Por aquellos años 70 donde la crueldad en su máxima expresión nos arrebataba un pedazo de historia deteniendo, torturando y desapareciendo compañeros/as de lucha, Norita empezaba a buscar a su hijo Gustavo. Con mucho dolor y ternura se convirtió en ese momento en una de esas inmensas mujeres de pañuelo blanco, con la foto de su hijo en el pecho, abanderada de los reclamos por la Memoria, la Verdad y la Justicia, pero no solo eso, trascendió porque desde ese momento se convirtió en esa mujer incondicional en todas las luchas, incondicional de los derechos humanos de ayer y de hoy.
Escribía Norita: “En ese caminar con las Madres fui asumiendo las banderas de mi hijo y entendiendo que si él peleaba contra todas las injusticias yo también debía hacerlo. Que el mejor homenaje para él y para los 30 mil es seguir esa búsqueda de justicia social. Y además siento un fuerte compromiso con los que hoy siguen luchando y levantando esas banderas” (del libro “Norita. La Madre de todas las batallas”, 2da edición de Gerardo Szalkowicz, Ed. Sudestada).
Norita estuvo en nuestro país y en varios lugares del mundo acompañando las luchas por la liberación de los pueblos, acompañando a mujeres reclamando el fin de la opresión, dando pelea por la igualdad y libertad. Estuvo firme en ese “Primer Encuentro Nacional de Mujeres” de nuestro país allá por 1986, y al hermoso y poderoso pañuelo blanco, Norita siempre feminista, le agregó el inconfundible pañuelo verde. Nuestros pañuelos son y serán símbolos de lucha colectiva y poder popular.
Donde había una injusticia, ahí estaba Norita, frase popular “siempre del lado de Norita de la vida”. ¿Saben por qué siempre la seguí a Norita? Porque su humildad y su fortaleza la hizo la mujer más enorme con la que me tocó compartir la calle, pero además su fuerza también le permitió ser auténtica, genuina, porque siempre fue leal a sus ideas, con las que siempre coincidí, no sé si tuvo alguna vez miedo de decir algo, calculo que sí, pero lo dijo, siempre dijo lo que pensaba y nunca fue incoherente, siempre identificó perfectamente al enemigo y entregó su vida a las tantas causas. Norita ha demostrado que el amor no es privado, menos egoísta, simplemente es solidario y sobre todo que el amor está en la primera línea de batalla.
Nuestra compañera, nuestra comandanta, nuestro ejemplo de lo que representa el corazón de todas las luchas: la solidaridad, el compromiso y los ideales inquebrantables. Norita, nuestra Madre pública, Gustavo, su hijo también el hijo de todas/os/es, de nuestra Patria compañero querido. Nuestro mayor homenaje a Norita va a ser las luchas que continuemos hasta la liberación de los pueblos.
A mis compañeras, mis hermanas, a quienes hoy están oprimidas/os/es, empobrecidas/os/es, desocupadas/os/es, a quienes sienten dolor, cansancio y frustración por estos tiempos, recordémosla a ella, luchemos como Norita!
¡Norita Cortiñas Presente! ¡Hasta la Victoria Siempre! ¡Venceremos!
Ni un paso atrás Lucha y Resistencia #NiUnaMenos
Daniela Gasparini es psicóloga feminista, secretaria general de Libres del Sur CABA y referente de Mumalá