Hay diversas maneras de esconder un elefante. Una de ellas es largarlo en medio de una manada, claro, de elefantes. Es lo que hizo el Gobierno desde el 10 de diciembre, cuando a los muchos problemas estructurales que tenรญamos, los mezclรณ con los creados por acciรณn inmediata de las primeras decisiones. Por ejemplo, el todavรญa vigente Decreto de Necesidad y Urgencia 70/2023.
La indemostrable afirmaciรณn sobre que se caminaba a una inflaciรณn que llegarรญa al 17 mil por ciento anual no se sostiene, salvo en la idea de aterrorizar a la sociedad, para que tolere una marca que en un mes duplicรณ la anterior. Es la primera secuencia del relato para poder explicar ahora, cinco meses despuรฉs que estรกn haciendo que baje la inflaciรณn que ellos mismos subieron.
Pero el problema a esta altura, a todos les queda claro, no era la inflaciรณn en sรญ misma sino la distribuciรณn. Con ingresos prรกcticamente congelados en tรฉrminos nominales, pero con el poder de compra atacado de una manera que no conoce antecedentes, por el tiempo y la profundidad. Ese es el Talรณn de Aquiles que desmiente la explicaciรณn oficial y deja en el nivel de chanta comentador, como en su รฉpoca de panelista, al propio Javier Milei.
Hace unas semanas, el Presidente habรญa sostenido eso, en funciรณn de un recorte del mes de abril, pero los golpes inflacionarios con ingresos congelados se verificaron en diciembre con 25,2%, en enero con 20,6%; en febrero con 13,2; en marzo con 11% y reciรฉn en abril alcanzรณ un 8,8%. Todos esos nรบmeros, pese al freno en la aceleraciรณn, son indicadores de menor crecimiento de la inflaciรณn y no de caรญda.
Suena parecido, pero no es lo mismo. Y si la economรญa es una ciencia social, donde se expresan relaciones de fuerza, el lenguaje es tambiรฉn un territorio donde se manifiestan relaciones de poder.
Cuando la economรญa no alcanza para el Gobierno
Por supuesto, pese a que parezca un Gobierno monotemรกtico, hay otros temas que marcan la agenda simbรณlica del Presidente. Es la โbatalla culturalโ que emprenden con mรกs entusiasmo que argumentos y con mรกs ideas con olor a naftalina, que propuestas de futuro.
De aquellas lรญneas inspiradas en la nociรณn de libertad como ideal y perspectiva, Milei y los suyos no logran, no quieren o no saben salir de una lucha que algunos plantean atrasa dรฉcadas.
Hay que hacerle un reconocimiento al Presidente: su lucha contra el comunismo o los zurdos lo define mรกs a รฉl que al resto. Y en todo caso deja en pie la posibilidad de debatir desde las concepciones ideolรณgicas, que algunos nostรกlgicos creyeron enterradas al tiempo que Francis Fukuyama vendรญa muchos libros en la dรฉcada del 90.
En 1992, este autor publicaba โEl fin de la historia y el รบltimo hombreโ, donde planteaba su tesis segรบn la cual la historia, como lucha de ideologรญas, habรญa terminado, con un mundo final basado en una democracia liberal triunfante tras el fin de la Guerra Frรญa.
Paradรณjicamente, hay un punto que une a Milei con Fukuyama. El abuelo del politรณlogo estadounidense era japonรฉs y habรญa huido de la guerra ruso-japonesa en 1905, y abriรณ un negocio antes de ser enviado a un campo de detenciรณn durante la Segunda Guerra Mundial, luego del ataque japonรฉs a la base yanqui de Pearl Harbor.
El padre de Fukuyama logrรณ evitar un camino similar y se fue a Estados Unidos con una beca de la Universidad de Nebraska. Mรกs tarde, en la Universidad de Chicago conociรณ a la mujer que serรญa la madre de Francis, que naciรณ en 1952, creciรณ en Manhattan y no aprendiรณ japonรฉs.
Milei todavรญa no se peleรณ contra los โcolectivistasโ japoneses que, si algo tuvieron para resurgir de la Guerra y de las bombas atรณmicas recibidas, fue el rol preponderante de su Estado.
Pero sรญ se parece a un japonรฉs: Hirล Onoda, un militar, oficial de inteligencia del Ejรฉrcito Imperial que luchรณ en la Segunda Guerra Mundial y no se rindiรณ hasta 1974, despuรฉs de haber pasado casi treinta aรฑos sobreviviendo en las selvas de Filipinas.
Si el Presidente, que tanto admira la dรฉcada del 90, hubiera leรญdo el best-seller de Fukuyama que (para ser honestos), siempre fue interpretado de modo superficial, no tendrรญa ese discurso que parece sacado de los pasquines del Medio Oeste de Estados Unidos de la dรฉcada del 1950.
En cambio, estรก convirtiรฉndose en el adalid de un mundo que no existe, un exponente de una ensalada de ideas que combina su amistad con la ultraderecha franquista de Vox en Espaรฑa, su alianza con ultramontanos en la Argentina y la sociedad polรญtica con la casta tradicionalmente rancia de la polรญtica nacional, de la que decรญa aborrecer.
Digamos, o sea.