El principal problema de la economía argentina es la inflación. Es la variable que explica fundamentalmente la derrota en las urnas del gobierno anterior y es la cifra de la cual depende el éxito del gobierno de Javier Milei.
Existen varios métodos para lograr la desaceleración de la espiral inflacionaria y la gestión de Milei y su ministro de economía, Luis Caputo, tiene bien en claro cuál es el suyo. A lo que se refería el Presidente hace unos meses cuando pronosticó un período de estanflación, es que el camino es sumir al país en el estancamiento de la actividad económica para eventualmente apaciguar el aumento de precios.
A menos de tres meses de la asunción, el país ya da señales de que este plan está en marcha. Tanto la producción industrial como el consumo están cayendo en picada, mientras la inflación no muestra intención de disminuir significativamente.
Frente a esta situación, el futuro es incierto. El Gobierno afirma que la economía percibirá un efecto “rebote” y comenzará a recuperarse luego de la caída, pero algunas consultoras ponen en duda este panorama. En el camino, se sacrifica la industria nacional y el poder adquisitivo de les trabajadores.
La crisis del consumo y la producción
El consumo de productos básicos está en caída libre. El gasto de los hogares destinado a este rubro indispensable para la vida cotidiana bajó un 3,8% interanual en enero, sumado al 2,1% que había caído en diciembre respecto al año anterior.
La tendencia a la baja se sintió particularmente en los supermercados, que registraron una caída del 8,3% de las ventas en enero. Esto se explica porque la eliminación de los acuerdos de precios provocó que estos se vieran equiparados a los comercios de cercanía.
Asimismo, la actividad industrial también está en riesgo. La utilización de la capacidad instalada pasó del 66,4% en noviembre a 54,9% en diciembre de 2023. La baja en la producción industrial posiblemente aumente una tasa de desempleo que venía en crecimiento en los últimos años.
En esta línea, el Índice Líder de la Universidad Torcuato Di Tella, que calcula los cambios de tendencia en la actividad económica, registró una baja del 6,7% en diciembre respecto al mismo mes del 2022.
Esta misma situación se puede observar en los distintos rubros. La venta de insumos para la construcción registró una caída del 29,2% interanual (según el Índice Construya), el patentamiento de autos cayó un 33% y la producción automotriz un 16,7% de acuerdo a la Asociación de Fabricantes de Automotores (ADEFA).
El macabro plan de Milei
En medio de este contexto recesivo, con una inflación acumulada de 45% en los primeros meses de gestión, el Gobierno se niega a revalorizar el Salario Mínimo, Vital y Móvil, arrastrando la capacidad adquisitiva de jubilaciones mínimas, trabajadores informales y programas sociales.
Luego de una reunión del Consejo del Salario donde “no hubo acuerdo” entre las partes (en realidad, ni siquiera hubo propuestas por parte del sector empresarial), Milei declaró que “eso de estar fijando precios mínimos no nos gusta”, dando a entender que tomaría la decisión de no aumentar el piso de remuneraciones por decreto y anticipando un congelamiento.
Sin embargo, las medidas fueron en contracorriente a las declaraciones y la Secretaría de Trabajo terminó oficializando un aumento de menos del 30% en dos tramos, llegando a los $202.800 en marzo. Se trata de una pérdida real del 25% respecto a diciembre.
Sin dudas, los salarios de les trabajadores son otra de las víctimas de La Libertad Avanza, aunque la licuar las remuneraciones en pesos también podría ser una política deliberada para posibilitar el otro eje del plan económico: la dolarización.
A pesar de que Milei aún cuenta con un buen porcentaje de imagen positiva, la sociedad argentina no está dispuesta a seguir sufriendo la crisis durante mucho tiempo más. Las tensiones, sobre todo con los sectores de trabajadores organizados, comienzan a traducirse en paros y manifestaciones que denuncian la falta de respuesta del Gobierno.