Hamás se adjudicó la responsabilidad del lanzamiento de misiles sobre Tel Aviv acontecido este domingo. A su vez, el ejército israelí bombardeó el paso fronterizo de Rafah e incluso se enfrentó a soldados egipcios. Nota al Pie analiza la contienda militar a la luz de la crisis sistémica y la correlación de fuerzas en Oriente Medio.
Cohetes sobre Tel Aviv
La organización política palestina lanzó este domingo un ataque con cohetes contra la región capital de Israel, un territorio central que no habían golpeado en los últimos cuatro meses. A primera hora de la tarde, el ejército hebreo informó del derribo de ocho proyectiles dirigidos a Tel Aviv, la segunda ciudad más poblada después de Jerusalén, ubicada a 70 kilómetros de la frontera norte del territorio palestino. En sus cuentas de redes sociales Hamás había anunciado un “gran ataque”, y finalmente la arremetida alcanzó 26 puntos diferentes aunque causó apenas dos heridos leves, según el diario Haaretz.
Los cohetes provenían de Rafah, la localidad en el extremo meridional de Gaza en la que, hasta el pasado 7 de mayo, se refugiaban más de un millón de desplazados gazatíes. Aquel día, las Fuerzas Terrestres de Israel tomaron control de la urbe e iniciaron una ofensiva progresiva que ya ha obligado a huir a más de 800.000 personas, según reportó Naciones Unidas. En continuas ocasiones el gobierno conducido por Benjamín Netanyahu ha tratado de justificar la invasión militar en Rafah argumentando que Hamás conservaba poder de fuego en esa zona y retenía a los 121 rehenes allí.
Al igual que sucedió en el enclave gazatí, la situación humanitaria en Rafah ha empeorado notablemente. Antes de la incursión terrestre que cerró el puesto fronterizo, el grueso de la insuficiente ayuda humanitaria destinada a los habitantes de la Franja pasaba por allí. No obstante, este domingo alrededor de 200 camiones cargados con suministros han comenzado a entrar a Gaza por un paso alternativo: el de Kerem Shalom. La entrada de estos vehículos representa un acuerdo entre el presidente de Estados Unidos, Josep Biden, y su homólogo de Egipto, Abdelfatah al Sisi.
Incentivos de Hamás
El ataque de la organización palestina ha sorprendido a Israel por varios motivos. En primer lugar, por su irregular despliegue de operaciones militares. El primer y último arresto de envergadura podría remontarse a la Operación Inundación al-Aqsa que detonó la propia confrontación, el 7 de octubre de 2023. En segundo lugar, por el objetivo militar: Tel Aviv. Además de ser una de las áreas más densamente pobladas, representa formalmente el centro político y administrativo del Estado hebreo. En tercer lugar, por el estado de situación estratégico y operacional: desde aquella contundente agresión palestina, las IDF (Fuerzas de Defensa de Israel) tomaron la iniciativa y avanzaron con total control.
Sin embargo, se puede aventurar con las razones que motivaron este sorpresivo ataque. Si bien aún no hay claridad, queda en evidencia que Hamás demuestra capacidad de golpear en lo militar al centro de Israel. Más allá de que la operación fue neutralizada casi por completo, su propio despliegue expresa cierto grado de organización y potencia ofensiva. Asimismo, el ataque aéreo en un estado en el que las IDF le imprimen la velocidad y la profundidad al enfrentamiento de fuerzas, expone ciertos márgenes de apertura que Hamás aprovecha, exponiendo que no está totalmente desarticulado su brazo militar.
Derivaciones del ataque
Inmediatamente después de la operación aérea, Israel reaccionó bombardeando Rafah. Al momento se registran al menos 45 muertos. En una visita a las tropas israelíes en la ciudad meridional palestina, el ministro de Defensa hebreo, Yoav Gallant, había declarado que la necesidad de la ofensiva en Rafah estaba ahora “más clara”. Según su punto de vista, resultaba necesario recuperar a los rehenes y “desmantelar a Hamás”. El sector más radicalizado de la coalición de gobierno que conduce Netanyahu, representado en la figura del ministro de Seguridad Nacional, Ben Gvir, ha reclamado una invasión “con toda la fuerza”.
El Gabinete de Guerra israelí se encuentra en un punto crucial de definiciones políticas con consecuencias estratégicas. Las negociaciones para liberar a los rehenes no solo representan un objetivo central, sino que también es el factor de presión interna que desgasta a la conducción política a medida que corre el tiempo. Según supo Haaretz, hay “nuevas propuestas” para alcanzar ese objetivo, que se plantearon durante una reunión celebrada este fin de semana en la capital francesa entre una delegación israelí y representantes estadounidenses y qataríes. Aún así, en ningún caso hubo acuerdo para un alto el fuego permanente ni en un nuevo pacto para intercambiar rehenes.
Situación política internacional
En efecto, el panorama mundial se reordena de acuerdo a los acontecimientos. El pasado viernes, el Tribunal Internacional de Justicia (CIJ) de la ONU había ordenado a Israel que detuviera su invasión de Rafah, haciendo lugar a la petición sudafricana para tomar medidas cautelares caratulando la situación como genocidio. A menos de dos semanas de la ofensiva sobre la ciudad fronteriza, las autoridades sanitarias de la Franja han elevado la cifra de muertos a 35.984 muertos, el 71% del total siendo niños y mujeres. Rafah, que se presentaba como una “zona segura”, ha dejado de serlo.
El bombardeo israelí sobre el paso fronterizo generó una gran polémica dado que tuvo víctimas civiles. Junto con los desplazamientos, la destrucción de viviendas e infraestructura civil esencial, el argumento de una “guerra contra civiles” continúa en aumento. Rápidamente, el premier Netanyahu calificó esa situación como un “trágico error” y aseguró que será investigado. Además, se han viralizado en las redes sociales imágenes de carpas incendiadas en Rafah y bebés decapitados, un cruento escenario que menoscaba la legitimidad política de Tel Aviv. A propósito, la Unión Europea evalúa enviar una misión a Gaza, lo cual representaría un punto de quiebre.