Desde el pasado 4 de septiembre llegó a la cartelera porteña “Dora, un ingrediente especial”, la última creación teatral del autor y director Martín Goldber. Sus funciones se realizan los lunes desde las 20.30 en el Espacio Callejón, ubicado en Humahuaca 3759, Buenos Aires.
La obra es una adorable historia que explora la vida de una abuela cuyo universo se centra en su hogar, familia, amigos y cocina. Sin embargo, la protagonista comienza a experimentar los efectos del envejecimiento, un momento especial de su vida que desencadena una serie de conflictos familiares.
Una aproximación a “Dora, un ingrediente especial”
La pieza, de unos setenta minutos de duración, nace de la propia experiencia del autor con sus abuelas. Razón por la que en ella se enfatiza la importancia del amor como un elemento único que une a las generaciones.
De manera muy directa, la obra introduce al público en la vida de una mujer sensible, quien pasa gran parte de su tiempo en su acogedora cocina comedor, un lugar lleno de amor que disfruta como su propio territorio y donde encuentra alegría al cocinar para su familia, recibir visitas o al divierte con juegos de mesa.
A pesar de su viudez, Dora es una mujer mayor que se siente plena y satisfecha con su rutina diaria. Y, aunque no tiene muchas experiencias externas, su mundo interior está en constante movimiento, siempre atenta a las llamadas telefónicas y a las visitas inesperadas.
Pero no todo es tranquilidad en su vida, la sal se la brindan su hija y el hijo del encargado del edificio, quienes a menudo irrumpen en su rutina. Además la llegada de Carla, su nieta favorita, y un malentendido que surge debido a los achaques de la vejez, provocan una serie de conflictos en la familia.
De esta manera, Dora, esa abuelita tan tierna, se encuentra en una etapa de su existencia donde comienza a experimentar los efectos del paso del tiempo, en el que a veces la claridad mental se entremezcla con episodios de desorientación.
Buenas personificaciones bajo una certera dirección
Desde el inicio, en la puesta en escena de la pieza, se pone de manifiesto que su principal inquietud radica en velar por el bienestar de sus seres queridos y evitar ocasionarles inquietudes en cualquier circunstancia.
No obstante, la acción se concentra principalmente en la cocina de Dora, donde sus simpáticos personajes enriquecen las escenas, manteniendo la atención de la platea de principio a fin.
La trama de la obra se desarrolla de manera sumamente dinámica gracias a la buena dirección del propio Goldber. Así es que resulta sencilla de seguir la historia, manteniendo una total sintonía con la vida cotidiana. Los diálogos que se suceden constantemente evocan una gama de emociones, lo cual permite que el público se identifique con la historia y experimente una profunda catarsis emocional.
“Dora, un ingrediente especial” cuenta con un elenco que se maneja genial en la piel de estos personajes. No se puede dejar de destacar la actuación de Cristina Maresca, quien encarna magistralmente a una entrañable abuela judía, una clásica protectora, que cocina con una pasión desbordante y brinda su amor de forma generosa a todos los que tienen el privilegio de adentrarse en su camino.
También brillan en sus respectivos roles Graciana Urbani, Rocío Gomez Wlosko y Braian Ross, aportando genuinidad y profundidad a la trama.
En tanto, la atmósfera perfecta para la pieza se consolida gracias al trabajo de ambientación por parte de Carolina Rabenstein, mientras que la escenografía y el vestuario de José Escobar transportan al espectador de manera vívida al interior de la casa de esta tierna abuela.
Además, Lucas Sebastián Ramírez, con su música original, añade un componente emocional enriquecedor a esta original puesta.
En resumen
“Dora, un ingrediente especial” es una buena opción para comenzar la semana con un excelente teatro que siempre se puede descubrir en el ambiente alternativo.
En ella, Goldber mezcla con maestría la cuota justa de emoción y comicidad e invita a reflexionar mucho sobre los problemas que surgen entre personas de diferentes edades.
A su vez, las actuaciones son realmente buenas, especialmente en cómo los actores interpretan a personajes que tienen relaciones colmadas de encuentros y desencuentros. De esas obras que se convierten en el espejo de la vida.