En la actualidad el ambiente del fútbol se tornó en un imperio de negocios sin alma más que un vínculo de pasión, aunque no siempre fue así. Tiempo atrás tiraba más el legado y afinidad con el lugar de origen que los grandes ingresos. De esta manera, no todos los futbolistas argentinos manejaban esos niveles de pertenencia con el fútbol nacional, pero quién sí lo hizo fue Diego Armando Maradona, quien un 7 de octubre de 1993 regresó a la Argentina tras estar once años en Europa.
Ayer se cumplieron así 30 años desde que “Pelusa” tuvo su ansiado regreso a las canchas del fútbol argentino con la camiseta de Newell’s de Rosario. Tras dejar una enorme y sorprendente huella en Italia y España, el nacido en Lanús arribó al país con altas expectativas.
En efecto, con tan sólo 33 años, Maradona llegó a “La Lepra” para transitar sus últimos pasos por el fútbol profesional. El conjunto rosarino fue su tercer y último club dentro del deporte nacional, lo que revolucionó por completo la ciudad santafesina.
En cuanto a su debut con la camiseta rojinegra, fue en un amistoso contra Emelec de Ecuador, aunque la contratación se dio a conocer en el mes de septiembre de ese año. Su leyenda era tan grande que en su primera práctica con el equipo rosarino se movilizaron 40.000 espectadores para verlo dentro del Estadio Coloso Del Parque, hoy rebautizado como “Marcelo Bielsa”. En cuanto al cotejo con los ecuatorianos, Newell ‘s ganó 1-0 con gol de Maradona.
Un efímero paso que quedó en la historia
Para muchas personas la leyenda de Maradona representa una época, mientras que Lionel Messi forma parte de otra más moderna, pero lo que sí es seguro es que les hinchas leprosos se sienten parte del legado del “10”.
Durante aquel 7 de octubre, en el segundo tiempo del partido, el ex futbolista anotó el tanto del triunfo con un sutil toque de derecha. Y, aunque su vínculo con Newell’s no fue muy extenso, la estadía en Rosario significó una gran movilización en el país y tocó el corazón de muches apasionades.
Como parte de todo lo que simboliza Maradona en el fútbol sudamericano, Luis Capurro, capitán de Emelec, le entregó al argentino una placa conmemorativa. En tanto, Marcelo “Pepo” Morales, volante de aquel equipo eléctrico, intercambió palabras de afecto y estrechó la mano con Maradona previo al inicio del encuentro. La presencia de Pelusa en aquel partido y su llegada a Rosario fue, en gran parte, por el técnico leproso Jorge Raúl Solari.
Con el correr del tiempo se explicó que Solari fue “clave” en la llegada del astro argentino a la ciudad rosarina. No obstante, el DT se fue antes que el jugador por los malos resultados.
Asimismo, en total, Maradona jugó cinco partidos con la casaca leprosa, en los que no logró marcar goles y sólo cosechó una asistencia. Su debut oficial fue el 10 de octubre en una derrota 3-1 ante Independiente, mientras que después enfrentó a Belgrano, Gimnasia, Boca y Huracán.
En el último partido ante el “Globo”, disputado el 2 de diciembre de 1993, el ex enganche sufrió un desgarro muscular que lo dejó fuera algunas semanas del verde césped. Sin embargo, su relación con Jorge Castelli, el nuevo entrenador tras la despedida de Solari, no fue la mejor por la prohibición de ciertas licencias ya preestablecidas.
Incluso, fue este mismo DT quien le bajó el pulgar en San Lorenzo y el 26 de enero de 1994 Maradona le dijo adiós a Newell’s en un amistoso ante Vasco Da Gama de Brasil.
Una memorable estadía en Europa
Con España e Italia como únicos escenarios europeos en los que desplegó su fútbol, en uno le fue mejor que en el otro. En territorio ibérico inició con todas las esperanzas por lo que demostró en Argentina y cerró su estadía de manera poco agradable. No obstante, en suelo italiano logró convertirse en el ídolo, leyenda y parte de la historia de un club muy reconocido de la zona más poblada del sur.
Su primera travesía por el Viejo Continente fue en Barcelona, club que en 1982, y tras el mundial de ese año, lo compró por cifra récord de 7,2 millones de euros. De temprano mostró su importancia para el equipo y ocasionales malos tratos con ciertos entrenadores. El técnico de aquel entonces, el alemán Udo Lattek, mantuvo ciertas discusiones con el argentino, por lo que fue destituido y se contrató a Luis César Menotti en su lugar.
En cuanto a lo vinculado a lo colectivo, Maradona pudo darse el gusto de ganarle dos títulos al Real Madrid, la Copa del Rey 1982-1983 y la Copa de la Liga española.
