Luego de meses de aumento de las tensiones entre Armenia y Azerbaiyán por la zona de Nagorno Karabaj, Bakú anunció la invasión militar. La escalada bélica pone en riesgo la estabilidad en la región del Cáucaso, puente entre Asia y Europa.
Nota al Pie analiza el estallido del conflicto en relación a la crisis internacional y los intereses de las principales potencias regionales y mundiales.
Estalla el conflicto y Armenia espera
La invasión azerí a la región de Nagorno Karabaj, en puja con la República de Armenia, se desarrolla tras el fracaso diplomático en los tratados de paz preestablecidos entre estos dos estados, que han mantenido elevados niveles de conflicto en las últimas tres décadas.
El Ministerio de Defensa de Azerbaiyán aseguró, a través de un comunicado, haber informado previamente sobre este avance militar a los altos mandos del contingente ruso de mantenimiento de la Paz y a la Dirección del centro de monitorización turco-ruso, lo cual pone de relieve el registro de los diferentes mecanismos de trabajo trazados para la seguridad regional.
En principio, las fuerzas azeríes han empezado a bombardear Stepanakert, capital de la autoproclamada República de Artsakh, para “garantizar la seguridad de nuestro personal militar y restaurar el orden constitucional de Azerbaiyán”.
Altos dirigentes azaríes y de Artsakh negociaron la rendición de la república autoproclamada para finalizar el enfrentamiento, proteger la integridad de la población civil y el suministro de bienes económicos fundamentales. Sin embargo, aún no hay acuerdo y la situación bélica escala.
Nikol Pashinián, primer ministro de Armenia, declaró que Ereván no participó de ninguna instancia diplomática de alto al fuego ya que ratifica que su país no tiene presencia militar en la zona desde 2021. Además, el mandatario armenio también instó a Moscú a resolver el conflicto.
Karabaj, una zona caliente
La zona del Karabaj es el centro de las tensiones desde hace décadas. La disputa entre entre ambos pueblos se remonta hace más de cien años, pero escaló al plano bélico a partir de la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
En aquel entonces la mayoría armenia que integraba la ex República Socialista Soviética de Azerbaiyán exigió unirse a su vecina Armenia. Sin embargo, entre 1988 y 1994 se desató el enfrentamiento armado en el que se impuso Bakú, estableciéndose la República de Artsakh.
Sin embargo, el territorio nunca gozó del reconocimiento internacional, ni siquiera a instancias de eventuales aliados, y la confrontación étnica comenzó a pronunciarse. Diferentes instancias diplomáticas en la última década han inclinado la balanza en favor de Azerbaiyán con la complicidad turca y rusa.
Pese al reclamo armenio, la realidad militar indica que son los azaríes quienes tienen la capacidad y la voluntad de imponer sus planes a partir de la superioridad militar y económica sobre Armenia, pero fundamentalmente por sus redes geopolíticas.
El Corredor de Zangezur, que busca conectar Azerbaiyán con Turquía, es observado con preocupación por Armenia e Irán considerando los antecedentes expansionistas que Ankara tiene en proyección al Asia Central.
El retiro del representante permanente de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) de Armenia, mecanismo regional conducido por Rusia, fue un indicio geopolítico que dañó la relación con Moscú.
El Cáucaso en disputa
La zona del Cáucaso es estratégica para el despliegue de las potencias regionales e internacionales por su ubicación entre el Mar Negro y el Mar Caspio pero también por ser la conexión terrestre entre la Europa Oriental, Oriente Medio y Asia Central.
Es decir, la región está encapsulada por naciones como Turquía al este, Rusia al noroeste e Irán al sudoeste, aunque en proyección aparecen países como Arabia Saudita e Israel y Egipto al sur, y la región de Asia Central que se extiende hasta India y China.
En efecto, al margen de las riquezas minerales de sus suelos y sus mares, el Cáucaso tiene un valor geoestratégico único para cualquier actor con pretensiones de tener ciertos grados de dominio en alguna de estas regiones linderas.
En este sentido, Estados Unidos viene profundizando los grados de coordinación con Armenia, socio fundamental para poder neutralizar las proyecciones de Rusia y de Turquía pero también generar un estado de desestabilización permanente en una región habitada por Irán.
A propósito, Washington lanzó entre el 11 y el 20 de septiembre los ejercicios militares conjuntos “Eagle Partner 2023” encuadrados en misiones humanitarias de paz.
Sin embargo, también tiene como objetivo preparar a las fuerzas armenias para el “Concepto de capacidades operativas” de la OTAN, una instancia de cooperación que incluye a quienes no son miembros de pleno derecho de la organización, como es el caso de Armenia.
A su vez, la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), instancia regional integrada por China, Rusia y diversos países de Asia Central enfocada en la seguridad regional, viene trabajando en acuerdos para neutralizar amenazas como el terrorismo, el separatismo y el extremismo.
Si bien Azerbaiyán integra el espacio como Socio de Diálogo, el Cáucaso representa para la OCS una región delicada que pone en riesgo sus intereses: la estabilidad política y la convivencia social para el desarrollo económico.
Asimismo, Turquía sigue atentamente el desarrollo de los hechos considerando su histórico conflicto con Armenia y su necesidad de mantener influencia en la región. Una eventual alianza entre Ankara y Bakú en derredor del conflicto que precisamente Irán quiere evitar, factor que podría impulsar un acercamiento de Teherán a Ereván.
Crisis internacional
La escalada bélica en Nagorno Karabaj en particular y la región del Cáucaso en general expresa la prolongación de una confrontación a nivel internacional entre dos esquemas geopolíticos que se disputan la organización de los asuntos globales.
Por un lado, el Unipolarismo Financiero representado en las redes financieras globales y su brazo armado de la OTAN. Por otro, el Multipolarismo Pluriversal que cuestiona la arquitectura política y financiera heredada de la segunda posguerra y sintetizada en bloques internacionales como es el caso del BRICS o la propia OCS.
Luego del fracaso geoestratégico que significó la invasión norteamericana a Afganistán -y su reciente retiro-, Estados Unidos y sus aliados rediseñaron la estrategia para dejar de perder influencia en la región.
Si bien la serie de acuerdos que la multipolaridad viene afianzando en el plano económico, comercial y de seguridad representan un problema para los intereses unipolares, el esquema euroatlántico aún conserva poder de fuego en el ámbito diplomático y militar.
En definitiva, dicho esquema conoce en profundidad los conflictos entre los diferentes pueblos para elevar los niveles de confrontación entre ellos con el objetivo principal de quebrar alianzas estratégicas.