El presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, manifestó que Hamás “no es” el gobierno palestino, y ratificó a la diplomacia de la paz como estrategia para detener la confrontación bélica y resolver el conflicto político con Israel. En paralelo, el enfrentamiento armado prevalece y los actores internacionales se involucran para reconfigurar el escenario.
Nota al Pie analiza el pronunciamiento de Abbas de acuerdo a la interna política en Palestina y la disputa geopolítica a nivel global.
Situación humanitaria
A nueve días del inicio de la operación militar Inundación Al-Aqsa a partir de la cual el grupo palestino Hamás atacó Israel, la confrontación entre ambas partes no ha parado de escalar. Al día de hoy, 2.808 palestinos han sido asesinados: 2.670 en la Franja de Gaza y 58 en Cisjordania Ocupada, incluida Jerusalén Este. En Gaza son al menos 724 niños y 458 mujeres mientras que en Cisjordania y Jerusalén al menos 15 niños asesinados.
En total, se registran más de 10.950 palestinos heridos, y de acuerdo al Grupo de Salud, el 75% del promedio diario como moderados o severos. En tanto, el desplazamiento interno masivo es de al menos 600.000 civiles.
El daño en infraestructura en Gaza es crítico y a ello se suma un apagón total de electricidad tras la interrupción del suministro de electricidad y combustible, y el corte en el suministro de agua que limita el acceso del recurso potable a 650.000 ciudadanes.
Además, el bombardeo a 11 instalaciones utilizadas para agua, saneamiento e higiene socavó la provisión de servicios a más de 1.1 millones de palestines. En relación a la asistencia humanitaria, el Equipo Humanitario del País lanzó un llamado urgente para recaudar $294 millones de dólares que serán destinados a 77 agencias y organizaciones no gubernamentales (ONG) que operan en Gaza.
Por el lado de Israel, a la fecha se registran 1.855 muertes, de les cuales 291 serían militares. La tensión en la frontera norte con el sur del Líbano se eleva pero por lo pronto la campaña militar israelí se restringe al plano aéreo contra Gaza y Cisjordania. Una eventual continuidad terrestre podría desencadenar la intervención de otros actores regionales que ya han anticipado que lo harán “si Israel cruza Líneas Rojas”.
La Autoridad Nacional Palestina desconoce a Hamás
La aparición pública del presidente Mahmoud Abbas reafirma uno de los escenarios previos: la estrategia de paz que algunos actores internacionales venían promoviendo en lugar de la de confrontación militar. El máximo referente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) condenó la violencia y defendió la “resistencia popular pacífica” como vía para lograr los objetivos.
“Las políticas y acciones de Hamas no representan al pueblo palestino”, declaró Abbas, quien en los últimos días ganó protagonismo por la legitimidad que le otorgaron varios presidentes al entablar conversaciones con él.
Si bien la ANP pone el foco en la ocupación israelí y su masacre en Gaza, el dato llamativo es la equiparación en la condena a los ataques de Hamás. “No es el gobierno palestino”, se apresuró a confirmar Abbas sobre su rival político.
De hecho, el presidente plantea que “al terrorismo no se responde con terrorismo”, deslizando que Hamás sería funcional a la política criminal de Benjamín Netanyahu. “Se debe reconocer a los dos Estados, como lo dispuso la ONU”, ratificó Abbas.
Una disputa interna, dos estrategias externas
El conflicto con Israel supone para Palestina un doble desafío: en primer lugar, la confrontación con una nación superior en lo militar y con diversos apoyos internacionales; en segundo lugar, la división política en el frente interno. En Cisjordania, la Autoridad Nacional Palestina es gobernada por la Organización para la Liberación Palestina (OLP), una coalición conducida por el partido Fatah y cuyo referente histórico ha sido Yasir Arafat. Goza del reconocimiento de Tel-Aviv ya que es la única fuerza política palestina que legitimó al Estado de Israel sin dejar de denunciar su carácter de ocupante. Actualmente su líder es el propio Mahmoud Abbas.
Por otro lado, está Hamás, el grupo yihadista que protagonizó diferentes levantamientos a fines del siglo XX y desde 2007 gobierna la Franja de Gaza. Su brazo armado son las Brigadas de Ezzeldin Al-Qassam y han ganado relevancia internacional a partir de los niveles de confrontación que ha tenido contra el Estado de Israel, al que rechazan por “sionista”.
Hamás, cuyo gobierno es desconocido por Israel, se adjudicó la operación militar “Inundación Al-Aqsa” y su debilidad se basa en el factor político, considerando que no tiene la legitimidad de una amplia mayoría de la comunidad internacional, salvo a algunos actores regionales.
Según la visión de la OLP, Hamás está financiado por Israel puesto que sus estrategias coinciden: utilizar la fuerza bélica para imponer condiciones políticas. En contraparte, el grupo yihadista denuncia a Fatah por cómplice de Tel-Aviv considerando que una eventual resolución pacífica significa renunciar a los derechos históricos del pueblo palestino.
Actualmente, los líderes internacionales parecen inclinarse por la estrategia de la ANP, que no tiene entre sus planes eliminar al Estado Ocupante sino negociar con él a expensas del Derecho Internacional. Sin embargo, Hamás ha sido exitoso al demostrar que la superioridad militar y las ventajas geopolíticas de Israel son horadables.
¿Ofensiva islámica?
Algunos analistas aventuran que el estallido del conflicto obedece a la iniciativa de la República Islámica de Irán a modo de desgastar la proyección geopolítica de Estados Unidos en Oriente Medio. En ese sentido, el portavoz del Ministerio de Exteriores de Irán, Nasser Kanaani, apuntó contra Washington y denunció que “el gobierno estadounidense debe rendir cuentas por los crímenes del régimen sionista”, en alusión al apoyo a Israel, su socio histórico en la región.
En efecto, esta hipótesis se sostiene en el conflicto de intereses entre el Eje de la Resistencia y el sionismo islamofóbico. El primer grupo es una alianza informal integrada por Irán, Siria, el grupo chií libanés Hezbollah, facciones palestinas, milicias de Irak y los rebeldes hutíes del Yemen, entre otros. El segundo estaría representado por los intereses anglosajones que pretenden debilitar el cinturón árabe en la región que resiste al Unipolarismo Financiero.
A propósito, se destacan las conversaciones entre el presidente iraní, Ebrahim Raisi, y el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman. Los saudíes wahabíes, históricos aliados de Washington en la región, rearticularon sus alianzas geopolíticas en Oriente Medio y comienzan a tener acercamientos tácticos con los sunnitas de Teherán.
El restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos y el rol de contrapeso que junto con Rusia ejercieron en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) por la producción petrolífera expresan un mayor grado de autonomía respecto del esquema unipolar.
Además, la reintegración siria a la Liga Árabe luego de su expulsión en 2011 también pone de manifiesto un nuevo equilibrio de fuerzas en la región que modifica el margen de maniobra de las principales potencias mundiales.