Al transitar entre edificios, bocinas, autos y mucho cemento en la Ciudad de Buenos Aires, es común encontrarse con personas que tienen la mirada fija en el cielo, con expresiones de asombro. No están contemplando las nubes, sino que buscan observar a esas aves difíciles de ver, o intentan identificar una nueva especie para añadirla a su lista de aves urbanas.
Estas personas forman parte de los Clubes de Observadores de Aves, una iniciativa que reúne a aquellos interesados en salir a observar y aprender sobre las aves, contribuyendo así a su conservación. Esta actividad está respaldada por Aves Argentinas, una ONG con más de 100 años de experiencia en la conservación de aves y la naturaleza en el país.
Nota al Pie conversó con Natalia Jaoand, coordinadora de las actividades del COA Carancho. El 20 de abril, a las 8 hs, se llevará a cabo la edición “Otoño 2024” del censo de aves, con inscripción previa. Esta iniciativa, gratuita y abierta al público, tiene como objetivo explorar las aves que habitan en la zona de Palermo. El punto de encuentro será en Av. Figueroa Alcorta y Av. Dorrego, CABA. Los participantes se dividirán en equipos para recorrer distintas áreas, como el Hipódromo, el lago Regatas, el Rosedal, la Plaza Sicilia, el velódromo, el Planetario y el Jardín Botánico.
“La idea de formar un COA puede surgir en cualquier ciudad o barrio, cuando un grupo de socios y socias de Aves Argentinas decide comenzar a realizar actividades de observación y educación ambiental en una zona específica. Sin embargo, no es necesario ser socio/a para unirse a las actividades que organizan los COA. ¡Todos están invitados a participar, independientemente de la edad o la membresía!”, explicó Jaoand.
Observación de aves: hacia las alturas
Para los observadores de aves, observar va mucho más allá del simple avistamiento. “Los avistajes suelen ser repentinos y de corta duración. La observación implica prestar mayor atención y dedicación, tomarse el tiempo de no solo ver al ave, sino de observar su comportamiento y su interacción con el ambiente. Para nosotros, es mucho más enriquecedor observar que simplemente avistar”, explicó Jaoand.
“Afortunadamente, es una actividad que se puede realizar en cualquier lugar al aire libre. Por ejemplo, en el campo, en la montaña, en una reserva, en un parque, en la ciudad y hasta en el jardín de nuestras casas. Siempre habrá alguna ave que podamos observar”, añadió. No se requiere más que estar preparados para salir al encuentro de aquellos que surcan los cielos. “Para observar, simplemente tenemos que usar nuestros ojos; son las herramientas principales para esta actividad. Luego, obviamente, podemos profundizar un poco más con binoculares y cámaras de fotos, pero no son esenciales”, mencionó.
El COA Carancho ha publicado la “Guía de Aves de los Bosques de Palermo y otros espacios verdes de Buenos Aires”. Esta guía, impresa a todo color en papel laminado de 250 gramos, es resistente y adecuada para un uso intensivo en el campo. Es una excelente herramienta, fácil de usar, para aquellos que deseen tener un primer acercamiento a las muchas especies de aves que habitan el barrio y otras zonas de la Ciudad. Además, incluye el Listado de Aves de Palermo para registrar las observaciones. Para adquirirla, se debe enviar un correo a coapalermo@gmail.com.
Una ciudad de aves
En la Ciudad se pueden avistar una buena cantidad de aves, ¡más de 300 especies! Entre las más comunes se encuentran los horneros, zorzales, calandrias, benteveos, ratonas, picaflores y gorriones. También están las típicas palomas, cotorras, loros, estorninos, caranchos y gavilanes. “En Palermo, podemos avistar unas 200 especies. Específicamente en el Lago de Regatas, además de las mencionadas, se suman las acuáticas. Entre ellas varias especies de garzas, gallaretas, patos, biguás, aningas, los infaltables gansos y, ocasionalmente, algunos cisnes de cuello negro”, detalló.
“La gran mayoría de las especies mencionadas son nativas de esta zona; nadie las trajo, llevan miles de años aquí. Como especies exóticas podemos mencionar a los estorninos, originarios de Europa. Se están propagando mucho en la Ciudad y representan un problema al competir con aves autóctonas como el chinchero y el carpintero”, señaló.
Por otro lado, también están las “palomas asiáticas”, las clásicas de Plaza de Mayo, y los gorriones, que aún se encuentran en la Ciudad, aunque en algunos barrios no son tan comunes como antes. También están los gansos domésticos, cuya población está aumentando de forma exponencial con el tiempo, desplazando a las aves nativas por la competencia por territorio y comida. Los loros también son exóticos en esta zona, la mayoría de ellos son nativos del norte de nuestro país, pero han llegado debido al tráfico de fauna y el mascotismo”.
La adaptación de las aves a la Ciudad
Respecto de la adaptación de las aves, mencionó que “las que vemos en la ciudad ya están muy bien adaptadas a vivir aquí, incluso con el ruido, la contaminación y la iluminación nocturna. Las rapaces que vemos acá, como caranchos y gavilanes, han podido encontrar en la ciudad un lugar propicio para vivir. Su dieta se basa en palomas, cotorras y roedores, y tenemos mucho de eso en la ciudad”.
Además, “la urbanización influye más bien en algunas otras especies que no tienen esa capacidad de adaptarse a cambios en su ambiente. Por ejemplo, hay algunos pajaritos, como el tordo amarillo, que viven y comen exclusivamente en los pastizales. La instalación de una ciudad suele destruirlos, por lo que esas aves obligatoriamente se van moviendo a los parches de pastizales que permanecen”.