Malasia presentó su solicitud formal de ingreso al BRICS+. De este modo, se convierte en el tercer país de su región, tras Indonesia y Tailandia, en pedir la membresía al bloque económico. Nota al Pie analiza la propuesta malaya a la luz del ciclo expansivo del BRICS+, el papel de la ASEAN, y la mudanza de la confrontación internacional al Asia-Pacífico.
La ASEAN mira al BRICS+
El primer ministro malayo, Anwar Ibrahim, confirmó que su país solo está a la espera del Gobierno sudafricano para concretar su membresía. “Hemos tomado la decisión correcta. Pronto iniciaremos el proceso oficial”, subrayó el máximo funcionario en una entrevista concedida al medio de noticias chino, Guancha.cn. Según su punto de vista, una eventual adhesión representa una importante estrategia y añadió que el BRICS+ es “el principal mercado emergente del mundo y en donde cualquier país del Sur Global se sentiría orgulloso de estar”.
Por otro lado, Ibrahim subrayó que el estrecho de Malaca representa una importante ruta de transporte a nivel mundial. Por el corredor marítimo, ubicado entre la costa occidental de la península malaya y la isla indonesa de Sumatra, viajan en promedio 150 barcos a diario para abastecer de petróleo a dos de los principales consumidores del planeta: China y Japón. El Gobierno malayo lo considera estratégico dado que conecta el sur del océano Pacífico oriental con el golfo de Bengala, donde tienen sus costas, entre otros países, India, Bangladesh y Tailandia.
Refiriendo a la situación internacional de crisis, el primer ministro recalcó que “el mundo de hoy en día no es unipolar”, y planteó que los BRICS+ ofrecen “un rayo de esperanza para el control y el equilibrio del mundo” dada la incapacidad de Occidente. Junto con Tailandia e Indonesia, Malasia es el tercer país de la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN). Fundada en 1967, la organización interestatal es el socio principal de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) y se lo considera un bloque potente por su amplia red de alianzas con diversos esquemas.
Ciclo expansivo: ¿hacia dónde?
Si bien el bloque lleva cerca de 15 años de historia, fue durante la XV Cumbre de Jefes de Estado del BRICS celebrada en la localidad sudafricana de Johannesburgo donde ganó fuerza el debate sobre su ampliación. El grupo, que originalmente abarcó a Brasil, Rusia, India y China, y en 2009 integró a Sudáfrica, representó una novedad política ya que conjugaba lo que el economista británico del Goldman Sachs, Jim O’Neill, denominó “economías emergentes”. Desde inicios de 2023 superó al Grupo de los Siete (G7) en la participación del PIB mundial, alcanzando el umbral de máximo bloque económico internacional.
No obstante su fenomenal crecimiento en el plano económico, no fue hasta la cumbre de 2023 que consensuó su expansión política al reconocer que numerosos países en desarrollo y de ingresos medios habían solicitado la membresía. En efecto, en Johannesburgo aceptaron oficialmente las de Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Egipto, Etiopía, y Argentina, aunque este último finalmente declinó a partir del cambio de gobierno nacional. Sin embargo, varios quedaron a la espera, como fue el caso de Argelia, Nigeria, e Indonesia. A partir de 2024, otros tantos se sumaron a la lista: entre ellos Colombia, Tailandia y Turquía.
Con su primera etapa del ciclo expansivo, el BRICS+ ha aumentado su representatividad en Oriente Medio y la región oriental de África, engrosando el volumen de recursos energéticos pero también su potencial demográfico. Sin embargo, tras la renuncia argentina perdió anclaje en América del Sur, con lo cual la aspiración colombiana se vuelve atractiva. Además, por lo pronto no hay miembros del sudeste asiático, la región más dinámica de la economía a nivel mundial. El ingreso de Turquía, Argelia y Nigeria le daría el control de pasos estratégicos para el comercio marítimo. En ese sentido, la solicitud de los tres de la ASEAN también se vuelve central, precisamente, por el estrecho de Malaca.
El Asia-Pacífico: ¿el nuevo terreno de disputa?
La gran región del Asia-Pacífico, que integra a China, Japón, ambas coreas, el sudeste asiático, y el resto de los archipiélagos circundantes, se configura como un nuevo terreno de disputa a nivel mundial. El desplazamiento del centro de gravedad económico desde el Atlántico Norte al Mar Meridional de China representa un factor de primer orden geopolítico. Amenazado su dominio en Europa del este, Oriente Medio, e incluso el Sahel africano, el Unipolarismo Financiero planea abandonar estos frentes de batalla de la manera más ordenada posible para mudar la confrontación al Asia-Pacífico.
A partir de su brazo armado, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el esquema unipolar en el que lleva la iniciativa la oligarquía reunida en el Foro de Davos pretende contener el desarrollo de la multipolaridad cercando a Beijing. En este sentido, las alianzas militares AUKUS y QUAD podrían representar una extensión en términos operacionales de ese plan. El histórico conflicto en Taiwán con el Partido Comunista de China y las permanentes tensiones en el Mar Meridional de China expresan una oportunidad para debilitar al gigante.
La unipolaridad ha hecho esfuerzos para conformar una “OTAN del Pacífico”, pero Beijing ha sido capaz de rearticular a Tokyo y Seúl nuevamente para contener cualquier conflicto incubado en la región que pueda expandirse en la posteridad. Por ende, un eventual fortalecimiento del mecanismo BRICS+ sobre el sudeste asiático podría neutralizar sus planes en una región convulsionada.