El programa de ajuste de Javier Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, no está teniendo resultados favorables para la sociedad argentina. Por el contrario, a la caída de la actividad económica se le suma otra variable que se deteriora fuertemente y a una velocidad récord: los salarios de les trabajadores.
El índice RIPTE (Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables), realizado por la Secretaría de Trabajo, reveló que en enero los ingresos del sector formal aumentaron en promedio un 14,7%.
Pese a que el incremento salarial registró una fuerte alza, en términos reales el poder adquisitivo demostró una pérdida frente a la inflación. Entre diciembre y enero, los primeros meses de gestión libertaria, la caída de los salarios fue del 18%.
Esta cifra se trata del mayor deterioro de las remuneraciones en dos décadas, desde los años posteriores a la crisis de la Convertibilidad. Sin embargo, no hay registro histórico de una pulverización salarial de esa magnitud en un período tan corto de tiempo.
El efecto motosierra y licuadora
En el primer mes del año, el salario de les trabajadores del sector registrado sufrió una contracción real del 4,9%. A esto se le suma el fuerte retroceso de diciembre (13,7%), producto de la megadevaluación de Caputo y las políticas de desregulación de precios.
Actualmente, la remuneración promedio se ubica en $555.269,16, un 23% por debajo del valor de la Canasta Básica Total (CBT), la cual determina la línea de pobreza. Esto quiere decir que el promedio de les trabajadores formales se encuentra en dicha situación crítica.
Mientras tanto, el presidente Milei se jacta del éxito de su programa de gobierno. Tras revelarse la desaceleración de la inflación en febrero, afirmó que la agenda está funcionando y que seguirá adelante con “el plan de la motosierra y la licuadora”.
Lo cierto es que del 33,6% del ajuste interanual del gasto primario, un 43% corresponde a la licuación de las jubilaciones y pensiones, mientras que otro 5% a los salarios de trabajadores estatales, según el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF).
Una comparación histórica de los salarios
El nivel de deterioro salarial se compara al de los años posteriores al estallido socioeconómico del año 2001, pero aún más acelerado. En ese entonces, la contracción del salario fue del 26%, en un período de tiempo mucho más prolongado.
La aceleración de la caída salarial y de la economía en general es tal que quien fuera ministro de Economía durante la crisis de comienzo de siglo, Domingo Cavallo, recomendó a Milei que intervenga para subir los salarios y jubilaciones.
En otros términos, la pulverización del ingreso de les trabajadores en dos meses es equivalente a la caída real en los cuatro años de gestión de Mauricio Macri, y el doble de la licuación durante el gobierno de Alberto Fernández.
Medido en moneda constante, el valor del salario se encuentra a niveles del 2005. Según una comparación del Instituto de Estadística de los Trabajadores (IET), dicho valor se encuentra por debajo del salario promedio en Japón en 1965, de Argentina en 1952 y de Estados Unidos en 1933.
El panorama a futuro es aún más sombrío. Al Gobierno parece no importarle demasiado los retrocesos en la calidad de vida a niveles del siglo pasado, mientras defiende con uñas y dientes su programa de bajar la inflación a costa de hambre y sacrificio popular.