La nueva novela gráfica de Sole Otero, Walicho, se publicó a finales de 2023, de la mano de la editorial Salamandra Graphic. Como ha ocurrido con otros trabajos de la autora, Walicho ha generado un gran impacto en el entorno comiquero. En este sentido, ha quedado nominado a Mejor Arte Integral en los Premios Cinder, galardones que cada año reconocen lo mejor de la historieta argentina.
La obra marca la vuelta de la autora, luego de la afamada y premiada Naftalina, ganadora del Premio FNAC-Salamandra en 2019. Otero, quien se tituló como diseñadora textil, se ha desempeñado como ilustradora infantil, ha realizado webcómics y, desde 2015, trabaja en sus novelas gráficas.
Walicho cuenta con 376 páginas (17 cm por 24 cm) a todo color, con tapa blanda con solapas y un logo en stamping con brillo.
¿De qué trata “Walicho”?
Todo comienza en el siglo XVIII, con tres hermanas que llegan a Buenos Aires en barco desde España. Aunque no serán las protagonistas directas de las 8 historias restantes, ellas se volverán el hilo conductor de la trama.
De las hermanas, pasamos al presente. En un bar, un hombre le cuenta a un amigo sobre una circunstancia algo incómoda que vive en los últimos tiempos: les vecines parecen tener sexo desenfrenado. Gritan y hacen ruidos tan fuertes que traspasan las paredes.
La curiosidad que el hombre sentirá por lo que hacen al lado de su casa lo llevará a involucrarse en un trance muy bizarro, en el que terminará por perderse a sí mismo.
De ahí, volvemos al pasado y saltamos a Walicho, la historia que le da el nombre a todo el libro. Una mujer y su bebe en situación de vulnerabilidad son acogides por tres hermanas. La mujer, que en un principio parece sentirse a gusto con ellas, poco a poco se dará cuenta de sus verdaderas intenciones.
En la siguiente historia, Otero nos traerá de nuevo a la actualidad, donde veremos a una mujer fóbica, en situación de autoencierro. Ella se comunicará con el exterior a partir de mails que intercambia con un hombre, mientras en las noches sus sueños interpelarán su vigilia.
Las siguientes historias, algo más cortas, nos llevarán a un convento de monjas y curas, a conocer una pareja repleta de dudas e inseguridades, a leer el diario de una niña, a recorrer una ciudad en un patrullero y a participar de la charla de un grupo de amigas.
Relatos autoconclusivos pero interconectados
Más allá de las hermanas del primer relato de donde se desprende toda la obra, les lectores perspicaces y que presten atención a las ilustraciones, podrán distinguir algún que otro elemento o personaje que se repetirá en cada una de las historias.
Serán las sutilezas y los detalles aquello que hilvanará los nueve relatos autoconclusivos que, aunque en un principio parezcan independientes, poco a poco denotarán estar interrelacionados a través de los walichos.
Tal como indica el título de la obra, Walicho reúne historias de terror y muy oscuras. Al respecto, a lo largo del libro, se explorará el lado más ancestral del concepto, anclado en el significado original del mapudungun, la lengua mapuche, que refiere a una entidad maligna, y el sentido más actual, asociado al lunfardo. Este último significado, evoca la idea de brujería y la acción de hechizar a alguien.
Sea cual sea la perspectiva del concepto en la que cada relato navegue, varias serán las cuestiones que atravesarán las diferentes historias. Entre esos temas, la vida, la muerte y el sacrificio serán centrales, como también la sororidad y el poder femenino. Estos dos últimos aspectos, asociados tradicionalmente a la brujería y a la demonización de las mujeres, atravesarán todas las historias y la autora se encargará de darle diferentes significados.
Entre otras cuestiones que aparecen en una potencial interpretación más profunda, se encuentra la temporalidad. Al respecto, la obra abre el juego, para proponer acontecimientos que se solapan y que, de manera dinámica, van hacia adelante y hacia atrás en la cronología. Veremos historias que parecen transcurrir en forma contemporánea y que por momentos tienen cierta relación, a partir de elementos que se repiten o que bien pululan de relato en relato.
Hay algo que Otero deja muy en claro en el universo de Walicho: el tiempo no es lineal, por lo que los acontecimientos se vuelven transversales para influirse mutuamente.
Un tratamiento del color que construye sentido
La propuesta visual y estética de Walicho sugiere la construcción de un universo compartido. No solo el devenir de los acontecimientos y de las temporalidades tejerán una trama transversal común, sino también el tratamiento del color que la autora plasme en cada una de las historias.
A este respecto, en una lectura profunda del libro y que permita jugar con el orden de los relatos, les lectores podrán advertir cómo entre historia e historia algunas tonalidades permanecen y otras se pierden. Serán las continuidades y las rupturas en el color lo que permitirán percibir cambios de tono en el relato, al mismo tiempo que ubicará temporalmente a las historias. La luz y las sombras, serán centrales al respecto, como también los tonos fríos y cálidos.
Entre otras cuestiones que atañen al color, se encuentran los tonos de los papeles y de las páginas en general, más allá del borde de las viñetas. Se trata de decisiones que construyen sentido a lo largo del libro, para establecer límites asociados a las historias y sus interconexiones.
En lo que respecta al diseño de personajes, la autora continúa con su estética visual que la distingue y la identifica. Veremos diversidad de corporalidades que no se ajustan a una estética definida, algo que se ve reforzado con el uso de colores que no se ajustan a la figura humana. Todo ese combo visual resulta muy atractivo, ya que acentúa el terror y esos walichos sobre los que gira todo el libro.