El próximo 10 de diciembre, el líder de La Libertad Avanza (LLA), Javier Milei, asumirá como presidente de Argentina tras vencer en el balotaje por once puntos a Sergio Massa. Durante su campaña, el economista libertario hizo propuestas disruptivas en distintos ejes de gobierno, donde la política exterior no fue la excepción. ¿Cuáles son los cambios que se pueden esperar en la relación del país con el mundo bajo el gobierno de Milei?
El marco internacional
La victoria de Javier Milei representa, en muchos sentidos, la apertura de la Caja de Pandora. Si bien podríamos encuadrar al futuro gobierno bajo la categoría de un nuevo ciclo neoliberal, la singularidad de muchas de sus propuestas significan un terreno inexplorado para la sociedad argentina. Sin embargo, en el caso de la política exterior, la receta es conocida: Milei ha prometido, una vez más, un alineamiento total con Estados Unidos.
No obstante, a diferencia de la década de los 90, donde el relato del “fin de la historia” era la justificación para reducir el gobierno argentino a una mera administración colonial, el mundo que le espera al economista libertario es completamente distinto al de aquellos años.
En ese marco, como venimos advirtiendo en Nota al Pie, el sistema internacional se encuentra en una una profunda transición donde la redistribución del poder global es el factor que determina las relaciones internacionales.
Para empezar, EE.UU, país al que Milei ve como modelo a seguir, es un imperio en un innegable declive. Su hegemonía es disputada por el ascenso de los emergentes multipolares. Más aún, dentro del propio imperio, un nuevo Consenso de Washington está siendo delineado bajo una premisa evidente e importante: el mercado no puede ni debe autorregularse.
El esquema multipolar, que encabeza e impulsa el tándem China-Rusia, se encuentra en un proceso de franco ascenso. La crisis al interior de la élite unipolar anglosajona ha contribuido a este fenómeno, al debilitar la hegemonía de Estados Unidos y sus aliados.
En ese marco, bloques regionales e internacionales como el BRICS, la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), la Unión Africana o la propia Liga Árabe van ganando relevancia en los asuntos internacionales. Incluso las correlaciones de fuerzas en su conducción han cambiado en favor de una visión multipolar.
En otras palabras, el futuro presidente de un país que tiene el potencial para ser un actor más que relevante en el sistema internacional, Javier Milei, pretende orientar la política exterior argentina bajo una visión obsoleta. Y, paradójicamente, quien repitió hasta el cansancio la necesidad de que Argentina se abra al mundo, puede ser quien lo aísle.
Pragmatismo diplomático o dogmatismo neoliberal
En estas horas, bajo el marco descrito, el debate sobre las relaciones exteriores gira en torno a si el presidente electo, Javier Milei, cumplirá sus promesas de campaña o, por el contrario, una dosis de realismo político prevalecerá en su relación con los demás países del mundo. En caso de que lo primero se confirme, es decir, una política exterior guiada por el dogmatismo ideológico neoliberal, la Argentina se encaminaría hacia un giro de 180 grados.
Como lo anticipó Milei, quien dijo que en caso de llegar a la presidencia argentina sus principales aliados internacionales serían Estados Unidos e Israel, el país parece encaminarse a una vuelta a la época de las “relaciones carnales” con las potencias occidentales.
En este contexto, el saqueo de los principales recursos estratégicos podría convertirse en la norma durante los próximos 4 años. Por lo pronto, el presidente electo anunció que antes de su asunción viajará a Estados Unidos e Israel, una señal que parece confirmar la dirección de su futuro gobierno.
Milei y los impactos del aislacionismo internacional
Del mismo modo, si el economista libertario cumple con su promesa de no hacer negocios con países “comunistas”, la relación con los dos principales socios comerciales del país se verá gravemente comprometida, con consecuencias negativas para los distintos sectores económicos argentinos. En la actualidad, tanto China como Brasil representan el 35% del comercio argentino.
Por ello, si las radicalizadas declaraciones de Milei se afirman en la lógica que la cancillería argentina mantendrá durante la gestión libertaria, es probable que la Argentina no se incorpore finalmente a los BRICS, algo que se anunció en agosto de este año pero que se iba a hacer efectivo a partir del 1 de enero de 2024.
En otras palabras, Argentina perdería la oportunidad de integrar un bloque que, sin tener en cuenta las futuras adhesiones, representa el 25,7% del PIB mundial, el 18% del comercio global, el 42% de la población del planeta e incluso el 20% de la inversión a nivel mundial.
En la misma línea, antes de la elección, Milei prometió trabajar para eliminar el Mercosur, al que calificó como una “unión aduanera defectuosa”. Por lo tanto, está claro que la integración regional no será una de las prioridades de la nueva gestión de la Casa Rosada.