Un equipo multidisciplinario de especialistas del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) estudiaron cuatro pinturas rupestres halladas en Cueva Huenul, provincia de Neuquén. De esa forma, determinaron que la más antigua tiene 8.200 años y la serie de imágenes revela estrategias de resiliencia humana frente a cambios ambientales hostiles. La investigación se publicó en la revista Science Advances.
La Cueva Huenul es un sitio que guarda información sobre el pasado. Allí, hay restos de animales extintos, vegetación, pigmentos y artefactos decorados que muestran cómo vivieron nuestros antepasados desde miles de años. Hace más de 13 años, un grupo de especialistas trabaja en la zona, armando un progresivo gran rompecabezas con cada información que van obteniendo.
Las imágenes estudiadas, las más antiguas de Sudamérica hasta el momento, muestran cómo fue la ocupación de la cueva por las poblaciones cazadoras-recolectoras de la región durante un período climático desafiante, hace aproximadamente 8.200 años.
Pinturas rupestres: Un viaje hacia 8.200 años atrás
Hace 8.200 años atrás hubo un período de extrema aridez tanto en la Patagonia como en todas las zonas que abarcan los desiertos de Sudamérica. Esto impactó en la disponibilidad de recursos clave para los grupos de cazadores recolectores de la región, como el agua, la vegetación y la fauna.
“Pensamos que el arte rupestre desempeñó un rol clave en la construcción de resiliencia humana en este contexto de cambio climático durante el Holoceno medio. Esto por su capacidad para no sólo acumular conocimiento indígena tradicional ligado al mantenimiento de saberes y memorias colectivas sobre la vida en el desierto. Sino también porque esta información puede conservarse en el tiempo y transmitirse a las generaciones futuras”, explicó Guadalupe Romero Villanueva, a través de un comunicado de divulgación. Es becaria posdoctoral del CONICET en el Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL).
Hay una diferencia de 3.000 años entre la pintura rupestre más antigua de las cuatro encontradas en Cueva Huenul y la más cercana al presente, pintada hace 5 mil años. A pesar de la distancia temporal, ambas ilustran un mismo motivo, ya que todas tienen forma de peine. Además, casi no poseen variantes visuales y se utilizaron las mismas técnicas. Por eso, para la científica, esto indica la intencionalidad de sostener en el tiempo, generación tras generación, esta práctica particular de pintura.
La tarea de fechar las pinturas rupestres
“Poder datar directamente arte rupestre es muy complejo desde el punto de vista técnico y metodológico. La pintura, para poder fecharla con el método de carbono 14, tiene que haber sido realizada con material orgánico”, explicó. Además, indicó que cuando encontramos este tipo de registros tempranos, “son también los que estuvieron más expuestos a la degradación ambiental por el paso del tiempo. Los motivos habían sido hechos con carbón y el estado de conservación de las muestras era adecuado para someterlos a datación”.
Durante ese periodo, el grado de ocupación de la cueva fue nulo. Además, no se acumuló carbón adicional en las paredes donde estaban las pinturas, lo que podría haber sido producto de fogones u otras actividades humanas que pudiesen haber alterado los resultados de los análisis.
El paso de la información en el tiempo
“Había, evidentemente en ese momento, una intención de marcar el lugar con imágenes y colores. Color e imagen son elementos que vehiculizan la comunicación de información en múltiples escalas espaciales y temporales”, expresó.
En ese sentido Romero Villanueva explicó: “Creemos que se buscó equipar la cueva y el paisaje que la rodea con información de tipo ecológica y social que pudiera perdurar en el tiempo y ser útil para las generaciones futuras. Esta estrategia pudo resultar muy valiosa para los grupos humanos que se trasladaban todo el tiempo de un sitio a otro o no estaban en contacto frecuente entre sí”.
Según interpretan les investigadores, las pinturas rupestres encontradas reflejan estrategias de supervivencia a las condiciones naturales de hostilidad. “Este periodo se caracteriza por un estancamiento demográfico. Se infiere que en el norte de Patagonia había una población a la que le estaba costando crecer”, explicó Ramiro Barberena en el comunicado. Es investigador independiente del CONICET en el Instituto Interdisciplinario de Ciencias Básicas (ICB, CONICET) y líder del proyecto en Cueva Huenul.
“En esta película se combinan un escenario ecológico de elevada aridez; un escenario demográfico de poca gente distribuida en muy baja densidad, y una población con capacidad de resiliencia. Este uso del arte rupestre para transmitir información permite inferir que Cueva Huenul fue un nodo de interacción y comunicación humana trans-generacional: un punto de encuentro entre poblaciones a pesar de todo”, concluyó Barberena.
Proteger el reservorio que guarda la historia patagónica
Un proyecto de ley presentado en la Legislatura neuquina pretende declarar a Cueva Huenul como Patrimonio Cultural, Arqueológico y Paleontológico. “Tenemos la intención de poner en marcha un plan de manejo y uso público del sitio y su entorno, con el objetivo de contribuir activamente con su conservación”, manifestó.
“Para que Cueva Huenul continúe siendo un lugar donde sucesivas generaciones de humanos podamos encontrarnos, comunicarnos y, sobre todo, aprender de nuestras experiencias pasadas”, indicó Romero Villanueva.