La primera muestra del Museo Travesti Trans de Argentina comienza con imágenes en blanco y negro, de la década de 1940. Continúa en el tiempo y termina en una explosión de color, brillos y banderas. Cuenta una historia de sobrevivientes, que estrenaron este miércoles 7 de noviembre una exposición que desafía la museabilidad.
El museo se concibió como itinerante, y su primera sede fue la Comisión Provincial de la Memoria (CPM), en la ciudad bonaerense de La Plata. Allí se quedará hasta la próxima semana, cuando comenzará a visitar otras latitudes. Su acceso es libre y gratuito.
Inauguraron esta colección histórica un panel de mujeres que se autodefinieron como sobrevivientas. Como representante de la CPM participó Ana Soffiantini; también estuvieron presentes la activista travesti Marlene Wayar, y la directora de Otrans, Claudia Vasquez Haro.
El museo condensa casi cien años de historia del movimiento travesti trans en Argentina. Cuenta con un gran número de fotos, recortes periodísticos, revistas, documentos y objetos. Su meta es construir una memoria travesti, trans, colectiva, plural y subjetivizante.
De tacos y coronas
“¿Cómo rompemos el silencio? ¿Cómo socializar el dolor?”, se preguntaba Claudia Vásquez Haro. La respuesta fue compartir las memorias y registros de la vida de travestis argentinas al público en general.
Esta muestra del Museo Travesti Trans tiene como punto de origen temporal a Malva Saez, una trava pionera. Se la ve en blanco y negro en sus fotos antiguas, con vestido y guantes. Malva era chilena de nacimiento pero argentina por elección. En 1943 cruzó la cordillera de los Andes a pie, junto a dos amigas travestis.
Claudia Vásquez Haro explicó que no todas las fotos del museo tienen necesariamente características profesionales. “Algunas se tomaron con la cámara del propio celular, para retratar momentos muy importantes”, recordó. Entre ellos, se encuentra la lucha por la Ley de Identidad de Género.
En ese sentido, el museo se concibió como un desafío a la concepción hegemónica de museabilidad. Lo importante para sus creadoras no es que se muestre “lo lindo”, sino lo real, los objetos que registran el paso del tiempo y la lucha del colectivo.
La exposición cuenta con cuatro ejes que articulan el recorrido. Tacos Altos comparte lo que significan estos elementos para las travestis y trans. «Simbolizan no sólo la feminidad, sino una prótesis del cuerpo que permite deconstruir los roles de género hegemónicos impuestos por la heteronorma», se podía leer en la muestra, justo a unos tacos altísimos, negros y con plataforma.
Otro tópico es Travestismo y sincretismo religioso, que se opone al histórico discurso católico que condenó como pecadoras a las personas por su orientación sexual o identidad de género. Allí, se expone un altar con imágenes religiosas que las mujeres travestis trans tomaron como propias a lo largo de los años.
Una mesa casi al finalizar el camino de la muestra llama la atención a la distancia. Contiene coronas, gargantillas, anillos, todos accesorios con muchos, pero muchos brillos. «Los certámenes de belleza para las travestis y trans implican un acto performativo», afirma el texto acompañante.
Servían no solo para visibilizar su «propia existencia», sino para reapropiarse símbolos de la realeza. «La corona, la banda, el cetro y la joyería, fueron elementos que nos permitieron desacralizar a la nobleza, y cuestionar constantemente el lugar que ocupa en la esfera y la clase social».
Por último, el eje Destrabar el saber se refiere al transepistemicidio. «Es hablar sobre una invisibilidad a la producción travesti y trans del conocimiento. Sería la representación del transodio en la producción intelectual», explican las creadoras.
La experiencia de una sobreviviente
El panel de inauguración contó con la presencia de Marlene Wayar, cuyas palabras emocionaron hasta las lágrimas. La activista travesti trans hizo reflexionar al público presente, sobre cómo las formas de discriminación hacia el colectivo están internalizadas en la vida diaria.
“Ningun genocidio es igual a otro, siempre se reconfiguran”, afirmaba Marlene al iniciar su intervención. Se refería al genocidio que sufrieron (y sufren) las personas travesti trans en nuestra sociedad. “Nada se va a parecer al nazismo, con respecto a la evidencia”, reflexionaba la activista, al compartir las formas en que se maltrata y elimina al colectivo de la diversidad sexual.
Así, puntualizó en que los derechos humanos son para la gente blanca. “Para el resto hay piedad, compasión y limosna”, se lamentó. En todo momento, Marlene trajo a la charla a las travestis migrantes, afrodescendientes, marrones que sufren el racismo, además del transodio que surge como regla en la sociedad.
“Hay un movimiento migratorio mucho más profundo en la comunidad travesti trans”, compartió la referente. “Se trata de migrar de la familia heterosexual a la nada”, agregó. “Es un ejercicio genocida puntual, ya que no hay otra sociedad que esté dispuesta a despojarse de la cría y las responsabilidades de crianza; por algo tan personalísimo como la identidad de género, la orientación sexual, el modo de vestir, los gestos y los modales”.
De esta forma, hizo hincapié en la situación de prostitución que atraviesan muchas personas del colectivo travesti trans. “La sociedad nos prostituye con el ejercicio del hambre”, afirmó emocionada. “Para que la muerte no sea hoy te chupo la pija, para que no llegue hoy te rompo el culo, para que no llegue hoy te voy a cagar, te voy a mear”, ejemplificó sobre las situaciones que viven quienes deben prostituirse para poder mantenerse y así seguir viviendo.
Además, Marlene resaltó la necesidad de destacar características del colectivo travesti trans, como el color y el ruido. “Nos tenemos que preguntar: ¿por qué lo trans? ¿Por qué dejamos de ser travestis?”, planteó como interrogante. “Eso nos emblaquece, nos acerca a lo que la comunidad heterosexual quiere, elimina el ruido”, se contestó.
Tanto ella como Claudia Vasquez Haro afirmaron que el Museo Travesti Trans de Argentina nace en un momento crítico. El avance de las derechas peligra el acceso a derechos que consiguió el colectivo tras arduos años de lucha. Por eso, se lo plantea como una respuesta política.
La exposición funcionará de forma itinerante, como una manera de salir de la capital del país y acercarse al territorio. “Ya tuvimos muchas invitaciones a través de nuestro Instagram”, compartió Claudia Vasquez Haro. A través de sus redes sociales se podrá seguir el recorrido de este museo que rompe los esquemas de lo que debe ser mostrado en vitrinas y atriles.