Desde el 1° de abril hasta el 31 de agosto, en Santa Cruz se pueden cazar pumas, zorros y guanacos, todas especies nativas de la región. También se permite la caza de especies exóticas invasoras, como el visón americano, la liebre europea, el conejo europeo y el jabalí. Así lo determina la Resolución 117/24.
Esta medida fue aprobada por el Consejo Agrario de la provincia. Su presidente, Adrián Merlo Suárez, habilitó a quienes disfrutan matar animales, como actividad recreativa o de entretenimiento, a hacerlo con determinada cantidad de ejemplares por día. El Artículo 2° determina 1 zorro colorado por semana, 1 zorro gris por semana, 1 puma por semana y 2 guanacos por día. En el caso de las especies exóticas, no hay límites en el número de caza, por ser especies invasoras. Para esto se debe contar con la Licencia de Caza Deportiva.
Por su parte, el Artículo 3° de la Resolución establece que está «prohibida la caza, en todas sus modalidades, de todas las otras especies de la Fauna Silvestre que no estén especificadas en el artículo precedente». Además, prohíbe el uso de armas a personas no autorizadas.
Para conocer el impacto de esta medida en el ambiente, Nota al Pie conversó con Pablo Aon, veterinario de fauna silvestre.
El conflicto humano-animal
“Por mi formación y por mi trabajo en conservación, habilitar la caza ya de por sí es un mal mensaje con respecto a la resolución del conflicto humano-animal. Creo que este conflicto se debe resolver de otras maneras, basadas en evidencias científicas. A veces este tipo de soluciones es un atajo para no abordar la problemática de una manera más integral”, comenzó explicando el Dr. Aon.
“Si bien las especies que se tratan acá, zorro, guanaco y puma, no están en categoría de peligro en Argentina, son animales perseguidos en muchos sitios del país. El guanaco ha disminuido notablemente su distribución, cerca de un 90%. Hoy en día ese declive poblacional en ciertas zonas ha bajado, hay extinciones locales en varias provincias de esta especie. Aunque en Santa Cruz, y en Patagonia en general, es relativamente abundante, no hay que subestimar desde el punto de vista de conservación”, agregó.
Con respecto a los pumas y las ovejas es cierto, al igual que pasa con los grandes depredadores en todo el mundo como el yaguareté, que muchas veces atacan la fauna doméstica. Hay ciertos individuos que tienen diferentes conductas, lo aprendieron, otros sólo tienen a mano animales domésticos o pueden cazar de forma mixta.
Posibles soluciones lejos de la caza
“El conflicto existe, no hay que negarlo, pero hay que trabajar en buscar otras alternativas para mitigar ese daño. En el caso de pumas y ovejas es la presencia de perros protectores de ganado. Estos perros conviven todo el día, son criados de manera particular para que estén todo el tiempo con las ovejas, se representen dentro de ese rebaño y lo protejan, disuadiendo la acción del puma. Hay bastante bibliografía respecto a esto y hay buenas experiencias en general. Lo importante es que los productores puedan incluir este tipo de manejos y probarlos. A veces cuesta salir de esa dinámica”, explicó.
El guanaco está acusado de superpoblar zonas y sobrepastorear, es decir, que comen mucha vegetación, dejando a las ovejas sin alimento, sin forraje. Al Dr. Aon le cuesta pensar que un animal autóctono que tuvo poblaciones más grandes en zonas históricas, esté superpoblando una zona. “Es cierto que compiten con los rebaños de ovejas, pero hay más del doble de ovejas que de guanacos. Por eso, hay que trabajar fuerte en evaluar cuántos ejemplares de guanacos y de ovejas hay, estudiar las interacciones entre ambas especies, en qué favorece y perjudica la presencia de cada una y a partir de ahí buscar una mejor solución”, sostuvo.
Entre las soluciones se encuentran mejorar la rotación y carga animal de ovejas y la diversificación productiva. “El guanaco, al igual que la vicuña, tiene potencial utilización de las fibras, que son sumamente codiciadas. Todavía no hay un uso sustentable como sucede con las vicuñas, esto lleva esfuerzos y cambio de paradigmas de producción”, señaló. Otra opción es el fomento del turismo de observación de naturaleza, que en regiones como Iberá genera fuentes de ingreso a pobladores locales.
Abrir una temporada de caza sin conocer el número poblacional de cada especie, y de forma sostenida en el tiempo, puede tener graves consecuencias. “Para saber cómo va a impactar una nueva temporada de caza hay que tener un programa de control de la especie y hacer un seguimiento de la población. Habría que conocer los fundamentos del equipo técnico que determinó abrir la caza y la cantidad de ejemplares por día. Habría que saber si estos valores tienen fundamento o fueron puestos arbitrariamente”, describió.
El caso de las especies exóticas que se vuelven invasoras
“Las especies autóctonas o nativas son las que viven en nuestros ambientes de forma histórica. En cambio, las exóticas son aquellas que ingresan a un territorio del cual evolutivamente no son parte, en general a partir de las acciones humanas. Las especies exóticas invasoras tienen un alto potencial reproductivo, ganan nuevos territorios al adecuarse a esos lugares, desplazando muchas veces a especies nativas. De hecho, los grandes desafíos de conservación de biodiversidad a nivel general, son las especies exóticas invasoras”, indicó el veterinario.
Además del visón americano, la liebre europea, el conejo y el jabalí, también hay animales domésticos que se comportan como especies exóticas invasoras. “El perro cimarrón, que es el que perdió el cuidado del humano y se comporta como lo que es, un lobo, genera daños en los ambientes. Lo mismo sucede con gatos domésticos y chanchos ferales, entre otras especies”, describió.
“En estos casos está permitido el control a través de la caza porque se entiende que son animales que no deberían estar ahí y que desplazan y son una amenaza contra la biodiversidad. Por ejemplo, en la Patagonia, el visón americano atenta contra el macá tobiano, una especie de ave nativa y endémica de Santa Cruz, que está en grave peligro de extinción. Existen programas de control poblacional del visón con especialistas y con base científica fuerte”, aclaró.
Por último, el Dr. Aon reafirmó la importancia de conocer las poblaciones de cada especie, los sistemas de producción de animales domésticos, entender las problemáticas y buscar opciones para mitigarlas sin recurrir a la eliminación de especies nativas. “Los ambientes más diversos, con mayor cantidad de especies, siempre son más sanos. No podemos pensar en un ambiente sin animales nativos, ese no puede ser el norte”, concluyó.