En la novela El problema de los tres cuerpos de Cixin Liu, un científico manipulado por una fuerza extraterrestre recibe la indicación de observar el cielo una noche y contemplar cómo el universo le «guiña el ojo».
El efecto, similar a estrellas que parpadean al unísono, no será visible para el ojo desnudo de Miao Wang, un científico brillante pero escéptico; tiene que usar gafas especiales para observar la radiación cósmica de fondo. Wang, incapaz de encontrar una explicación lógica, cae en un estado de ensueño casi catatónico.
El universo también titila en El problema de los tres cuerpos, la adaptación de Netflix de la historia de Liu, que marca el inicio de la trilogía de ciencia ficción Remembrance of Earth’s Past. Sin embargo, en esta versión, el mensaje cósmico no está destinado únicamente a un individuo.
Los creadores de la serie, incluyendo al exitoso dúo detrás de Game of Thrones, David Benioff y D. B. Weiss, optaron por transformar aspectos internos de la novela en momentos mucho más visuales y dramáticos.
En esta escena, el universo titila para todos en la Tierra en una secuencia climática que cierra el episodio inaugural. Los personajes se agolpan en los tejados, con asombro en sus rostros mientras observan el cosmos. Al día siguiente, la especulación se apodera del lugar de trabajo y la BBC emite un informe especial, todo ello reflejando la magnitud del suceso.
Hacer lo que es interno en la página mucho más externo –y mucho más dramático–, es un truco que la serie usa a menudo. Las extensas explicaciones de Liu sobre las sutilezas de la astrofísica se convirtieron en conversaciones compactas y diagramas fáciles de seguir. Los perturbadores desarrollos de la trama se transformaron en espectáculos impactantes.
Muchas de estas alteraciones no son deseadas, otras hacen que los escenarios especulativos de Liu sean accesibles y emocionantes sin perder los trazos generales de la trama: en todo el mundo, algunos científicos importantes murieron inexplicablemente después de tener visiones de una cuenta regresiva. Otros fueron inducidos a jugar un juego de realidad virtual en el que deben intentar resolver el enigma de la mecánica orbital titular.
El culpable detrás de estos movimientos resulta ser una raza alienígena que huye de su hogar condenado, viajando hacia la Tierra para hacerse con el planeta y trabajando durante su viaje—que durará aproximadamente 400 años—para detener el rápido avance tecnológico de la humanidad. En otras palabras, El problema de los tres cuerpos es una epopeya sobre el ingenio humano frente a una crisis existencial.
La adaptación de “El Problema de los Tres Cuerpos” abandona uno de los temas más interesantes de la trilogía literaria
Los libros, en contraste, presentan una amplia variedad de personajes, la mayoría de los cuales son desconocidos entre sí; según sugiere Liu, en ellos las ideas son más relevantes que las relaciones interpersonales.
Sin embargo, la serie de Netflix optó por transformar a muchos de los diversos protagonistas de la trilogía en un grupo de amigos cercanos, todos ellos prodigios científicos en sus treinta años que estudiaron bajo el mismo mentor en la Universidad de Oxford.
Estos personajes son conocidos como los Cinco de Oxford, e incluyen a Auggie (Eiza González), una experta en nanotecnología y la versión del programa de Wang; Jin (Jess Hong), un brillante físico teórico que se ve envuelto en el juego de realidad virtual; Saul (Jovan Adepo), un investigador sin rumbo y el interés amoroso intermitente de Auggie; Will (Alex Sharp), un profesor altruista que ha mantenido un amor secreto por Jin durante mucho tiempo; y Jack (John Bradley), un empresario adinerado que dejó la academia para dirigir una empresa de snacks. Todas estas son versiones bastante fieles a sus contrapartes escritas, aunque adaptadas al formato televisivo.
El resultado es una historia que se siente más apta para la televisión, pero esencialmente abandona uno de los temas más interesantes de los libros: el de la soledad y el terror que pueden acompañar a la búsqueda del conocimiento y el progreso.
Parte del placer de leer la densa historia de Liu es observar cómo mueve a los personajes dentro y fuera, descartando protagonistas a favor de nuevos de un libro a otro. Dado un conflicto que no se manifestará durante siglos, la historia se convierte en una cuestión de qué teorías perduran—y cómo muchos de los personajes que idean planes ingeniosos deben aprender a compartirlos y convencer a otros de su visión del mundo.
