La Coop es una cooperativa de editoriales que cuenta con una distribuidora y librería propia. Esta última, abierta de lunes a viernes de 10 a 15 horas, se encuentra en la calle Bulnes 640 en el barrio de Almagro, Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), a media cuadra de Avenida Corrientes.
A unos metros del Espacio Moebius, con su estilo definido, su vidriera provoca que la gente que pasa por la calle Bulnes frene a mirar las novedades literarias que ofrecen. En el interior, se destacan los estantes de madera y una variedad de colores que la hacen diferente a otras librerías.
La Coop se define como una cooperativa cultural, pero también como una cooperativa de editores y editoras que “se juntaron porque tenían que empezar a trabajar en conjunto ciertas cosas que podían compartir y abaratar costos y podían hacer mejor después”.
Para conocer más sobre ella, Nota al Pie dialogó con su presidente, Marcos Almada. “Estamos un poco en toda la cadena, hacemos los libros porque somos editores. Esos libros queremos que se distribuyan y vayan a la librerías, por lo que tenemos una relación directa con ellas”, explicó. “Pero, también como librerías, tenemos relación directa con editoriales”, agregó.
El origen de la cooperativa
Un grupo de editores y editoras se empezaron a reunir, entre otros lugares, en Zona Futuro (un espacio de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires que tiende a trabajar con nuevas tendencias). A medida que comenzaron a hablar entre elles notaron que tenían la misma necesidad y urgencia, y que sus catálogos eran pequeños. Sin embargo, todes tenían proyección.
Les encargades de iniciar La Coop fueron Paula Brecciaroli de la editorial Conejos, Marcos Almada de Alto Pogo, Juan Alberto Crasci de Añosluz, Marcos Gras de Santos Locos, y Hernán Brignardello de Yuri. Al equipo luego se sumaron Fedra Spinelli en la parte de la distribuidora y Guillermo Ferreyro en la logística.
Su primer objetivo fue armar una distribuidora que no solo distribuya, sino que también gestione su presencia en las diferentes ferias. Una de las ideas que surgieron fue ir juntes a la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, un evento donde el metro cuadrado es caro. “Eso fue haciéndose paso a paso, aprendiendo ese trabajo. Generando relaciones, articulaciones, agendas, una vinculación con otros colegas diferentes como otras editoriales, distribuidoras, librerías y bibliotecas”, describió Almada.
El cooperativismo llegó al mismo tiempo y así lo explica el presidente: “Somos cooperativas porque, en definitiva, nos dimos cuenta que en conjunto podíamos laburar mejor, que cada uno podía hacer algunas tareas diferentes, mancomunar fuerzas y gestionar para producir algo de ganancia, para que esa ganancia pueda pagar sueldos de otra gente que ingrese como socie a la cooperativa o simplemente un prestador de algún servicio que vos contás por fuera”.
A su vez, necesitaban tener una figura jurídica para poder facturar, abrir una cuenta de banco y no relacionar las cuentas propias. “Empezamos a trabajar con mi hermana que es abogada, pero no es experta en cooperativa, por lo que tuvo que ir aprendiendo las cuestiones en un momento que no era tan dinámica la conformación”, detalló Almada. Empezaron el trámite en 2016 y la cooperativa salió recién en 2017. Era burocrático y administrativo. No sólo les sirvió por la parte legal y jurídica, sino que también posibilitó el ordenamiento de lo que hacían “casi a los empujones y caóticamente”.
El siguiente paso de La Coop
La librería fue el último engranaje en el comienzo de La Coop. La última “unidad productiva” en aparecer, tras la distribuidora y el proyecto ferias. “Al principio era un lugar de encuentro. Queremos que lo sea de nuevo y volver a constituir un lugar que trabaje mucho con el barrio”, señaló Almada. En esa línea resaltó que es “la puerta a la calle del proyecto”.
Al recordar los inicios comentó: “Fue un momento muy copado. Éramos cinco personas que trabajamos, que pintamos e hicimos los arreglos. Ayudamos en la carpintería, o sea, hicimos todo esto nosotros”.
En cuanto a libros, desde la librería destacan el trabajo curatorial que realizan hace mucho tiempo con editoriales independientes argentinas y de la región, además de las más conocidas como Anagrama. En ese sentido, el presidente de la cooperativa detalló que venden “cualquier tipo de libro que quieras, pero si no lo tenemos, lo conseguimos”.
El ingreso y las participaciones en la Feria del Libro de Buenos Aires
Una de las principales razones por la que se juntaron estas editoriales fue para formar parte de esta y otras ferias. Sin embargo, esto significó “muchísimo laburo” que no conocían, sobre todo la parte del armado, “con quien hablar de las luces, el wifi”, entre otras cosas. “Fue muy trabajoso, hay que laburar de madrugada para dejar todo ordenado”, relataron desde la librería.
No obstante, tanto trabajo da recompensa ya que para elles la Feria de Buenos Aires, al igual que la Feria de Editores, son siempre “una fiesta” porque les posibilita “ver cara a cara a los lectores”, conocer qué tipos de lectores tienen y gente nueva. Asimismo, señalaron que a lo largo de los años fueron mejorando, entendiendo un poco más el negocio. Y para elles también funciona como un lugar de encuentro con colegas donde podés intercambiar cierta información.
El ataque a la cultura y la creación de la Cámara Argentina de Librerías
Frente a un plan político que amenaza la cultura, Almada sostuvo: “Están todos nuestros sueños apagados por una constancia urgente de lucha. Todo lo que queríamos hacer no lo vamos a hacer, lo tenemos que luchar”.
Cabe destacar que La Coop forma parte de la Cámara Argentina de Librerías Independientes (CALI), conformada recientemente por 12 librerías en relación con otras 200 de todo el país. “Empezamos a soñar y armamos esto. Hoy estamos en ese plan de trabajo de lucha por la no derogación de la Ley de la defensa de la actividad librera”, mencionó.
La CALI surgió por necesidad y les sirvió como una representación organizada para dialogar con diputades y senadores en defensa de dicha normativa y de la Ley del Libro que se pretendían derogar con la Ley Ómnibus.
Con la situación económica actual, mantener la librería es “un esfuerzo sobrehumano”. “Hay ciertos libros que ya son un bien de lujo”, exclamó Almada. Y esto se debe al precio del papel que es, en gran parte, el 60% de su costo. El alto precio de este material genera que el sello editorial tenga que sacar menos libros, esto significa que haya menos autores, menos lectores, menos imprentas gráficas y distribuidoras.
Otra de las consecuencias es que no se sepa qué libros saldrán en las editoriales más independientes, según Marcos Almada, de la editorial Altos Pogos: “Tengo el libro, tengo el PDF, tengo para imprimirlo, pero no tengo la plata para imprimir”.