La flamante Confederación de Estados del Sahel ratificó el pasado 6 de julio su primera cumbre en la localidad nigerina de Niamey. A propósito, el 11 de julio lanzaron una Declaración Conjunta rechazando los planteos de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), que se resiste al desarrollo del bloque conformado por Burkina Faso, Mali y Níger. Nota al Pie analiza los últimos acontecimientos de un proceso político cuyo denominador común consiste en eliminar los residuos coloniales de la África francófona y fortalecer el panafricanismo.
Búsqueda de nuevas asociaciones
Luego de haber anunciado en febrero la decisión de crear la Confederación de Estados del Sahel, los tres países miembros la lanzaron de forma definitiva en su primera cumbre. La AES, que funcionó como un acuerdo de defensa mutua articulado por los militares golpistas, abre paso a una nueva estructura política que se propone desarrollar una agenda de política exterior común y la confección de una nueva moneda que reemplace al franco CFA.
En primer lugar, la Confederación reafirmó el rumbo en materia de seguridad interior que supone la lucha contra el yihadismo del Estado Islámico y Al Qaeda, con el objetivo de restablecer la paz social y recuperar el control territorial. El repliegue de las células terroristas yihadistas es tal que en Burkina Faso han logrado reabrir más de 1100 escuelas rurales luego de liberar diversas zonas. El acuerdo de defensa mutua ha dotado de mayor volumen para el combate contra una fuerza común, y la colaboración del Grupo Wagner, organización militar rusa, ha sido sustancial.
No obstante, la Confederación planteó que sus equipos económicos están trabajando en el desarrollo de un nuevo instrumento monetario soberano. En este sentido, los niveles de articulación y asesoramiento con los miembros del Nuevo Banco de Desarrollo del BRICS serán fundamentales. Asimismo, la búsqueda de nuevas inversiones productivas tras el desacople francés, más allá de capitales estadounidenses y canadienses, se presenta como un desafío.
Crisis sistémica: viento de cola
La crisis de múltiples dimensiones que sufre el sistema mundial se expresa en la superficie a partir de diversos enfrentamientos militares que han demostrado la fragilidad de las instituciones y los acuerdos estructurales fundados a la salida de la Segunda Guerra Mundial y fortalecidos con el Consenso de Washington. La contradicción principal a nivel geopolítico entre el esquema unipolar y el multipolar genera una ventana de oportunidades para aquellos actores de segundo, tercer y cuarto orden decididos a construir grados de autonomía.
En ese marzo, África se ha revalorizado como una pieza geopolítica clave. La región del Sahel, históricamente francófona, se ha favorecido del debilitamiento francés en su frente exterior producto de la concentración sobre la cuestión Ucrania y la disputa política interna. Haber retomado el control en la explotación de sus propios recursos naturales estratégicos, como el uranio, el petróleo, y el oro, le dio a la tríada del Sahel el margen para emprender nuevas obras civiles. En el plano comercial, la apertura ha sido tal que países como Turquía han comenzado a comprarle estos recursos a Níger a cambio de material militar para combatir al yihadismo.
El unipolarismo, desinteresado en sostener su estructura colonial en el Sahel africano, resiste el despliegue del bloque panafricanista dado que uno de los vectores de su expansionismo es la articulación con el esquema multipolar. La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), brazo armado de la anglosfera, proyecta la mudanza de la confrontación hacia el Mar de la China Meridional. Empantanada en Europa del Este, y en franco retiro en Oriente Medio, se repliega en el Sahel.
Panafricanismo o complemento de la anglosfera
A medida que la Confederación de Estados del Sahel se consolida como un actor dinámico a nivel regional, la disputa geopolítica en el continente africano se profundiza. En efecto, la CEDEAO resiste su desarrollo desde el inicio, cuando propuso una intervención en Níger tras el golpe de Estado en agosto de 2023 y desconoció la formación de la AES. En la cumbre en Niamey, Abdourahamane Tiani, jefe del régimen militar, declaró que la población de su país y de sus dos vecinos había “dado la espalda irrevocablemente a la CEDEAO”.
La Comunidad Económica de Estados de África Occidental, que expulsó a los tres países a medida que sucedieron los golpes de Estado, mantiene un fluido diálogo político con París pero también con el universo anglosajón en general. De hecho, el pasado 7 de agosto, apenas un día después de la cumbre en Niamey, un comisionado de la Unión Africana repudió el desarrollo de la Confederación en el marco de una Conferencia de la CEDEAO celebrada en Abuja, Nigeria.
Al cuestionar la influencia francesa, la tríada del Sahel ha capturado la imaginación política de millones de africanos que viven en ex colonias, incluso las más prósperas que se ubican sobre la costa subsahariana del Océano Atlántico. Tal es el caso de Senegal, que desde la victoria electoral de Bassirou Diomaye Faye como presidente se ha sumado a la iniciativa de reemplazar la zona del franco CFA. Situación semejante sucede con Chad; sumergida en una situación política inestable ha deslizado la intención de integrar la flamante Confederación. Con un telón mundial de fondo de profunda disputa, la consigna “Francia debe irse” comienza a ganar adeptos en el continente africano.