La posibilidad de que La Libertad Avanza (LLA) se convierta en el próximo partido político en gobernar Argentina plantea una extensa lista de polémicas e incertidumbres.
La sociedad parece arrinconada ante el abismo que propone Javier Milei: individualismo, dolarización y la eliminación total del Estado. La percepción es generalizada: las nuevas propuestas de Milei son resultado de hurgar en el pasado, buscando respuestas a los enigmas y problemas del presente.
La fórmula ya es conocida, la teoría de los dos demonios se instaló con fuerza cuando creíamos que era cosa del pasado, y a eso se suma la elección de hacer propias las palabras que alguna vez fueron del dictador Emilio Massera, en medio del debate presidencial.
El candidato y LLA recogen la herencia del pasado oscuro de nuestro país para ofrecer una alternativa que, como ya vimos, de nuevo tiene poco.
Como si todo esto fuera poco, el represor Jorge Eduardo “Tigre” Acosta, condenado a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad, difundió una carta en la que se muestra entusiasmado con la idea de que LLA triunfe, haciendo referencia a la definición de la elección presidencial en el ballotage del 19 de noviembre.
La carta, las bombas y los jardines
En el último debate presidencial el candidato ultraliberal tildó a Patricia Bullrich como “montonera tirabombas”, y la acusó de haber puesto explosivos en jardines de infantes durante su militancia en la agrupación.
En este contexto, y en el escandaloso marco de las demostraciones públicas de acercamiento entre Milei y la presidenta del PRO, el Tigre Acosta publicó en el sitio web Prisionero en Argentina, una carta que luego fue difundida por Página 12.
En el texto Acosta se expresa públicamente, pero “con la intención de no interferir con el proceso electoral”, y se muestra entusiasmado porque “se aproxima la hora del conocimiento de la verdad, pero no la que se dice que es la verdad que surgió de juicios manejados por ‘la patria socialista'».
El militar fue responsabilizado por dirigir el grupo de tareas que operó en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) y actualmente cumple su condena en la Unidad 34 de Campo de Mayo. Fue declarado culpable de crímenes tales como torturas, abusos sexuales, robo de bebés, secuestros, homicidios y desapariciones.
En el mensaje, Acosta hace hincapié en la veracidad de las bombas en jardines de infantes, colegios y hospitales, respaldando a Milei, y refuerza su versión con imágenes de diarios de la época.
Sugiere revisar la obra de Jorge Héctor Di Pasquale, oficial de inteligencia del Ejército, condenado por crímenes vinculados al terrorismo de Estado en Neuquén y en La Plata. Este último, es uno de los presos por delitos de lesa humanidad a quien la candidata a vicepresidente por LLA, Victoria Villarruel, visitó en la cárcel.
La verdad que espera para salir a la luz, según el represor, es la misma que defiende Villarruel, y es la que vino a instalar con inusitada fuerza la versión de la teoría de los dos demonios y la guerra entre dos bandos.
Acosta remite a la época de la última dictadura y los años anteriores como una «Guerra Civil Revolucionaria Terrorista Trotskista en los años 70». Y en ese sentido, señala: «No he sido víctima ni reconozco que persona alguna me considere víctima por ello».
En septiembre, la diputada nacional convocó a un acto en la Legislatura Porteña para homenajear a las víctimas de actos terroristas del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) y Montoneros. Allí se oyeron testimonios, mientras afuera del edificio manifestantes hacían llegar su repudio al evento que tenía claras tintes negacionistas.
El discurso de Massera
En el marco del debate presidencial, los candidatos debían exponer sobre Derechos Humanos y convivencia democrática. Milei optó por hacer una polémica revisión del gobierno de facto: el economista aseguró que “durante los 70 hubo guerra y allí las fuerzas del Estado cometieron excesos”.
Los dichos del candidato fueron furor en las redes, a través de comparaciones con las palabras de Massera durante su defensa en el Juicio a las Juntas. Es casi idéntico, ambos utilizan las palabras ‘guerra’ y ‘excesos’.
Jorge Rafael Videla, quien pergeñó de la teoría de los dos demonios, también utilizó los mismos conceptos mencionados, así como el de “abusos de poder”. Lo que le valió a Videla los conflictos con varios comandantes de Cuerpo que sostuvieron que se estaban olvidando de los caídos en la “lucha contra la subversión”.
La referencia a los excesos dio pie a la solicitada que firmaron las Madres de Plaza de Mayo, en octubre de 1977. Milei reforzó en la actualidad la negación a la cifra de 30.000 desaparecidos abriendo una peligrosa puerta para que muchos de sus votantes pongan en discusión la veracidad de la historia.
En los últimos días, Villarruel arremetió también contra la película Argentina, 1985, que retrata la intervención de la fiscalía en el Juicio a las Juntas Militares. La diputada retuiteó en su cuenta de X un posteo criticando que los cadetes del Colegio Militar de la Nación deban ver el film.
Yo los conozco
¿Pero qué significa que, a 40 años de la restauración de la democracia, un candidato utilice los discursos de los dictadores? ¿Qué dice de la sociedad, que una de las principales fuerzas políticas llame “excesos” a la violación sistemática de mujeres, a tirar personas al agua y robar la identidad de cientos de bebés cuyos padres fueron desaparecidos?
Es sabido que cada generación se define mediante el recorte del problema político que entienda como relevante. Pero en este caso, la apropiación del concepto de ‘libertad’ parece disputar ciertas peleas dadas, históricamente, en el campo de lo que podríamos llamar “progresismo”, propio de un ciclo político iniciado hace cuarenta años.
Allí se prometía recuperar un derecho vulnerado en el siglo anterior, el hecho de poder elegir representantes y ser elegido como tal, era el punto de partida para conseguir más derechos, no para restarlos.
El partido de Milei se consolidó como una fuerza que cuenta con apoyo de distintos sectores sociales y económicos y cuyos votantes no reúnen características en común más allá de “la necesidad de un cambio”.
Es numerosa la franja de personas, votantes, que se definen “cansados” de los problemas económicos y de los mismos de siempre, esa “casta” contra la que el candidato supo construir su emblema y que ahora se ve doblegado por la foto del abrazo con Patricia.
Los distintos espacios sociales convergen en el punto en que la democratización de la sociedad no pudo integrarlos o absorberlos, y buscan ahora desafiar la identidad cultural yendo con el candidato que ofrece una lucha contra las conquistas colectivas.
Los fracasos innegables de este gobierno y los anteriores, como los niveles de pobreza en el país y los escándalos políticos, solo pueden hacerle el trabajo más fácil. ¿Cómo convencer a un votante que la solución está en manos de Insaurralde, si las tiene ocupadas manejando el yate en Marbella?
El León, como se hace llamar Milei, no abandona el tono mesiánico y apocalíptico y avanza contra la democracia entendida como democratización.
Sin embargo, el 30% de los votos que obtuvo Milei no se traduce en un 30% de la población que esté de acuerdo con privatizar la educación, la salud y negar la dictadura.
Pero, aunque los resultados de la elección no transparentan lo que la sociedad piensa, es innegable que genera un impacto sobre la misma y está corriendo el debate, cada vez más, hacia la derecha.