raíces y las decisiones que nos han llevado a ser quienes somos. Esta obra confirma el talento de Verdoia como una de las voces más interesantes del teatro argentino contemporáneo.