Desde el origen de la civilización, los signos del lenguaje han ayudado a los humanos a representar y entender la realidad. Dentro de los tipos discursivos que construyen la expresión, la poesía es la que mejor mantiene la pureza del mundo interno al tender un puente de diálogo entre la experiencia y el entorno. Ante la escasez de instrumentos para comprender la propia y pesada existencia, la cara más sofisticada del Sexto Arte hace reaccionar el espíritu y construye, a partir y para el poeta, un refugio cargado de dimensión y significado.
A lo largo de la historia, la poesía facilitó una voz a quienes se movían en el silencio y sirvió como registro y referencia de un momento particular que, inevitablemente, trasciende a su creador. En esta línea, Octavio Paz, poeta y ensayista mexicano, dice: “El poeta habla de las cosas que son suyas y de su mundo, aun cuando nos hable de otros mundos: las imágenes nocturnas están hechas de fragmentos de las diurnas, recreadas conforme a otra ley”. De este modo, será tarea de cada generación hallar su propio lenguaje y llevar con gracia la herencia de sus antecesores.
Como parte del enorme clúster de poetas que Latinoamérica puede reclamar como joyas regionales, una gran porción son mujeres: Alfonsina Storni, Idea Villarino, Gabriela Mistral, Susana Thenón, María Elena Walsh, Silvina Ocampo, Juana Bignozzi, Ana Cristina Cesar, Alejandra Pizarnik, Violeta Parra, entre otras. No obstante, para perseverar con la perspectiva de que la poesía es un corpus vivo que resuena con el eco del contexto en el que nace, a continuación, tres poemarios de escritoras contemporáneas que exploran la búsqueda de sentido ancestral en el siglo XXI.
Sin fantasía nadie nada, Flavia Calise
El último trabajo de la poeta bonaerense es, fiel a su estilo, un despilfarro de imágenes que caen desde todas las direcciones para componer, con una técnica precisa y alucinante, textos abundantes y delicados. Cada una de las partes se desprende y se encuentra en el meollo de un universo brillante y distorsionado que recibe la aflicción mundana y la convierte en elixir.
De la escuela de autoras que en el desorden encuentran sentido, su cabeza escribe con interrogantes y habita la vulnerabilidad en un marco de hostilidad. Flavia es bendecida con el don de los adjetivos, habla con la palabra y la palabra habla con ella, la mira a la cara y le propone una salvación: sin fantasía nadie nada.
Toda esta distancia, Paola Soto
A partir de un disparador simple pero efectivo, esta poeta y comunicadora venezolana reordena el proceso de desprendimiento y lo nutre con fragmentos reales de la memoria hasta suturar las heridas en el tejido del alma.
La distancia tiene muchas identidades como la muerte, la ruptura, la nostalgia, pero todas coinciden en un punto: la presencia del vacío que recuerda y reafirma la ausencia.
Con una prosa sencilla que no abusa de la pompa, Paola Soto logra la ardua figura de la profundidad y crea un vehículo capaz de atravesar el tiempo y cubrir el espacio con un paño suave y cargado de armonía.
Diario de una persona inventada, Cecilia Pavón
Este volumen sustancioso recopila la extensa obra poética de Cecilia y, a través de sus 378 páginas, introduce y celebra a una poeta única en su especie. Amiga de lo under y lo divergente, la mendocina renueva la esperanza en la poesía autobiográfica y retrata su vida en textos que mezcla con jirones de visiones casi preciosas y llenas de significado.
Así, la cotidianeidad funciona como un anzuelo que tira para abajo y lleva a los lectores al fondo de un masivo océano que combina recortes de su vida en el barrio de Once, en su casa con su familia e incluso en el extranjero.