El triunfo de Fico en Eslovaquia, un dolor de cabeza para la OTAN y el europeísmo

Robert Fico triunfó en las elecciones generales adelantadas de Eslovaquia el pasado sábado con el 23,3% de los votos. A contramano de los pronósticos, el partido SMER-SD se impuso sobre Eslovaquia Progresista (SP), la fuerza que conduce la coalición de gobierno actual. La victoria de Fico, detractor de la OTAN y la Unión Europea (UE), generó un rechazo automático de la diplomacia de Bruselas y el progresismo y liberalismo local. Nota al Pie analiza el cambio de gobierno al compás de la aceleración de la crisis internacional y el caos en Europa del Este por Ucrania. 

Un resultado inesperado 

Los sondeos daban como eventual ganador a Eslovaquia Progresista, el partido que lidera el parlamentario europeo Michal Simecka, pero finalmente obtuvo un magro 17,1% de los votos, cosechando el segundo lugar. Para ampliar su base política, SMER-SD podría formar gobierno con el socialdemócrata Hlas y el nacional-conservador SNS, antiguos socios de Fico que obtuvieron el 14,70% y el 5,62% de los sufragios, respectivamente. En el caso de los progresistas se SP, sus socios naturales de coalición serían los liberales de Libertad y Solidaridad (SaS) y, con mayor dificultad, OLaNo o KHD. En definitiva, la estabilidad del próximo gobierno y la proyección política de la oposición dependerá de cómo se resuelvan estos marcos de alianza.

La victoria de Fico representa un gran desafío para el gobierno que conducen la Presidenta Zuzana Čaputová y el Primer Ministro Ľudovít Ódor. Temen que SMER-SD debilite los vasos comunicantes con la Unión Europea, pero también con Washington, una alianza noratlántica que SP fortaleció durante su gestión. Además, en un intento de disciplinamiento, el Partido de los Socialistas Europeos exigió expulsar a dirigentes cercanos al flamante presidente por su posicionamiento con respecto al respaldo militar a Kiev, situación que el propio Fico desestimó. Por si fuera poco, la prensa extranjera advierte que su triunfo podría representar un posible cambio geopolítico tanto para Bruselas como para los Estados Unidos. 

Un prorruso gobernando a un país de la OTAN 

De extracción comunista, Robert Fico es un dirigente eslovaco que fundó en 1999 SMER-SD, apenas unos años después de la disolución de Checoslovaquia. A su vez, gobernó el país en dos períodos: entre 2006 y 2010, y 2012 y 2018. Su fuerza fue la dominante hasta 2018, cuando el asesinato de un periodista de investigación que había denunciado relaciones entre el crimen organizado y las altas esferas del poder generó una ola de indignación que forzó su dimisión.

Fico es apuntado por el progresismo y el liberalismo eslovaco por sus posiciones nacionalistas que cuestionan la geopolítica anglosajona de Bruselas y Washington. Sin embargo, a lo largo de sus tres décadas de carrera, osciló hábilmente entre una corriente europeísta y un esquema antioccidental. De hecho, durante su primera presidencia Fico no sólo legitimó el ingreso eslovaco a la Unión Europea y la OTAN en 2004, sino que impulsó su incorporación a la Eurozona en 2009. Lo caracteriza haber defendido el nivel de vida de los trabajadores eslovacos, que en el último tramo se ha equiparado con el de Europa Occidental. 

No obstante, durante la gestión de SP adoptó posturas más extremas que incluyen provocaciones a sus aliados occidentales, promesas de interrumpir el apoyo militar a Kiev, críticas a las sanciones a Rusia y amenazas de vetar cualquier futura invitación de la OTAN a Ucrania. Si bien su relación con Bruselas ha sido tensa, muchos sospechan que, dada la gran dependencia eslovaca de los mercados de la Unión Europea y su apoyo financiero, optará por el pragmatismo. 

No más armas para Kiev

“La guerra siempre viene de Occidente y la paz de Oriente”, expresó tras su triunfo el líder de SMER-SD. Fico tiene una mirada crítica del guerrerismo que impulsa el Unipolarismo Financiero anglosajón en Europa del Este y es conocido por su decisión de revisar los acuerdos que le permiten a Estados Unidos usar bases militares en territorio eslovaco. Además, durante la campaña electoral describió al conflicto ucraniano como una “matanza inúti” que está “vaciando las reservas militares para obligar a los países a comprar más armas estadounidenes”.

“Ni una sola bala a Ucrania”, fue el lema de Fico en la antesala de las elecciones. En Eslovaquia, nación de 5,5 millones de habitantes, el discurso político que culpa a Rusia por la invasión es absolutamente impopular. En consonancia con el planteo de Vladimir Putin y del esquema geopolítico multipolar, el flamante presidente señala que la guerra “no empezó en 2022 sino en 2014”, con la explosión del Euromaidán y el avance de la OTAN sobre el Donbas. Asimismo, considera que fueron fascistas ucranianos quienes asesinaron a ciudadanos rusos en su territorio. A propósito, Fico se opone al suministro de armas a Kiev, situación que comienza a discutirse con mayor fuerza incluso al interior de la alianza militar pero también del Departamento de Estado norteamericano.

Cortocircuitos en Europa del Este

Las declaraciones de Fico en relación al suministro de armas para Kiev se yuxtaponen a la elevada tensión por la comercialización de granos en la región. Aunque finalmente se resolvió, los niveles de debate por los acuerdos de grano en Europa del Este deterioran la relación de Ucrania no solo con Polonia sino también con Eslovaquia. Esta serie de desavenencias representan una continuidad que preocupa más a Washington y Bruselas que al propio Zelensky. 

Si la prensa occidental ha sido capaz de instalar a Ucrania como un conflicto de exclusiva dimensión territorial, las reacciones de la diplomacia europeísta por el triunfo de Fico ponen de relieve que lo que se pone en juego es “algo más”. La decisión de confrontar militarmente con Moscú y prolongarlo en el tiempo fue diseñada por la OTAN -con el beneplácito de la UE- para interrumpir la asociación estratégica entre Asia y Europa que la multipolaridad se propone. Si bien Washington tuvo éxito al reemplazar el gas ruso por el GNL norteamericano como principal combustible importado por los países europeos, los mercados en general no se han desconectado de Asia. Ni en lo económico, ni en lo político.

En ese sentido, el plan de Fico para alcanzar un acuerdo de paz en Ucrania es un gran problema para el proyecto atlantista. A su vez, preocupan sus acercamientos al presidente de Hungría, Viktor Orban. Reconocido como un escollo para la Unión Europea por rechazar la agenda LGBT, la convivencia con los musulmanes y la inmigración, Orban fue uno de los primeros dirigentes europeos en celebrar la victoria de su homólogo eslovaco. “Es para nosotros uno de esos políticos europeos que no temen defender abiertamente los intereses de Hungría y del pueblo húngaro”, había declarado Fico a Reuters el mes pasado.El cambio de rumbo político en Eslovaquia, la tensión entre Polonia y Ucrania y la crisis institucional en Estados Unidos por la suspensión del paquete militar para Kiev, ponen de relieve las contradicciones al interior del proyecto atlantista en Europa. Paradójico si se tiene de referencia que tras el conflicto armado entre Rusia y Georgia en 2008, la OTAN ha enviado tropas adicionales a Eslovaquia, Hungría y Rumania, según lo confesó el jefe del Comité Militar de la alianza, el almirante Rob Bauer.