Ese tipo de intercambio simplemente no puede ocurrir con personajes que ya se conocen profundamente—y a medida que la primera temporada continúa adaptando material más allá del primer libro, más difícil se vuelve creer que el futuro de la humanidad dependa de cinco amigos que viven en Londres.
La serie diluye la profundidad de sus personajes
Remembrance of Earth’s Past es una saga de un encuentro cercano inminente que afecta al mundo, eventualmente teniendo lugar mucho más allá de nuestro sistema solar. Liu ancló esa escala vertiginosa con personajes individuales cuyos viajes se reflejan entre sí, muchos de ellos tienen la pesada carga de cumplir una misión en solitario.
Sin embargo, el programa de Netflix establece una red de relaciones superpoblada que deja varias subtramas notablemente relegadas. Con demasiados personajes involucrados la historia aplana a la mayoría de ellos en arquetipos: Jack es el alivio cómico. Will es el mártir. Saul es un lienzo en blanco esperando en las líneas laterales hasta que tenga algo que hacer.
A los personajes de Liu también se les criticó ser planos, dueños de una frialdad desapegada de su enfoque. Su estilo sugiere que cualquiera es capaz de genialidad; el verdadero desafío es no ser consumido por el peso del descubrimiento, para manejar una idea de manera responsable.
En el programa, un personaje explica que el mayor arma de la humanidad es «la soledad de la mente», pero lo que la escritura de Liu subrayaba es cómo la soledad también puede ser la mayor ruina de la humanidad.
Una figura solitaria que decide si presionar un botón puede sellar el destino de una población. Una persona con demasiado poder para implementar cualquier plan podría volverse inadvertidamente contra su propia especie. Muchos de sus protagonistas aprenden a depender de otros; no comienzan con fe total en la humanidad.
El uso del programa de un conjunto de actores estrechamente unides socava esta idea. Cuando Auggie comienza a ver la cuenta regresiva, confía en Jin para obtener ayuda. Cuando le dicen que busque el guiño del universo, lleva a Saul con ella como testigo.
La cuenta regresiva no parece tan aterradora con un sistema de apoyo como ese en su lugar, y tener una red de amigos no ayuda a delinear lo que separa a los humanos de los alienígenas.
La especie invasora, tanto en los libros como en el programa, opera a través del pensamiento grupal; no pueden mentir, porque comunican pensamientos instantáneamente.
Los humanos pueden mentir, por supuesto, pero los personajes del programa tienen vínculos tan profundos que comienzan desde un lugar de confianza, dejando poco espacio para ilustrar la decepción. Es como si la mayoría del programa estuviera compuesto por miembros de la Casa Stark, la honorable familia en el corazón de Game of Thrones.
Lo más destacado de la serie, los diálogos de los showrunners
Sin embargo, hay mucho sobre la adaptación disfrutable. Benioff y Weiss son excelentes escribiendo diálogos memorables y económicos. Las imágenes también son geniales, los alienígenas apropiadamente enigmáticos y las actuaciones excelentes.
Hong se destaca como Jin, al igual que Zine Tseng y Rosalind Chao, las actrices que interpretan, en diferentes edades, a Wenjie Ye, la mujer que establece el primer contacto después de perder la fe en la humanidad en medio de la Revolución Cultural de China en la década de 1960.
Ye sirve como la antagonista del programa, habiendo construido un grupo de seguidores convencidos de que los alienígenas salvarán a la humanidad de sí misma y, por lo tanto, ayudándolos a detener el progreso científico de la Tierra.
Sin embargo, el programa avanza rápidamente a través de tanta trama, que termina tratando a Ye y su cohorte como poco más que una molestia, presentando a la humanidad como un frente bastante unido.
A través de los Cinco de Oxford, el programa enfatiza cómo los humanos merecen perdurar porque han construido lazos profundos. Esa es una conclusión dulce y sentimental, pero no es una que los libros hayan querido alcanzar.
Lo que hizo que la trilogía fuera tan impresionante y atípica como una historia de ciencia ficción fue el hecho de que Liu no estaba interesado en cuestionar si los humanos merecían sobrevivir.
En cambio, las novelas exploraron el peligro de la conexión, de cómo un pensamiento, una vez compartido, puede convertirse en una fuerza imparable—una ideología radical y aterradora o una solución astuta a una crisis aparentemente insuperable. Saber que no estamos solos en el universo no debería inspirar comodidad, plantea su escritura. Debería infundir miedo.