Esta semana culmina con el recibimiento del presidente argentino Javier Milei a la jefa del Comando Sur del Ejército de los Estados Unidos, Laura Richardson. El mandatario elogió al país norteamericano y anunció la creación de una base naval conjunta, además de confirmar la suspensión del desarrollo nuclear nacional.
Pero quien tiene una tarea más difícil para afianzar su relación con EE.UU es el ministro de Economía, Luis Caputo. En poco más de diez días, el funcionario deberá viajar a Washington, donde visitará la sede del Fondo Monetario Internacional (FMI) para continuar con la política de ajuste.
Las exigencias del FMI a Caputo
El problema es que el organismo de crédito exige a la Argentina el diseño de un claro esquema monetario con objetivos de mediano plazo, pero Caputo no cuenta con un plan al respecto.
El único objetivo claro era la eliminación del cepo cambiario para este mes. Sin embargo, el Banco Central no cuenta con las reservas suficientes, por lo que el gobierno busca de forma desesperada el visto bueno del Fondo para que sean desembolsados 15 mil millones de dólares.
Además, no hay un acuerdo entre Milei, Caputo y el Fondo sobre la política monetaria a implementar después de abandonar las restricciones cambiarias. Sobre todo porque el presidente defiende su idea de dolarizar la economía eliminando toda intervención del Banco Central.
Con tantas incertidumbres respecto al rumbo de la política económica, el FMI no libera los recursos que el gobierno necesita, mientras se acercan vencimientos por 2800 millones de dólares solo este mes.
De hecho, la vocera Julie Kozack reiteró que es “prematuro” hablar de la suscripción de un nuevo acuerdo que redefina metas, vencimientos y desembolsos. A pesar de que califica como “impresionante” el ajuste fiscal, advierte sobre la política cambiaria.
Es que otro de los reclamos del FMI a Caputo es la repetida exigencia de devaluar la moneda y subir las tasas de interés, demandas que Milei mandó a bajar. El Fondo sostiene que la devaluación, actualizada en un 2% mensual, debe acompañar la tasa inflacionaria de alrededor del 13% para evitar el atraso.
Otro de los sectores que pide una devaluación a gritos es el campo. Con la llegada de la cosecha, los exportadores de granos esperan una actualización del tipo de cambio antes de comenzar a liquidar. El gobierno permanece alerta, ya que cuenta con las divisas de los derechos de exportación para aumentar las reservas.
Mientras tanto, en el mundo real, la economía golpea a las mayorías populares. En efecto, cada vez se siente más la ausencia del Estado y la falta de autorregulación del mercado, lo cual a su vez repercute en el bolsillo de les ciudadanes.
Un ejemplo de esto es que el repelente de mosquitos se volvió un producto escaso en medio de la epidemia de dengue, lo cual dificulta la prevención. Mientras tanto, solo una pequeña parte de la población puede acceder a la compra de vacunas.
Por otro lado, la eliminación de subsidios aumentará las tarifas de energía entre un 500% y un 1000%, y la desregulación del precio de la yerba mate disparará el valor de este producto esencial para la vida cotidiana. A estas alturas, ni Caputo ni la sociedad Argentina tienen certezas sobre el porvenir.