Desde el miércoles hasta el jueves se desarrolló en Astaná, la capital Kazajistán, la 24º reunión del Consejo de Jefes de Estado de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS). La integridad social, religiosa y política vertebró el encuentro de un espacio de relevancia en la escena internacional en el que China y Rusia ratificaron la mancomunión en un contexto de crisis sistémica. Nota al Pie analiza una nueva cumbre de la OCS a la luz del caos en Oriente Medio, la guerra en Ucrania, y las elecciones presidenciales en Estados Unidos.
Prosperidad común
La OCS, creada en 2001 con el propósito de desarrollar la seguridad regional, luchar con el terrorismo, el separatismo étcnico y el extremismo religioso, está integrada por China, India, Irán, Kazajistán, Kirguistán, Pakistán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán. Con 23 años de trayectoria desde el inicio del siglo XXI, y habiendo incorporado a la república islámica iraní en la última cumbre en 2023, la organización representa, en conjunto, a cerca de la mitad de la población mundial.
De la 24º reunión participaron Jefes de Estados observadores, socios de diálogo, y también responsables de organizaciones internacionales. En esta especial ocasión contó con la presencia del presidente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, dado que en 2023 se había acordado definir su ingreso, escenario que finalmente prosperó en Astaná. No obstante, la escena fue copada, en primer orden, por el mandatario chino, Xi Jinping, y en segundo lugar, por su homólogo ruso, Vladimir Putin.
Xi sostiene su búsqueda de aumentar los esfuerzos diplomáticos en la región de Asia Central, y en esta oportunidad convocó a “crear nuevas oportunidades” en “tiempos de crisis”, apoyando el derecho internacional que defiende la ONU. En tanto, Putin declaró que “el mundo multipolar ya es una realidad”, y que ante tantos “cambios rápidos e irreversibles”, la iniciativa de la OCS es fundamental. En ambos casos, la búsqueda de la prosperidad común en un contexto de retos de injerencia y división se impone como un deber ineludible.
Por otro lado, la anfitriona Kazajistán le otorgó un rol central a la presencia china. El presidente Kasym-Yomart Tokayev destacó que las relaciones con Beijing viven un “período dorado de desarrollo”. El intercambio comercial entre ambos países se ha multiplicado por cien, y tanto Xi como Tokayev reforzaron la determinación de desarrollar una cooperación multifacética a partir del apoyo mutuo. Nuevamente, el destino común y la estabilidad se presentan como un horizonte tanto para la potencia económica como para los países del espacio post-soviético.
Una solución política para Ucrania
Además de la conferencia conjunta, la 24º cumbre de la OCS tuvo una dinámica de reuniones bilaterales entre distintos líderes políticos. Así como China le otorgó un lugar privilegiado a Kazajistán, y Rusia hizo lo mismo con Turquía, socio de diálogo del espacio, fue el encuentro entre Putin y Xi Jinping el que concentró la atención mediática. Se trató de la segunda reunión entre ambos en menos de dos meses, y ambos tienen previsto reeditarla en octubre próximo durante la cumbre del BRICS en la ciudad rusa de Kazán.
“Es uno de los principales factores estabilizadores en la arena internacional”, definió el presidente ruso al vínculo Moscú-Beijing. Putin y Xi coincidieron en que las relaciones “están en el mejor momento de su historia” y que tanto la OCS como el BRICS fortalecen el nuevo orden mundial multipolar. En el afán de despejar hipótesis sobre la formación de un bloque con pretensiones injerencistas, el jefe del Kremlin aseguró que la cooperación bilateral no está inspirada ni “dirigida contra nadie”.
Asimismo, Xi y Putin hicieron hincapié en que “una solución política a la ‘crisis’ en Ucrania es la dirección correcta”, al igual que “hallar una salida para la situación en Palestina”. Alegando la responsabilidad de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en el devenir del conflicto, Putin recalcó que la posición rusa siempre fue a favor de la paz. Sin embargo, aclaró que nunca fue convocada a ser parte de una solución integral ni se contemplaron sus condiciones; entre ellas: el retiro de las tropas en la región del Donbáss, el declinamiento de la membresía ucraniana a la OTAN, y el fin de las sanciones occidentales.
¿Hacía un nuevo orden multipolar?
La expansión y la dinámica de la OCS ponen de relieve la iniciativa del esquema multipolar en este escenario de transición geopolítica. Contrarrestar la influencia del Unipolarismo Financiero ha unido a estos conjunto de actores en una estrategia defensiva que les ha permitido desarrollar una autonomía relativa. Si bien no solo analistas, sino también los más importantes funcionarios y líderes políticos coinciden en que el sistema diseñado en la segunda mitad del siglo XX está agotado, las perspectivas son variadas. En líneas generales, se pueden clasificar en tres las tesis.
En primer lugar, el retorno a una bipolaridad como la que se experimentó durante la Guerra Fría pero en este caso entre China y Estados Unidos, teoría que se apoya en la disputa comercial entre ambos. En segundo lugar, una nueva unipolaridad en que China reemplace el lugar que Estados Unidos consolidó tras la caída de la Unión Soviética. En tercer lugar, la formación de un nuevo orden mundial multipolar en la que diferentes actores se disputan el poder a sabiendas de que no están generadas las condiciones para que alguno en particular se alce como hegemónico.