Javier Milei puede mirar los números y en base a eso aplicar un precepto básico de la economía, que es una ciencia de suma cero. El Presidente dispone, con todo el poder del Estado, como el vigente Decreto de Necesidad y Urgencia 70/2023, que los recursos que están en un lado, falten en otro.
Como cuando Mauricio Macri explicaba que “hay lugares donde falta el agua, y lugares donde sobra”. El entonces presidente dijo eso en la ciudad entrerriana de Concordia en 2016. Ahora, aún suponiendo que eso es válido, más allá del detalle de haber dicho esa frase en medio de una inundación, el ejemplo no se puede trasladar a la economía.
Al menos, sin que medien algunas explicaciones.
“No hay plata”, dice Milei y repiten sus portavoces. Pero lo que oculta el mandatario es que, de acuerdo a la tesis Macri, en algunos lugares sí hay plata. Y sobra.
La jornada posterior a la cadena nacional donde Milei anunciaba con orgullo el súperavit fiscal y comercial del los primeros tres meses del año, las acciones de las principales empresas que cotizan en la Bolsa porteña bajaron hasta un 11%.
Pero el día anterior a la Marcha Federal Universitaria, donde cientos de miles de personas se desplegaron en las calles de Argentina, los mercados festejaban como aman hacerlo: con ganancias.
Las dos imágenes son producto del modelo de país que tiene Javier Milei en su plan de gobierno y de país. Mercados especulativos florecientes y Universidades desfinanciadas. Por un lado, por el doble efecto de la inflación estructural y desbocada tras las desregulaciones que se ejecutan desde diciembre.
Por el otro, directamente por la motosierra que desplegó Milei sobre la educación en general y la Universidad en particular. La Noche de los Bastones Largos, la Noche de los Lápices y la Noche de la Motosierra.
En Argentina se acumulan las circunstancias que merecen memoria cuando pasan y requieren resistencia mientras ocurren.
Al menos dos formatos de Argentina
Eso se puso en tensión, una vez más, en las calles de Argentina. La idea sin solución sencilla, de al menos dos modelos de país.
En uno caben las Universidades y la educación pública de calidad, al servicio de un proyecto de desarrollo y ampliación de derechos. Un país inclusivo, con tradición de cultura y ciencia, con puertas abiertas y solidarias para otros pueblos del mundo.
Un país, con contradicciones y retrocesos, que acumula décadas de memoria en los caminos de la democracia, como lo que se volvieron a surcar por cientos de miles, en la Marcha Federal Universitaria.
Todo es parte de procesos colectivos y diversos de una democracia que no ha sido, con las configuraciones actuales, del todo capaz de dar respuesta positiva a las demandas populares.
En ese país, colorido y complejo, ganó y gobierna Milei.
Pero en la medida que el Presidente no escuche y dialogue con ese país, que no está en el radar de su cosmovisión, sino solo como ese lugar adónde buscar enemigos, la fuerza de las urnas se va a diluir, de manera inversamente proporcional al crecimiento de las movilizaciones.
La calle, esa arteria por dónde pasó mucha más historia que por las redes, vuelve a hablar.
Aunque algunos no la vean.