A casi 50 días de haber asumido aparece el síntoma calendario, no siempre presente en los procesos políticos de la historia. Esto es cuando el análisis se da no solo en el tiempo que pasó desde determinado acontecimiento, sino en la idea cotidiana de pensar cuánto falta para que algo suceda. El ejemplo es el fin del mandato presidencial, que en nuestro país es de 4 años en los tiempos constitucionales.
Pero el tiempo, constante y cíclico, paradójicamente no corre siempre a la misma velocidad. En la Argentina de Javier Milei, la dinámica de los acontecimientos hace sentir en el cuerpo social la sensación de mucho más que los menos de dos meses de gestión.
La batería de medidas dispuestas en las dos iniciativas, el Decreto de Necesidad y Urgencia 70/2023 y la Ley Bases, pretenden dar vuelta como una media una estructura que lleva décadas. La idea de la desregulación prácticamente total de todos los sectores de la economía, junto con el copamiento de los resortes de la burocracia estatal por parte de los grupos económicos conforman un cóctel explosivo.
El resultado es más cantado que “La morocha” y augura un nivel de concentración de los ingresos cada vez más injusto, una exclusión social, pobreza e indigencia a niveles aún superiores a los ya altos que existían. Una especie de efecto dominó, donde el ciclo de inflación, caída de la actividad y ajuste fiscal (todo claro, sin recomposición de los ingresos), dejarán en pocos meses un panorama desolador.
Para eso, porque la tolerancia popular tiene límites precisos, el Protocolo de Patricia Bullrich y todas las medidas represivas que están todavía incluidas en el Proyecto Bases. Viva la libertad, de hacer negocios. Aunque las mayorías, dice el Presidente, no la ven.
El departamento de Recoleta
Cristian Caram es un empresario dueño del emprendimiento turístico-cultural Madero Tango. Pero a la inversa de los que “entraron a la política”, Caram entró al mundo de los negocios después de haber sido integrante de la Unión Cívica Radical (UCR). Llegó a ser vicepresidente de la Legislatura porteña y en sus redes se sigue definiendo como radical.
La reconstrucción de los hechos indica que en su departamento, frente al tradicional bar La Biela, se terminó de completar el dictamen con 55 votos, de los cuáles 34 fueron en disidencia, con lo que el oficialismo logró cerrar el trabajo en la plenaria de comisiones de la Cámara de Diputados.
El anfitrión de la reunión, etapa superior de las que se habían efectuada en forma paralela a los despachos oficiales en el Hotel Savoy, fue Federico Sturzenegger, el nombre sin cargo en las sombras de las iniciativas oficiales. Una especie de recopilador del DNU y el proyecto, escritos por los abogados de los principales estudios jurídicos del país en representación de las empresas más concentradas.
Una secuencia de construcción de un cuerpo jurídico con muchos rasgos de ilegalidad, que ya están siendo cuestionados ante el Poder Judicial. En el caso del DNU, porque el propio Gobierno admitió que no tenía los informes y dictámenes previos de las áreas correspondientes a cada una de las materias sobre las que versa.
El proyecto de Ley, por su parte, ya venía mal trazado. Luego del espectacular video, con edición de película épica, en el que las propuestas del Ejecutivas viajaron envueltas con moño argentino, de las manos del ministro del Interior Guillermo Francos a las del presidente de la Cámara de Diputados Martín Menem, todo se degradó en la plenaria de comisiones.
Las convocadas fueron 3 (Legislación General, Asuntos Constitucionales y Presupuesto), cuando en rigor a la verdad debieron ser al menos 30 las comisiones que participaran del debate.
Las rondas de exposiciones de algunos funcionarios, débiles en la defensa del mamotreto legal y con las escenas de micrófonos cortados a los diputados que repreguntaban, se complementaron con un amplio rechazo de los representantes de diversos sectores que fueron convocados a dar su opinión.
Pero como el oficialismo tuvo dificultades, por la doble condición de fuerza débil en lo parlamentario como por lo invotable de la mayoría del articulado, apeló a una estrategia rara.
Una especie de seducción violenta con acusaciones y amenazas en público (contra los diputados, los gobernadores, en definitiva contra la sociedad toda), de generar un ajuste aún mayor si la ley no salía. Pero al mismo tiempo con lo peor de la vieja política, de espaldas a la información pública, con poco apego a la transparencia y rozando los acuerdos espúreos.
Si alguna vez Alberto Flamarique, ministro de Trabajo de Fernando De la Rúa, dijo que para los senadores “tenía la Banelco”, casi 24 años después la frase podría traducirse en para terminar de convencerlos tenemos el Hotel Savoy y si no alcanza, un coqueto departamento en Recoleta.
El Messi de las finanzas
«El paquete fiscal tiene que ver con el blanqueo, moratoria, ganancias y retenciones, puede incluir el cambio en la movilidad jubilatoria», afirmó el ministro de Economía, Luis Caputo. Una salvedad necesaria: tanto Ganancias como moratoria no estaban en el Proyecto Bases ni surgieron en los dictámenes posteriores, aún el que fue firmado en blanco y en una fingida disidencia por parte de cierta oposición.
Fue parte de la conferencia de prensa convocada para el viernes por la noche, cuando aún no se había oficializado el llamado a sesión para el martes 30 de enero. En política una derrota, pero con un detalle que suele ocurrir tras las rendiciones de una fuerza en un conflicto bélico: dejar el campo minado.
En este caso no va a ser necesario convocar a nadie para encontrar los artefactos, está a la vista y a esta altura constituye el mayor peligro de lo que queda en pie de la Ley Bases. El artículo mediante el cual se le otorgan a Javier Milei facultades extraordinarias por un año, implica en la práctica darle la posibilidad de sacar por decreto todo aquello que estaba incuído en el capítulo fiscal que sacaron del articulado.
Dicen que las buenas noticias las anuncia el Presidente y las malas los ministros. Por eso Luis Caputo, el tomador de deuda que se enoja con la historia haciendo la extraña maniobra de no reconocerse como parte de la misma, fue el encargado de poner la cara.
Afuera de esta nota quedó el más reciente AFUERA de este Gobierno, aunque todo indica que no será el último. Guillermo Ferraro dejó de ser ministro de Infraestructura y sus competencias serán absorbidas por el propio Caputo.
La explicación extraoficial giró en torno a su filtración de la frase de Milei en la reunión de Gabinete del jueves 25, un día después del paro y la movilización. «Los voy a dejar sin un peso», en principio son palabras dirigidas a los gobernadores, que están asumidas hace varias semanas por las mayorías del país.
Por eso la calle. Por eso esa vena inflamada por donde transita la democracia en tensión de la Argentina, que no solo se cocina entre pocos, que se envuelven en la oscuridad del poder como gestores de los privilegios. Una democracia abierta y participativa, que con sus matices y contradicciones, cada tanto decide que no alcanza con votar y que las urnas pueden esperar dos años.
Vivir dignamente es algo de cada día y para eso no hay que pedir permiso.