El 1 de marzo de cada año, el Presidente de la Nación realiza un discurso para inaugurar el período de sesiones ordinarias en el Congreso. Es una de las pocas ocasiones en donde se convoca la Asamblea Legislativa, es decir, una reunión en donde están presentes tanto diputades como senadores.
Allí, el mandatario ofrece un adelanto de los proyectos que enviará para su tratamiento durante el año, da cuentas del estado de la Nación y recomienda medidas que considere necesarias.
Luego de casi tres meses de gestión, el presidente Javier Milei tuvo su momento de protagonismo, en medio de las tensiones con las provincias por la negativa a transferir recursos y diferencias marcadas con varies representantes de la Cámara Baja tras la caída de la Ley Bases, enviada por el Poder Ejecutivo en sesiones extraordinarias.
De cara al arco político y a la ciudadanía, Milei dio detalles de la herencia del gobierno anterior, defenestró la figura del Estado y pidió sacrificios a la sociedad argentina, que debe tener “paciencia y confianza” para ver los frutos del ajuste.
El desarrollo del acto en el Congreso
Pese a que la apertura de sesiones es un acto marcado por la tradición política, el libertario quiso darle una nueva impronta para continuar con su estrategia de diferenciarse de la política clásica.
Al estilo del Congreso de Estados Unidos, el gobierno convocó la apertura para las 21 horas, en lugar del mediodía, como manda la tradición. Además, Milei decidió pronunciar su discurso parado en un atril, en un espacio entre las autoridades de los cuerpos legislativos y las bancas.
En representación de las provincias, los gobernadores estuvieron presentes y escucharon atentamente el discurso de Milei, en el que varias veces fueron aludidos.
Afuera del Palacio, un megaoperativo de seguridad con miles de efectivos y el despliegue de un vallado en al menos ocho cuadras aledañas. Esto no logró amedrentar a las organizaciones sociales que se hicieron presentes para visibilizar los efectos del ajuste en las clases populares.
La herencia más pesada: el Estado presente
Las primeras palabras del Presidente fueron un diagnóstico de la situación política, que distinguió como “el momento económico más crítico de la historia”. Una vez más, denunció la herencia no sólo de la gestión pasada sino de los últimos 100 años de gobierno.
Cuando buen anarco-capitalista, insistió en su crítica teórica del Estado, con el apoyo de una cita del economista estadounidense Milton Friedman. Sostuvo que la situación económica es consecuencia del “famoso modelo del Estado presente”. En contrapartida, sostuvo que se necesita “más capitalismo y más libertad”.
Y como representante del persistente modelo neoliberal, que el FMI (Fondo Monetario Internacional) se empecina en instalar aquí, despotricó contra la emisión monetaria (única causa de la inflación, según él) y el déficit fiscal, otorgándole atribuciones diabólicas al gasto público.
Con el objetivo de generar indignación en la sociedad, fue más allá de su convencional discurso sobre la casta política para atacar también a los medios de comunicación, empresaries y sindicalistas, denunciando que forman parte de un esquema de corrupción en todos los poderes y niveles del Estado.
Milei y los frutos del ajuste
Frente al estado de situación que describe, Milei presenta su programa de gobierno como el más ambicioso de la historia. En tan sólo 82 días de gestión, ejecutó un recorte del 5% del PBI.
Tuvo tiempo para destacar como un logro el ahorro que supone la suspensión de programas sociales, pero ni una palabra acerca de la eliminación casi total de la asistencia alimentaria a los comedores comunitarios de todo el país, a pesar de que la cifra de pobreza supera la mitad de la población.
Aunque busca demostrar que el ajuste recae sobre la política con la propuesta de un paquete de leyes “anticasta”, su inconsciente lo traiciona y termina admitiendo que son les trabajadores quienes están sufriendo las consecuencias. “Firmamos un contrato electoral de esfuerzo y sacrificio”, dijo.
En parte confesó la caída de los salarios en sus casi tres meses de mandato, al declarar que “si bien hubo licuación, hubo más motosierra”. A sabiendas de esto, le pide a la población “paciencia y confianza” para ver los frutos de las reformas.
El Pacto de Mayo
El libertario ve cómo disminuye su gobernabilidad a medida que intensifica su postura de confrontación con distintos sectores del arco político. Por esto, afirmó que tiene voluntad de consenso e invitó a gobernadores y líderes de partidos políticos a suscribir el “Pacto de Mayo”, un nuevo contrato social para dar legitimidad a sus medidas.
Las diez consignas del Pacto
- La inviolabilidad de la propiedad privada.
- El equilibrio fiscal innegociable.
- La reducción del gasto público a niveles históricos (25% del PBI)
- Una reforma tributaria
- La discusión de la coparticipación federal de impuestos
- Avanzar en la explotación de los recursos naturales del país.
- Una reforma laboral moderna
- Una reforma previsional
- Una reforma política estructural
- La apertura al comercio internacional