El foyer del primer piso del Teatro Argentino y Centro Provincial de Las Artes, en La Plata, se llenó de espectadores la tarde del jueves 18 de julio para escuchar a Leila Guerriero.
La escritora y periodista lleva a cabo la décima edición de su último libro “La llamada” que es un éxito en varios países del mundo. En esta ocasión fue entrevistada por el periodista Franco Torchia.
Como parte del ciclo Extraordinarias, el Instituto Cultural de las Artes propone el encuentro en tiempos donde las charlas y las reuniones están en retirada. Sin embargo, se pudo escuchar a Leila durante más de una hora a sala llena en un ambiente de calidez, risas y aplausos.
Al ser consultada por su recorrido en la escritura confesó que no fue fácil pero forjó un camino que la llevó a ser quien es hoy. “Yo creo que era una chica muy ensoñada y muy soñadora, que no es lo mismo. Y que creía que cuando fuera grande iba a escribir e iba viajar mucho”, dijo.
En la misma línea continúo: “Todo eso se tornó más tumultuoso después, en la adolescencia, cuando te enfrentas a la vida sabiendo que de alguna manera tenes que ganarte la vida”.
Tomar riesgos, imponer temas y vivir de la escritura
La escritora bonaerense contó que su imaginación la acompaña desde pequeña incentivada por su padre en esos primeros años. De su familia también aprendió a ser aventurera y viajar, ya que sus padres emprendieron muchos viajes, como por ejemplo, el recorrido por la Patagonia cuando ella era una niña.
Durante esos viajes, donde las rutas y caminos eran otros, sumado a que los vehículos en que iba la familia no eran adecuados, se formó la decisión de cómo vivir su vida. “Ahí aprendí la idea de tomar ciertos riesgos, a ser intrépida sin ser suicida”.
Siguiendo esta línea dijo que luego eso se trasladó a su escritura. Los textos de Guerriero tienen muchos recursos de la ficción ya que es una gran lectora, y su intención a la hora de escribir. “Se te van quedando cosas pegadas de la ficción que tienen que ver con el efecto pero no con el contenido”, dijo.
En el año 1993, se quedó sin trabajo cuando fue despedida de Página12 y durante esos años se dedicó a diferentes colaboraciones freelance para revistas como Playboy y Cosmopolitan. “Era una bestia de trabajo”, confesó dado que combinaba varias actividades al mismo tiempo, pero aún así no era suficiente la remuneración.
Es justamente durante esos años que Leila sabía bien a qué decir no: la llamaron del diario La Nación para hacer noticias de información general y lo rechazó. “Lo único que sé hacer es la revista, no cuenten conmigo para un diario porque no lo sé hacer”, sostuvo.
“Lo que intento decir es que hay que hacer una apuesta en algún momento y a mi me abrieron una puerta muy chiquitita, que estaba un poquito abierta. Y yo fui metiendo el cuerpo por ahí pero fue un trabajo forzado y forzoso”, reflexionó la escritora.
¿Por qué no escribió nunca sobre Javier Milei, Mauricio Macri o Marcos Galperín?
Ante la pregunta sobre si le ofrecieron escribir sobre el presidente Javier Milei, dijo que no pero sí escribió un diario de campaña sobre él. “Yo lo venía siguiendo desde que era panelista porque me preocupaba que esa imagen sea tan bien recibida, pero perfil no me han ofrecido”, dijo.
“A mi estas figuras me interesan mucho siempre. Alguien que está en un lugar con tantas miradas, más como Milei que es una persona muy particular. Por lo que se sabe públicamente tiene muchas complejidades de esas que a mi me gustan, su infancia y su relación con sus padres”, continuó.
Siguiendo esta línea aclaró: “Pero ahí se plantea el problema de toda la vida que es el acceso. Para mi sería prácticamente imposible hacer lo que yo hago con la gente: verlo muchas veces, entrevistar a su entorno”, reflexionó y agregó: “lograr comprender, sin justificar, que es el pasado que ha producido este presente”.
“Si tuviera el acceso y pudiera hacerlo me interesa Milei, me interesa Massa (Sergio), me interesa Macri (Mauricio); me interesa el señor de Mercado Libre, Marcos Galperín, es un tipo que me interesa mucho”, confesó.
Al mismo tiempo señaló: “En la antropología está cosa de que ir hacia arriba siempre es mucho más difícil que ir hacia abajo. Es complicado. Pero el problema de esa complicación que tenemos los periodistas es que finalmente ese relato de los de arriba termina siendo siempre hecho por periodistas funcionales a los de arriba”.
Para concluir reflexionó: “No se nos permite el acceso a los que no vamos a ser funcionales a los de arriba y vamos a bancar con el lomo lo que venga después de hacer un retrato de esa gente, pero es que no se dejan”.