En el cuarto piso de un edificio emblemático del barrio de Chacarita funciona Mandarinas, Mujeres por el Trabajo Digno. Entre máquinas de coser, mesas de corte y retazos de tela se encuentra un grupo de trabajadoras del rubro textil.
Mandarinas es una cooperativa textil que surgió hace 10 años, y que si bien al principio eran solo un grupo de mujeres que compartían sus conocimientos, tiempo después lograron conformarse como tal. En la actualidad está compuesta por 15 grupos, de entre 5 y 10 personas cada uno.
Sofia Revillard es diseñadora de indumentaria y trabaja como coordinadora de la cooperativa. Sentada en el espacio que oficia de oficina, rodeada de máquinas de coser, habló de la importancia de no solo generar empleo, sino también de brindar capacitaciones.
“Capacitar a una compañera es darle una herramienta que no es física y no te la va a sacar nadie”, sostuvo en diálogo con Nota al Pie. Además agregó: “tiene algo de volverte útil, de sentir que vos podes”.
¿Cómo surgió la cooperativa?
“La cooperativa surgió en las protestas, en los reclamos de las compañeras y de los compañeros que iban a reclamar, a cortar la calle”, contó Revillard. A partir de allí, las mujeres se dieron cuenta que muchas tenían conocimiento en la confección de prendas, y se organizaron para trabajar.
“Es algo que también nos representa mucho a las mujeres, todas vimos a alguna abuela o mamá hacer la ropa”, expresó la coordinadora. Para la entrevistada, también se relaciona con las tareas de cuidado que llevan a cabo en su mayoría las mujeres.
La cooperativa pertenece al movimiento Libres del Sur, para Sofía “la organización es fundamental para articular todos esos conocimientos”. En relación a ello agregó: “no solamente lo que es la parte de los recursos humanos que somos las mujeres, sino también disponer los espacios físicos, la energía, dirigir los proyectos para ese lugar”.
Por su parte, el nombre Mandarinas también tiene una historia de lucha. Sofía contó que “en las marchas, en la calle al calor de la crisis, se juntaban las mujeres y la característica que tenían era que ellas llevaban cajones de mandarinas porque las jornadas eran largas y entonces para comer tenían mandarinas”.
Desde allí empezaron a reconocerse como “las chicas de las mandarinas” y cuando armaron la cooperativa recuperaron el nombre. “El proyecto empieza básicamente en la lucha, igual que como nos convoca la actualidad”, reflexionó Sofía.
Capacitar: más mujeres con trabajo
La cooperativa, además de realizar prendas y productos, capacita a mujeres de diferentes barrios para que puedan generar sus propios ingresos. La idea es que “la gente se vaya calificando de a poquito, para que si el día de mañana no sigue participando de Mandarinas, pueda encontrar trabajo en otro lugar o puedan trabajar por sus propios medios”.
En cuanto a las capacitaciones, Sofía mencionó que “siempre hay mucho para aprender en el rubro textil, es muy amplio”. Al respecto, aseguró que “tiene muchos subrubros dentro de todo lo que implica realizar una prenda, entonces ahí tenemos mucha posibilidad de cosas para enseñar”.
Los productos que enseñan a realizar en las capacitaciones están pensados para que las mujeres puedan generar ganancias en poco tiempo y casi sin costos de inversión. “Se realizan productos con bolsas plásticas, a través del reciclado de estas bolsas se forma una placa y eso se usa como materia prima”, contó Sofía. “Está buenísimo porque ni siquiera necesitas ir a comprar tela, sino que lo haces con las cosas que tenés en tu casa”, agregó.
También habló del compañerismo y trabajo en equipo. “Cuando nos reunimos por ahí hay una que se ocupó de traer las bolsas, otra que se ocupó de traer las planchas y otra de conseguir la moldería, o una que vino a Chacarita se encarga de transmitirles lo que aprendió a las compañeras que no pudieron venir”, expresó.
Producción a partir del reciclaje
En la actualidad, Mandarinas produce remeras y pecheras, entre otras prendas. A su vez, a partir de material reciclado, genera neceseres, bolsas para las compras, cartucheras y billeteras.
A futuro, además, sueñan con hacer burletes para la parte de abajo de las puertas, para que no entre ni el frío ni el agua. También en hacer algún soporte para llevar las botellas de agua, dado que el material reciclado es impermeable para que la botella no transpire.
En relación a esos productos, Revillard explicó la importancia de que se relacionen con la vida cotidiana de sus compradores. “La idea es que los productos, además de crearse con material reciclado y no tener grandes costos, puedan mejorar la vida cotidiana de quienes los compran”, destacó.
Emprender en contexto de crisis
Consultada acerca de cómo es trabajar desde la cooperativa en este contexto de crisis económica, Sofía explicó que “un poco ya estamos acostumbradas, por supuesto siempre que la realidad se vuelve más cruda se empieza a buscar el lado B”. En sintonía, Revillard declaró: “ya hace muchos años que en los barrios se vive una situación difícil”.
Una de las apuestas para paliar la crisis es no tener costos y trabajar con materiales reciclados, también han recibido donaciones de telas. Además, van a cambiar el lugar de las capacitaciones yendo ellas a los barrios en lugar de que las compañeras tengan que trasladarse, “no es lo mismo pagar un solo pasaje de micro”, explicó.
Sofía también reflexionó sobre la retroalimentación que se genera entre compañeras. “Cuando estás con una compañera con experiencia aprendes un montón, porque ahí es donde está el oficio».
«En este lugar que tengo de privilegiada, de haber ido a la facultad, tengo acceso a la parte más técnica, pero cuando te acercás a una compañera que estuvo muchos años sentada delante de una máquina, ahí conoces el oficio”, concluyó.