En el marco de un estudio internacional encabezado por el científico Emilio Kropff, se registró un mecanismo neuronal en ratones que permitió crear un mapa cognitivo del entorno, en el cual se incorpora la ubicación de sus congéneres como referencia espacial.
De acuerdo a lo tracendido estos hallazgos fueron publicados en Nature Communications. De esta manera, este proceso tiene lugar en una región particular del hipocampo conocida como CA1.
En ese sentido, el equipo de expertos observó que por primera vez las capacidades socioespaciales de los ratones se veían redefinidas y mejoradas a medida que adquirían experiencia y aprendizaje.
En relación a lo mencionado, las competencias socioespaciales se evidencian en variadas interacciones sociales y actividades grupales. Por ejemplo, un futbolista puede realizar un pase exacto hacia un compañero de equipo sin haberlo visto previamente, mostrando así su habilidad para entender y ubicarse en el espacio compartido del campo de juego.
“Debido a que los circuitos cerebrales involucrados son muy similares, los ratones son un modelo de investigación útil para mejorar la comprensión del funcionamiento del cerebro humano y sus enfermedades. Es posible que lo mecanismos que descubrimos en nuestro trabajo estén operando en humanos, aunque sin duda, con otro grado de complejidad. Estudios futuros tendrán que confirmarlo”, informó desde el CONICET el científico Kropff.
En esta misma línea, Kropff señala que en 2018 se hizo un descubrimiento significativo: la subzona CA1 del hipocampo, una región cerebral vital para la formación y almacenamiento de mapas del entorno que también desempeña un papel en la representación de la posición de otros individuos.
No obstante, este aporte fue de gran importancia puesto que se demostró que utilizamos las mismas estructuras para representarnos a nosotros mismos y a los demás. Lo cual sugiere una posible similitud con el funcionamiento de las “neuronas espejo”.
“Sin embargo, para esos estudios se habían utilizado ratones pasivos, que simplemente observaban, y entonces quedaba abierta la pregunta de si realmente uno representa la posición del otro usando al ambiente como referencia (por ejemplo, dónde está parado en la cancha respecto del arco) o si, por el contrario, lo hace respecto de uno mismo”, detalló.
“Lo que descubrimos es bastante sorprendente: al parecer, en el hipocampo coexisten múltiples perspectivas del otro, utilizando distintos marcos de referencia. Y esto es un concepto novedoso”, remarcó el experto, Kropff.
Por consiguiente, el investigador del CONICET destacó: “Uno podría pensar que la ventaja es que cambian los distintos tipos de interacciones que puedo mantener con ese otro: a un arquero es mejor representarlo en relación al ambiente, porque si se alejó del arco me conviene patear, por ejemplo; en cambio, a mi compañero tal vez me conviene representarlo en relación a mí para saber hacia qué lado tengo que hacer un pase”.
Kropff explica que, entre las múltiples perspectivas activadas simultáneamente en el hipocampo, hay una denominada «vector social egocéntrico» que involucra a un mayor número de neuronas. Según él, esta perspectiva otorga más importancia a la posición del otro en relación con uno mismo que a la información del entorno.
En ese mismo sentido, además, subraya que no solo se considera la distancia entre ambos, sino también el ángulo en relación con la dirección en la que está mirando la cabeza de uno.
“A largo plazo podría ayudarnos a comprender lo que ocurre en enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, en las que lo primero que se ve afectado es el hipocampo”, culminó.