El pasado jueves en el Centro Cultural de la Ciencia, ubicado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), se dio inicio a la exhibición de la instalación «Mycelium: El Sonido de los Hongos«, que estará disponible hasta este sábado 14 de octubre.
En ella, el artista Rodrigo Tamay experimenta con la biosonificación para transformar la biodata de seres vivos, como el micelio, en música. El micelio, que es la raíz de los hongos, desempeña un papel esencial en la naturaleza y su importancia es incuestionable.
Esta experiencia permite sumergirse en los sonidos del micelio y disfrutar de las impresionantes visuales creadas por David Vinazza. Todo esto forma parte de las actividades programadas en el marco del Festival Internacional de Cine y Audiovisual Científico.
Para culminar, en el cierre de las jornada les artistas ofrecerán un emocionante set en vivo de música fungí y una actuación audiovisual que cerrará con broche de oro la experiencia.
Instalación Mycellium: El sonido de los hongos en el @ccdelaciencia pic.twitter.com/Ei5Zpz6Jz6
— Auri (@AuriJulieta) October 13, 2023
El lenguaje musical de la naturaleza
La música de las plantas es un arte que invita a replantearse la relación con la naturaleza, desafiando la concepción de las plantas como seres pasivos. En este sentido, muestra que poseen la capacidad de escuchar y comunicarse. Gracias a la biosonificación pueden expresarse a través del sonido.
La “música de las plantas”, también conocida como “música vegetal”, es la manifestación sonora de estos seres vivos en un lenguaje único y sorprendente.
Rodrigo Tamay, un artista sonoro y productor musical argentino, se sumerge en una amplia variedad de universos artísticos en sus obras. Estos abarcan el arte sonoro, la música ambiental, la electrónica experimental, la biosonificación, la música generativa, el bioarte y mucho más.
En 2018 inició su exploración y experimentación con la técnica de biosonificación, la cual se basa en la traducción de la biodata presente en organismos vivos en expresiones sonoras.
La biosonificación no solo amplía el conocimiento sobre estos organismos, sino que también les otorga la oportunidad de comunicarse y expresarse a través del lenguaje de la música, permitiéndoles interactuar con su entorno de una manera única.
A lo largo de su carrera, Tamay editó obras que aplican la biosonificación a plantas (Sonic Plants), hongos (Fungi Sounds), y en el último año, a cristales (Cristales Sonoros). En la actualidad, sus presentaciones artísticas combinan elementos de electrónica experimental, grabaciones de campo, música ambiental y la música generada por las plantas. Desde 2017, Tamay también dirige el Laboratorio Sonoro “Casa Funes”.
Artistas: Rodrigo Tamay + David Vinazza pic.twitter.com/SIuInd5zM4
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Una inmersión en la biosonificación
Mediante la biosonificación de datos es posible censar las emisiones biológicas de organismos vivos utilizando el “bio-sonificador”, que las traduce en sonidos musicales. En este contexto, los hongos son protagonistas ya que emiten impulsos eléctricos a través de sus hifas, los finos filamentos subterráneos.
Estudios previos han sugerido la existencia de una suerte de “comunicación” entre ellos, particularmente cuando están en contacto con la madera, lo que intensifica su actividad eléctrica. Esto actuaría como una señal para indicar la presencia de una fuente de alimento.
La teoría de que estos organismos de origen vegetal pueden comunicarse a través de un lenguaje similar al de los seres humanos es respaldada por Andrew Adamatzy, un investigador de la Universidad de Bristol en Inglaterra. Sus hallazgos fueron publicados en la revista Royal Society.
Adamatzy realizó un estudio al introducir microelectrodos en los micelios (conjuntos de hifas) de cuatro tipos de hongos: Fantasma (Omphalotus nidiformis), hongos Enoki (Flammulina velutipes), hongos de branquias abiertas (Schizophyllum commune) y hongos oruga (Cordyceps militaris). A través de este análisis, pudo examinar la intensidad y el ritmo de los impulsos eléctricos, revelando que estos organismos poseen un sistema de comunicación mucho más complejo de lo que se había pensado previamente.
Lo más sorprendente fue la identificación de un “idioma” propio en los hongos, compuesto por hasta 50 “palabras” o secuencias de actividad similares a palabras. Cabe destacar que el léxico fúngico puede ser amplio, pero las palabras más utilizadas no superan las 15 o 20 en número. Las especies S. commune y O. nidiformis cuentan con un léxico más extenso en comparación con C. militaris y F. velutipes.
Un hallazgo particularmente intrigante es que los patrones de actividad eléctrica de los hongos se asemejan a los del sistema nervioso central humano, en el que distintas partes del cuerpo se comunican mediante señales eléctricas. Estudios previos ya habían revelado que las hifas son capaces de transmitir información, al igual que las neuronas del ser humano.
La exhibición se podrá ver hasta este sábado 14 de octubre, brindándonos la oportunidad de sumergirnos en los sonidos del micelio y disfrutar de las impresionantes visuales a cargo de David Vinazza.