En el Día de San Francisco de Asís, el jefe de la Iglesia Católica compartió la exhortación Laudato Deum, una producción teológica que se propone como continuidad de los debates planteados en Laudato Si. Al cuidado de la humanidad y del planeta, el Papa Francisco incorpora cuestiones globales críticas como los conflictos territoriales y la crisis migratoria.
Nota al Pie analiza el nuevo documento a la luz de la disputa geopolítica a nivel internacional y su proyecto al interior del Vaticano.
Laudato Deum
Durante una reunión con rectores de universidades latinoamericanas celebrada el 21 de septiembre en Roma, el Papa anunció la publicación de “Laudato Deum” (“Alabemos a Dios”), una nueva Exhortación Apostólica sobre la ecología integral.
El Santo Padre reflexionó con ellos sobre diversos temas como la crisis ambiental y migratoria y -lo que él denomina- la cultura del descarte. Además, los convocó a promover una formación universitaria “con valores humanistas y diálogo fraterno” que reivindique a la política como “vocación noble”.
La nueva exhortación pretende continuar los conceptos planteados en la célebre encíclica papal de 2015 “Laudato Si” (“Alabado Seas”), cuya piedra basal fue el llamado a la acción global solidaria para el “Cuidado de la Casa Común”. Sustentado en la investigación climática, Laudato Si determina que la humanidad es responsable del calentamiento global y advierte que el ritmo acelerado de cambio y degradación pueden conducir al mundo a un “punto de no retorno”.
Además, contiene un contundente mensaje moral en el que identifica al “paradigma tecnocrático”, impulsado por los países del Norte Global, como el responsable de la crisis ambiental por la lógica del mayor rendimiento económico con el menor costo.
En el comienzo de Laudato Deum, el Papa recupera el legado de la ecología integral advirtiendo que “no tenemos reacciones suficientes mientras el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre”. A propósito, resalta que la crisis ambiental es la expresión de una crisis humanitaria producto de la cultura del descarte. La misma es una visión individualista a costas de “la dignidad de la vida humana”, que afecta las fuentes de trabajo, la educación, la salud y la vivienda.
En ese sentido, Francisco retoma la denuncia al “poder económico y tecnológico” que degrada la condición humana para cumplir su propósito de acumulación de dinero.
Francisco alerta a la dirigencia política
A lo largo del desarrollo del concepto de ecología integral y el riesgo del colapso ambiental, el Jefe de la Iglesia Católica le señala a la dirigencia política que está a tiempo de reaccionar. “Para cambiar esta tendencia son imprescindibles acuerdos multilaterales entre Estados”, sostiene Francisco.
La multilateralidad es una forma de gobernanza global que el Papa refuerza de forma constante como estrategia para abordar los problemas globales. Sin embargo, en este caso convoca a practicar un “nuevo” multilateralismo que se exprese “de abajo hacia arriba”. “Parece que el desafío actual está en reconfigurarlo y recrearlo teniendo en cuenta la nueva situación mundial”, aclaró Su Santidad, evidenciando su diagnóstico sobre la crisis internacional de poder.
En esa línea, insiste en la capacidad de la sociedad civil y sus organizaciones de “crear dinámicas eficientes que las Naciones Unidas no logran”. A unas semanas del inicio de una nueva ronda de conversaciones climáticas de la ONU (COP 28) en Dubái, Francisco exigió generar acuerdos “vinculantes” eficientes, obligatorios y que puedan monitorizarse de forma fácil para una transición energética. Por ello, llamó a aprovechar la cita en los Emiratos Árabes Unidos de manera que arroje “compromisos efectivos”, y arremetió contra aquellos sectores conservadores que subestimaron el planteo de la degradación ambiental y humana.
En la Cumbre, que se desarrollará desde el 30 de noviembre al 12 de diciembre, participarán gobiernos de distintos países, organismos internacionales, ONG’s, medios de comunicación y observadores.
El Sumo Pontífice es consciente del impacto de su palabra, ya que el lanzamiento de Laudato Si en 2015 fue un antecedente central para el histórico Acuerdo de París. En ese marco, la comunidad internacional se comprometió a limitar el calentamiento global a 1,5°C respecto a la era preindustrial y discutir con mayor fuerza y claridad la necesidad de descarbonizar el planeta. El Papa realizó su advertencia: la transición hacia energías limpias “no tiene la velocidad necesaria”.
Una Iglesia pastoral, multipolar y pluriversal
En efecto, Laudato Deum se encuadra en una voluminosa producción teológica de Francisco en la que destaca no solo Laudato Si, sino la Encíclica Fratelli Tutti y la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium. En cada una de ellas, la apertura de debates que realiza el máximo referente católico ronda en relación a un paradigma humanista en el que la fraternidad, la dignidad y la unidad son vectores de su mirada sobre el Evangelio. El Papa fue una de las voces a nivel internacional más claras a la hora de cuestionar el paradigma neoliberal y guerrerista que condujo a la actual crisis internacional.
En ese sentido, Francisco ocupó el centro de la escena luego del estallido bélico en Ucrania al denunciar “los ladridos de la OTAN” en la frontera con Rusia. A su vez, es uno de los principales promotores de una salida pacífica en Europa del Este para sortear los costos de la guerra. Además, si bien se frustraron los intentos de persuadir al Patriarca Kirill de la Iglesia Ortodoxa Rusa, el Papa fue un artificie del diálogo interreligioso como estrategia para encarar los desafíos globales, tendiendo puentes hacia un nuevo mundo pluriversal en el que se pueda convivir reconociendo las diferencias.
En esa misma línea, el Sumo Pontífice denunció la crisis migratoria en Europa. “El terrorismo y la guerra no llevan a ninguna solución, solo a la muerte”, expresó en ocasión del recrudecimiento del conflicto entre Israel y Palestina.
Paradójicamente, el lanzamiento de Laudato Deum coincidió con el Día de San Francisco de Asís, fundador de la orden que inspiró al nuevo Papa. Asimismo, el 4 de octubre marcó la apertura en Roma de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre el tema “Por una Iglesia Sinodal: comunión, participación y misión”.
Con el objetivo de reformar la Iglesia Católica y debatir sobre su rol en la situación actual, el Sínodo de la Sinodalidad es novedoso por el involucramiento de mujeres, laicas y religiosas, lo cual representa una ruptura con la tradición eclesial. “La diversidad es indispensable, pero cada sonido debe contribuir al proyecto común”, planteó el Papa de acuerdo al proceso en marcha, que cuenta con sus naturales detractores al interior del Vaticano y a escala internacional.