En Estados Unidos, la belicosa administración demócrata liderada por Joe Biden insiste con la asistencia militar para Ucrania y advierte, por lo menos discursivamente, de un fuerte apoyo a largo plazo. Sin embargo, a menos de tres meses para que se cumpla el segundo aniversario del estallido bélico en Europa del Este, cada vez más voces cuestionan la política exterior de Biden.
Una creciente oposición republicana
En los próximos días, cuando el poder legislativo retome sus actividades en Estados Unidos, el Partido Demócrata buscará aprobar un nuevo paquete de asistencia militar para Ucrania. Desde Kiev, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski lo solicitó con urgencia para afrontar un horizonte sumamente difícil en el terreno militar tras el previsible fracaso de la famosa “contraofensiva ucraniana” y las crecientes divisiones hacia el interior del Ejército.
La Casa Blanca, interesada en alargar el conflicto y reacia a cualquier tipo de negociación de paz entre Moscú–Kiev, fue la principal financista del régimen de Zelenski y, por diversos motivos, quiere continuar siéndolo. Sin embargo, los numerosos focos de conflictos a nivel global que tienen a Washington como implicado generan fisuras en la política doméstica y amenazan con frenar el paquete de ayuda previsto para antes de finalizar el año.
El Partido Republicano, impulsado por la creciente influencia de la nueva candidatura de Donald Trump, resolvió condicionar la aprobación de la asistencia militar Ucrania a cambio de medidas para reforzar la seguridad en la frontera con México. La fuerza conservadora sostiene que EE.UU se encuentra en una la peores crisis migratoria de su historia mientras que el gobierno de Joe Biden despilfarra recursos en frentes externos.
Tal argumento es avalado, según varias encuestas, por casi la mitad de les estadounidenses. Un reciente sondeo de The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research reveló que un 45% de las personas encuestadas piensa que el gobierno de Biden gasta demasiado en la asistencia a Ucrania.
Discursos tranquilizadores
Lo cierto es que las perspectivas para Ucrania y el gobierno de Zelenski no son para nada alentadoras. Desde Kiev, mientras enfrentan las consecuencias del fracaso de la contraofensiva, la baja moral en sus tropas y el cansancio de la población, también ven como los apoyos de sus aliados norteamericanos y europeos son cada vez más resistidos.
En este sentido, el gobierno de Biden, que considera la cuestión ucraniana como un asunto trascendental para intentar debilitar el ascenso del esquema multipolar encabezado por el tándem China–Rusia, busca enviar señales tranquilizadoras a Kiev y asegurar la llegada de la asistencia occidental.
El pasado 20 de noviembre, por medio de una visita sorpresa a la capital ucraniana, el secretario de Defensa de EE.UU, Lloyd Austin, fue el encargado de reunirse con Zelenski. “El mensaje que le traigo hoy, señor presidente, es que Estados Unidos está con usted y permanecerá con usted durante mucho tiempo”, sostuvo el funcionario durante el encuentro con el Jefe de Estado ucraniano.
Este miércoles, en el marco de un encuentro de los ministros de Relaciones Exteriores de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Bruselas, fue el turno del secretario de Estado de EEUU. En rueda de prensa, Antony Blinken afirmó que “la respuesta aquí de la OTAN es clara e inquebrantable: debemos y seguiremos apoyando a Ucrania”.
Del mismo modo, el funcionario norteamericano minimizó las fisuras hacia el interior de su país y aseguró que el paquete de ayuda militar se aprobará en las próximas semanas. “Lo que sigo viendo, lo que sigo oyendo, es un fuerte apoyo bipartidista en ambas cámaras del Congreso (de EE.UU.) para Ucrania”, declaró Blinken.