De hecho, en la segunda conquista, tuvo el privilegio de anotar tanto en la ida como la vuelta, con la particularidad de recibir la admiración del hincha rival en el Santiago Bernabéu. Por último también ganó la Supercopa local en 1983, segundo y último año de Pelusa en el club “Culé”.
Más allá de conseguir títulos, Maradona se fue de Barcelona entre fuertes tensiones con los directivos, una dura sanción por agresión y una vida privada que perjudicaba su día a día. En el conjunto catalán jugó un total de 58 encuentros y anotó 38 goles.
Tiempo más tarde, en junio de 1984, Maradona fichó para el Nápoles, club que apostó por él a pesar de verse ligado a ciertas lesiones y conflictos en España. La historia en Italia fue muy distinta a lo que vivió en suelo ibérico.
Desde el principio, todos en el club estaban ilusionados con su llegada, al punto que 75.000 hinchas napolitanos fueron a su presentación. A nivel individual como grupal, el rendimiento de Maradona con el Napoli fue de menor mayor. Un año antes del arribo del argentino el club se salvó del descenso y con él aspiró a ganar títulos y competir a nivel internacional.
Dos lados de una misma moneda
Luego del Mundial 1986, Maradona regresó con toda la ilusión de quedarse en la historia de Napoli. Asimismo, en la temporada 1986-1987 el club italiano obtuvo su primera Serie A y la Copa de Italia, combo que hasta el momento solo consiguieron el Torino, Juventus e Inter, todos clubes del norte. Como si fuera poco, y a pesar de grandes actuaciones previas, Maradona logró el primer título internacional del club con la Copa de la UEFA de 1988-1989.
A su amplio palmarés en el club napolitano le sumó también otra liga local en 1989/1990 y la Supercopa italiana al derrotar 5-1 a Juventus en 1990. Sin embargo, en marzo de 1991 llegó la primera suspensión por dopaje tras un partido contra el Bari. Frente a ese oscuro panorama, Maradona recibió una sanción de quince meses, algo que lo llevó a instalarse otra vez en Argentina y recurrir a rehabilitación impuesta por la Justicia.
Con el mes de junio de 1991 como fecha límite para la sanción, Maradona buscó salir del club italiano y arribar a uno con menores exigencias deportivas. En ese momento entró el Sevilla español en la ecuación, opción que el “10” eligió por encima de una del fútbol francés. El conjunto sevillano pagó 5,70 millones de euros, pero el Napoli mostró resistencia a dejar ir su figura. Con intervención de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), el conflicto se resolvió en septiembre de 1992.
En la institución del sur italiano disputó 259 cotejos y marcó 115 goles, estadísticas que lo convirtieron en el ídolo más grande del club. A tal punto llegó el amor del Nápoles por Maradona que, a pocos días de su fallecimiento, rebautizaron su estadio con el nombre del astro argentino. Con Carlos Bilardo como entrenador en Sevilla, Maradona debió solicitar una autorización para salir de Italia tras un conflicto por tenencia de estupefacientes en Buenos Aires.
Aunque tuvo un compatriota en el banco, Maradona sólo estuvo una temporada en España por cortocircuitos con los dirigentes y su elección de estilo de vida. Con cuestionamientos, viejas lesiones e incluso un detective detrás de él para seguirlo fuera del campo, el ex futbolista decidió regresar a Argentina con 30 partidos y 7 goles bajo el hombro.
Las dos casas de Diego Maradona en el fútbol argentino
El fútbol nacional tiene una afinidad en su totalidad con Diego Maradona pero, a modo personal, sólo dos clubes se sienten identificados como parte de su historia deportiva. En primer lugar está Argentinos, institución en la que debutó en 1976 con sólo 16 años y pudo demostrar su calidad. En tanto, su segunda casa futbolística es Boca, club con el que obtuvo su único título local y forjó una relación de pertenencia.
Con el conjunto de “La Paternal” fue de menor a mayor, donde obtuvo más participaciones en los partidos y se consolidó como goleador. No logró obtener título alguno pero sí ser el máximo artillero de los torneos argentinos en más de una ocasión.
Tal es así que, su incursión en el primer equipo de Argentinos, le ayudó a integrarse de a poco en la Selección Argentina. Sin embargo, sus constantes convocatorias le impidieron jugar los partidos decisivos con el “Bicho”.
Luego de estar cinco años con Argentinos, en los que marcó 116 goles en 166 cotejos, Maradona fue transferido a Boca en 1981. Como una marca registrada de “Pelusa”, tras varias peleas con los dirigentes, decidió aceptar la oferta del “Xeneize”. Al principio, tuvo una oferta de River Plate, pero se inclinó por el eterno rival y se fue a préstamo por 18 meses. No obstante, su estadía en Boca no fue la mejor por diferentes cuestiones extra futbolísticas.
