Escrito por Gabriel De Simone, Team Principal MIAid de OCP TECH
Uno de los aspectos más negativos del desarrollo digital tiene que ver con la ludopatía, una problemática que se vuelve especialmente peligrosa cuando afecta a niños y jóvenes.
La irrupción de internet, la progresiva disminución en el costo de los dispositivos electrónicos y la falta de controles adecuados en sintonía con la tecnología actual se combinan para potenciar dos adicciones que, al principio, parecían ir por distintos carriles: la del juego y la del celular.
La posibilidad de realizar apuestas para prácticamente cualquier evento deportivo desde la comodidad de nuestro hogar hace que se pierdan las inhibiciones tradicionalmente asociadas con la acción de apostar. Esta soledad aumenta la vulnerabilidad de las personas afectadas por esta adicción y su capacidad de poder pedir o recibir ayuda.
En el caso de los adolescentes de hoy, el problema principal reside en que son nativos digitales. Se trata de una generación que aprendió a manejar dispositivos electrónicos conectados a internet al mismo tiempo que aprendía a caminar.
Esto hace que muchas de las soluciones tradicionales que se aplican para controlar la edad de ingreso sean fácilmente eludibles. Por esto es necesario aplicar soluciones íntimamente relacionadas con el concepto de identidad que, además, conserven el criterio de proteger los datos personales.
El secreto radica en encontrar el balance perfecto entre seguridad, simplicidad y privacidad para que los usuarios estén protegidos y las plataformas que ofrecen estos servicios no se vean perjudicadas por normativas complejas de adoptar o procesos que ahuyenten a sus clientes.
Frente a este problema, en el mercado hay soluciones disponibles que plantean el concepto de identidad digital única. Bajo este modelo, todas las cuentas y contraseñas de un usuario son reemplazadas por su identidad digital, potenciada por las últimas tecnologías de biometría y criptografía avanzada.
Al eliminar la necesidad de utilizar cuentas y contraseñas, reemplazando estas por identificadores digitales descentralizados, el usuario gana soberanía sobre su identidad; en otras palabras: construye una identidad auto soberana donde su propia identidad es la llave.
En ese sentido, la ventaja que ofrece es que evita que el usuario (en este caso un niño o adolescente) desdoble su propia identidad digital en distintos perfiles, adecuándolos a los requerimientos de cada caso.
En el caso de la plataforma MIA, por ejemplo, también permite implementar el modelo de Zero Knowledge Proof a la hora de validar la mayoría de edad. Esto garantiza que la persona que está utilizando una aplicación sea realmente un adulto, sin que tenga que exponer sus datos personales (un aspecto clave en esta nueva problemática).
Toda interacción en la que participa la plataforma se procesa a través de la identidad y se autentica por medio del rostro del usuario, su iris o la palma de la mano. La autenticación continua permite no sólo utilizar este modelo en la etapa del registro y acceso del usuario a la plataforma que desea usar, sino que se mantiene activa en todo momento en que la aplicación se esté utilizando.
Su diferencial es que sostiene la validación durante todo el tiempo que dure la operación en la plataforma, evitando no sólo que los menores de edad utilicen los dispositivos de un adulto para apostar, sino también la posibilidad de que sea el propio adulto quien valide su identidad en la aplicación de apuestas y luego ceda su uso a un menor.
Aunque su aplicación sobre la ludopatía infantil tiene un enorme potencial, al final del día herramientas como las mencionadas no dejan de ser sólo eso: herramientas. Ninguna solución tecnológica aplicada a una adicción puede reemplazar la importancia de los vínculos, la comprensión y el diálogo, que son los motores indispensables para superar estas problemáticas.