En Estados Unidos, tras el terremoto politico que significó el fallido intento de asesinato a Donald Trump, la carrera por ganar las elecciones presidenciales de noviembre y ocupar la Casa Blanca no se detiene. No es para menos: en el marco de un orden global en transición y también en el de una profunda crisis socio-política interna generada por el enfrentamiento entre dos fracciones del capital financiero, la potencia norteamericana transita una de las elecciones más importantes de su historia y su vertiginoso desarrollo es seguido con especial atención por el Occidente angloamericano y el Sur Global. Lo que está en juego es proporcional a la magnitud de los hechos que allí transcurren.
En ese sentido, más allá de lo convulsionado que se encuentra el clima político, dos tendencias parecen acentuarse en tierras estadounidenses. Por un lado, el fortalecimiento de Donald Trump como candidato y sus altas probabilidades de conseguir volver a ser elegido como presidente de EEUU, algo que hasta los mismos miembros del Partido Demócrata reconocen a esta altura. Por otro, en el terreno contrario, la negativa de Joe Biden a retirar su candidatura a pesar de las presiones de legisladores de su propio partido, poderosos donantes de campaña e incluso grandes medios de comunicación. Reeditar la batalla del 2020, a fin de cuentas, es lo que le conviene a ambos.
Trump proclamado oficialmente candidato a presidente
Mientras continúa la investigación por el intento de magnicidio, aún con muchas incógnitas por resolver e incluso con la inteligencia de EEUU no descartando que en las próximas semanas se produzcan hechos similares, el magnate se muestra activo tanto en sus redes sociales como en actos de campaña. El lunes, Trump reapareció públicamente en la ciudad de Milwaukee, durante la Convención Nacional del Partido Republicano, para ser proclamado oficialmente candidato a presidente. Lógicamente, en la misma jornada, el ex mandatario dio a conocer a su compañero de fórmula: el senador republicano James David Vance, del estado de Ohio.
Vance, que hasta hace algunos años era un enemigo declarado del ex presidente dentro del partido, fue una pieza clave del trumpismo en el Senado durante los últimos años e impuso su candidatura por sobre nombres tales como Tim Scott, Greg Abbott, Nikki Haley o Doug Burgum. El legislador republicano es conocido por ser partidario de poner un fin al conflicto en Ucrania a través de su neutralidad y por rechazar tanto la financiación a Kiev como la confiscación de los activos rusos. Del mismo modo, puja por concentrar los esfuerzos de Washington en contener a Pekín, al que considera como la verdadera amenaza al poderío de Estados Unidos.
En la convención republicana, asimismo, fue aprobado el programa que Trump piensa llevar adelante en caso de obtener la victoria en noviembre. En materia de política exterior el documento señala como uno de sus puntos «prevenir la Tercera Guerra Mundial» y «restaurar la paz en Europa y Oriente Medio». En la misma línea, el texto promete asegurar la independencia estratégica respecto a China y promete profundizar la disputa comercial con el gigante asiático a través de medidas económicas. Entre otras cosas, además de un fuerte contenido anti-inmigracion, también se establece la necesidad de «detener la subcontratación y convertir a EEUU en una superpotencia manufacturera».
De esta manera, Trump no solo cuenta con la candidatura oficial, un vicepresidente elegido, un programa político aprobado y una narrativa mesiánica bien construida, sino también con el respaldo de casi todo el arco del Partido Republicano. El reciente intento de asesinato elevó los niveles de unidad partidaria, género mensajes de apoyo de ex rivales, fortaleció la cohesión política de los neo-conservadores y movilizó a la base social del trumpismo.
Biden se niega a renunciar a la candidatura de un Partido Demócrata dividido
En el bando demócrata, por el contrario, todo parece ser un problema. Las presiones para que Joe Biden renuncie a su candidatura por los frecuentes hechos de desorientación en público son cada vez más importantes, generando una creciente e intensa división partidaria. El establishment del partido y, por supuesto, los intereses ligados al capital financiero globalizado ven con genuina preocupación los sondeos que indican una ventaja de Trump en estados clave como Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Carolina del Norte, Pensilvania o Wisconsin. El pedido de «abdicación» en favor de una candidatura como la de Michelle Obama ha sido uno de los elementos constitutivos de la campaña emprendida contra Biden y que ha contado, además de importantes dirigentes demócratas, con el apoyo de las corporaciones mediáticas ligadas al atlantismo.
Sin embargo, a pesar de la arremetida, Biden insiste con su candidatura y asegura que no va a renunciar. Por estas horas, de hecho, la estrategia del actual presidente de los EEUU pasa por una nominación anticipada. Según indicó Reuters y denunciaron un grupo de legisladores demócratas, desde el Poder Ejecutivo norteamericano buscan acelerar la oficialización de Biden como candidato del partido en una votación virtual a finales de julio, cuando habitualmente el evento se desarrolla a mediados de agosto. La disputa política pasa por quienes consideran que un reemplazo en este contexto es más dañino que mantener a un debilitado Biden como candidato.
Lo cierto es que, además de la incuestionable fragmentación interna que produce la definición de la candidatura a la presidencia, los demócratas tendrán que lidiar con otro importante problema de cara a noviembre: la necesidad de cambiar la estrategia narrativa sobre Trump luego del intento de asesinato, algo sobre lo que la campaña Biden tomó nota según Bloomberg. Hasta el momento, el relato del gobierno estadounidense había pasado por marcar al candidato republicano como un peligro para la democracia y, según expresan diversos analistas, el fallido magnicidio obligó a cambiar la estrategia discursiva.
Esto se vio el martes, cuando el octogenario presidente de EEUU apareció públicamente e indicó que «es tiempo para una conversación importante» y que «la política se ha vuelto demasiado acalorada». Biden, además de condenar el intento de asesinato a Trump, crítico la violencia armada en el país y precisó su impacto sobre la sociedad y en especial sobre los más jóvenes. Según una encuesta de Reuters e Ipsos, cuatro de cada cinco ciudadanos del país norteamericano cree que «el país se está saliendo de control» y un 84% de los encuestados dijeron «estar preocupados por si los extremistas perpetran más actos de violencia después de los comicios». Un clima de época que la administración Biden busca aprovechar para relanzar su campaña.