El proyecto, iniciado en 2020, fue elegido entre más de 900 iniciativas que se postularon a la convocatoria de Ideas Proyecto de la Agencia I+D+i para desarrollar soluciones a la pandemia de COVID-19. En ese marco, la Dra. Juliana Cassataro, investigadora del CONICET y la UNSAM, presentó su propuesta y recibió apoyo económico público para validar la vacuna.
En la investigación en las universidades y centros, estuvieron trabajando más de 600 personas. Además del equipo del laboratorio Pablo Cassará, y los organismos públicos involucrados en diferentes etapas: la Agencia I+D+i, el CONICET, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, el Ministerio de Salud y la Agencia Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnologías Médicas (ANMAT). También contaron con más de 2000 voluntaries argentines que pusieron el cuerpo para los ensayos clínicos.
“Para estas etapas, la Agencia I+D+i destinó 3.170 millones de pesos, pero no hay que olvidar que para que todo esto sea posible, fue fundamental contar desde el inicio con un sector académico formado y capaz de desarrollar, una industria farmacéutica nacional fuerte y dispuesta a invertir, y un Estado activo y presente”, explicó Laura Toledo, directora del Fondo Argentino Sectorial (FONARSEC) de la Agencia I+D+i.
¿En que se diferencia a las vacunas existentes?
Esta fórmula se basa en una proteína recombinante, una porción del virus que se genera de manera artificial, y que, gracias a los avances de la ciencia, se sabe que es la que consigue despertar la respuesta inmunológica y generar defensas para protegernos de infecciones.
La vacuna ARVAC Cecilia Grierson se basa en una plataforma conocida, que ya se aplica para prevenir la hepatitis y el HPV, y genera efectos adversos muy leves. Además, la tecnología empleada tiene la ventaja de poder ser adaptada en la medida en que el virus se expresa con nuevas variantes.
También puede ser transportada a temperaturas entre 2 y 8°C, lo que hace más seguro, económico y viable su transporte y llegada a distintos puntos de aplicación, en comparación a las opciones de ARN mensajero que requieren una cadena de frío sostenida a 70 grados bajo cero.
“Los ensayos clínicos demostraron que la ARVAC es muy efectiva como dosis de refuerzo, elevando de manera significativa las defensas de las personas que ya recibieron cualquiera de las otras vacunas incluyendo las de virus atenuado, las de adenovirus y las de ARN”, expresó Toledo.
Los ensayos pre-clínicos validaron la seguridad y eficacia del producto, a finales de 2021 se inició el diseño del proceso de aprobación regulatoria. Pasó exitosamente la fase I durante 2022, y a finales de ese año se propuso iniciar la fase II-III. Las autoridades argentinas aún no confirman la fecha oficial de su distribución.
“Es fundamental continuar con las dosis de refuerzo ya que el COVID-19 llegó para quedarse. Es estratégico contar con una fabricación nacional de calidad que permita disponibilidad para atender las necesidades del sistema de salud, que genere sustitución de importaciones y abra oportunidades de exportación”, aseguró la científica.
La vacuna está probada para mayores de 18 años y adultos mayores de 60 años, con y sin comorbilidades. Su periodicidad depende del rango etario y riesgo de enfermedad, pero en todos los casos el intervalo mínimo entre dosis de refuerzo son 4 meses.