A pesar de una mala relación con el técnico Silvio Marzolini y diversas amenazas de la barra, Boca se consagró campeón en el Campeonato Metropolitano de ese año. Tras su paso por Europa, Maradona retornó al Xeneize en 1995, aunque estuvo más involucrado en malos rendimientos, alejamientos prolongados y problemas judiciales por otra suspensión. Lo único que repitió de su primer ciclo fue despedirse ante River, partido en que colgó los botines en 1997 tras acumular 71 cotejos y 35 goles con Boca.
Su amor incondicional con la Selección Argentina
Al igual que su explosivo inicio en la Primera División local, Maradona debutó con la Selección Argentina en 1977, y desde entonces se forjó un vínculo inquebrantable. En vísperas del Mundial 1978, Maradona quedó fuera de la nómina por su edad, decisión que sorprendió a más de uno. Como contracara, disputó el campeonato mundial juvenil de 1979 y se consagró campeón en Tokio al derrotar a la Unión Soviética.
Tras asentarse como la gran figura del combinado nacional, Maradona disputó la Copa del Mundo de 1982, 1986 y 1990 con resultados dispares. La primera fue un mal trago al quedar afuera en segunda fase y cuatro años después conseguiría el segundo título del país. La última entregó el subcampeonato argentino y la renuncia del jugador al equipo durante tres años, tiempo en el que su vida privada se tornó tumultuosa.
Su regreso se dio para jugar y ganar la Copa Artenio Franchi, última consagración con la “Albiceleste”. Aunque, volvió a estar ausente en otros momentos de 1993 y recién fue convocado para el repechaje contra Australia para el Mundial 1994. Tras superar a los australianos, Argentina disputó el campeonato mundial, aunque Maradona solo jugó dos partidos. El segundo encuentro contra Nigeria por la fase de grupos fue la última presentación de Pelusa con Argentina.
En aquel partido, que ganó la Albiceleste, Maradona fue sorteado para un control antidopaje, el cual resultó positivo. Como consecuencia quedó fuera del Mundial y en una posterior conferencia de prensa dijo una de las frases más icónicas: “Me cortaron las piernas”. Como peculiaridad, este caso de antidoping fue el primero que se estudió para analizar futuros cambios reglamentarios. Entre amistosos, tres ediciones de Copa América, Eliminatorias y Mundiales, Maradona convirtió 48 goles en 116 encuentros con Argentina.
Una trayectoria que no tuvo sus frutos
Una vez que Maradona colgó los botines, se esperaba que tomase el cargo de entrenador y ese nuevo rol llegó al unísono de su desempeño como jugador. Mientras cumplía la suspensión de 15 meses por lo sucedido en el Mundial, “Pelusa” formó una dupla técnica con Carlos Fren en Deportivo Mandiyú, donde estuvo dos meses y solo obtuvieron un triunfo. En enero de 1995 la dupla llegó Racing, club donde también tuvo una corta estadía de cuatro meses con sólo 2 victorias.
Para el 2008 recién se volvió a poner el buzo de DT al asumir en la Selección Argentina en reemplazo de Alfio Basile. Durante las eliminatorias rumbo Sudáfrica 2010 no tuvo el mejor andar y sufrió un goleada 6-1 contra Bolivia y la segunda caída como local en la competición. Con una agónica clasificación en el bolsillo, inició bien el Mundial pero cayó en cuartos de final ante Alemania, partido que significó la despedida de Maradona como técnico.
Entre 2011 y 2020, año de su fallecimiento, pasó por cuatro clubes y una efímera presidencia de tres meses en el Dínamo Brest de Bielorrusia. En la temporada 2011-2012 se hizo cargo del Al Wasl de los Emiratos Árabes Unidos, club del que se fue por los malos resultados.
En tanto, durante 2017 reapareció como entrenador del Al Fujairah de la Segunda División del mismo país asiático, mientras que en 2018, y tras alejarse de su segundo equipo al no conseguir el ascenso, llegó al club bielorruso.
En septiembre de ese año dejó su rol de dirigente para tomar las riendas en Dorados de Sinaloa de la segunda categoría mexicana. Tras dos años al frente del equipo centroamericano, y a pesar de acordar un contrato por otras dos temporadas, Maradona se alejó por no concretar el ascenso y para cuidar de su salud.
Con residencia en Argentina, en 2019 asumió en Gimnasia para salvar al equipo del descenso y generó toda una revolución en el fútbol local. En noviembre de 2020, al año de su arribo a La Plata, la luz de “Pelusa” se apagó sin poder concluir su trabajo.
En el “Lobo” pudo dirigir en 21 encuentros, donde obtuvo 8 triunfos, 4 igualdades y 9 caídas. Con sólo 6 equipos en su haber como jugador, todo el mundo lo amó por sus gambetas, juego y pasión, al tiempo que pocos fueron los clubes que tuvieron a Maradona como DT, pero sin duda será un recuerdo que nunca perderán.