Sin dudas, uno de los proyectos productivos más importantes en términos de desarrollo estratégico e inversiones de los últimos años es la planta de Gas Natural Licuado (GNL), proyecto impulsado por YPF y la petrolera malaya Petronas.
La iniciativa consiste en la construcción de una planta de licuefacción de gas proveniente del yacimiento Vaca Muerta. Este proceso genera que el gas sea fácilmente exportable, lo que promete una importante entrada de divisas extranjeras a la Argentina.
Aunque las condiciones estructurales indican que lo ideal sería construirla en la ciudad bonaerense de Bahía Blanca, el presidente Javier Milei propuso en su lugar la locación de Punta Colorada, en la provincia de Río Negro.
Las razones son puramente políticas: Milei busca disciplinar a Axel Kicillof, gobernador de Buenos Aires y uno de los principales referentes de la oposición, por negarse a adherir la provincia al Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI).
GNL en Bahía Blanca
En principio, la propuesta de construir la planta de GNL fue impulsada por el gobierno de Alberto Fernandez. Para otorgarle seguridad jurídica a la iniciativa, envió al Congreso un proyecto de ley que sólo obtuvo media sanción.
La idea original era que la planta estuviera ubicada en Bahía Blanca por cuestiones de infraestructura, para aprovechar el puerto de la ciudad y la cercanía con los nodos de distribución.
Sin embargo, el ambicioso proyecto (que requiere una histórica inversión de 50.000 millones de dólares) quedó suspendido por el cambio de gobierno y el posterior tratamiento del paquete de leyes fiscales, que incluía el RIGI.
El gobierno de Kicillof, por contradicción ideológica, decidió no adherir la provincia a dicho régimen y, en cambio, presentó su propio sistema tributario de fomento a las inversiones estratégicas.
El objetivo del gobernador es que las petroleras brindaran precisiones sobre los impactos del proyecto y que éste traiga claros beneficios para la provincia. Aunque un beneficio sobre la mesa es que las exportaciones de Buenos Aires representarían la mitad de las exportaciones del país.
La disputa de poder
El presidente, por su parte, tiene sus propios intereses respecto al proyecto y rechazó que la planta fuera instalada en territorio bonaerense, tachando de “comunista expropiador” a Kicillof.
A pesar de que esta decisión corresponde a YPF y Petronas, la intención de Milei es conferir el megaproyecto al gobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck, con quien está en deuda por el apoyo de sus legisladores a la Ley Bases.
Por supuesto, una inversión de ese caudal concedería un gran poder al mandatario rionegrino. Pero lo cierto es que la provincia patagónica no está preparada para la planta de GNL, porque no tiene puerto y la construcción de uno llevaría dos años y miles de millones de dólares adicionales de inversión
Para redoblar la apuesta, Weretilneck prometió a los inversores un puerto privado, sin sobrecostos ni administración de municipios, gremios o cámaras empresarias. Con esto, busca contrastar con Buenos Aires, cuyos puertos están gestionados por consorcios.
Mientras tanto, su par bonaerense trata de evitar cualquier enfrentamiento con Río Negro, confiando en que “tanto YPF como Petronas trabajarán con total profesionalismo evaluando la conveniencia de la localización del proyecto”.