Francia, 1956. Pasaron cuatro aรฑos desde que el padre Burke y la novicia Irene Palmer, enviados por el Vaticano, derrotaron al demonio Valak que, bajo la apariencia de monja malvada, transformรณ el monasterio rumano de Carta en un bastiรณn del Mal. Sin embargo, se sospecha que Valak regresรณ del inframundo, porque hechos inquietantes aรบn perturban lugares y ministros del Catolicismo. Las dudas comienzan cuando, al final de la misa en el pueblo francรฉs de Tarascรณn, un anciano pรกrroco encuentra una muerte horrenda ante los ojos del monaguillo.
Debido a la fama obtenida por su aventura rumana, la hermana Irene recibe de nuevo el encargo del Vaticano de investigar estos oscuros acontecimientos. En esta ocasiรณn tendrรก que afrontar un descubrimiento inquietante: el demonio Valak se apoderรณ de una persona especial para ella.
La franquicia cinematogrรกfica que relata episodios verรญdicos protagonizados por el matrimonio Warren, reconocidos investigadores paranormales, se enriquece con la llegada de La Monja II, secuela del spin off estrenado en 2018. Ambas producciones representan en cierto sentido los โorรญgenes del malโ, ya que cuentan la gรฉnesis del demonio contra el que la pareja de โcazafantasmasโ tendrรก que luchar en algunos episodios de El Conjuro en el futuro. El film se estrena este 7 de septiembre en las carteleras nacionales.
Una historia mรกs enfocada en la Hermana Irene
A diferencia de los casos reales investigados por los Warren, no se puede afirmar que La Monja y su secuela estรฉn โextraรญdas de una historia realโ. Sin embargo, los personajes del padre Burke y la hermana Irene Palmer actรบan como precursores de los dos demonรณlogos protagonistas de la franquicia, creando un hilo conductor entre la saga actual ambientada en los aรฑos setenta/ochenta y los spin-offs de los cincuenta. Mientras que el personaje del exorcista Burke sigue un camino bastante convencional al recordar al padre Karras de Friedkin y a otros exorcistas emblemรกticos, la hermana Irene, interpretada de manera convincente por Taissa Farmiga, se convierte en la piedra angular de la historia.
Si en la pelรญcula anterior esta intuiciรณn no fue del todo explotada, en La Monja II les guionistas โentre elles Richard Naing, mismo autor de Autopsy, la pelรญcula de terror de culto de Andrรฉ รvredal, y Akela Cooper, autora de M3ganโ, captan su potencial. Esto se debe a que dejan de lado la figura deja-vu del exorcista y se centra en la trama que involucra a la joven Irene.
Ademรกs, se retoma la figura de Maurice Tรฉriault, conocido como โel francรฉsโ, un personaje valiente interpretado por Jonas Bloquet, quien desempeรฑรณ un papel fundamental en la derrota de Valak en la pelรญcula anterior. Ahora, intenta rehacer su vida como ayudante de mantenimiento en un internado para niรฑas. La Monja II se esfuerza por desarrollar tanto a los protagonistas como a les actores secundarios, con destacadas actuaciones como la de Storm Reid en el papel de una monja renuente y la joven promesa irlandesa Katelyn Rose Downey.
Ademรกs, si el sello estilรญstico de la franquicia creada por James Wan consiste en un uso masivo de escenas de terror digitales y jump scare visuales y sonoros, aquรญ surge el intento de refinar la narrativa mediante la creaciรณn de una atmรณsfera inquietante.
La Monja II mantiene la fรณrmula simplista del universo de El Conjuro
El miedo se evoca a travรฉs de la atmรณsfera nocturna de Tarascรณn y del laberinto de calles desiertas, la alternancia de luces cรกlidas y frรญas reflejadas en el pavimento irregular, los crujidos y las sombras que pueblan los barrancos del colegio. Estos elementos conjugados aumentan las escenas de suspense y el uso de la lentitud encaminado a crear un crescendo de angustia en el espectador.
La historia, centrada en un misterio vinculado a Santa Lucรญa de Siracusa, es una simple variaciรณn del episodio anterior de La Monja, pero la idea de contar la historia de la mรกrtir acusada de brujerรญa y privada de los ojos es intrigante y simbรณlica. Queda por entender por quรฉ la elecciรณn del lugar recayรณ precisamente en Tarascรณn y no en un pueblo italiano, teniendo en cuenta los orรญgenes de la santa.
Sin embargo, el gran dilema de la pelรญcula radica en la direcciรณn a cargo de Michael Chaves, un cineasta con antecedentes en este universo cinematogrรกfico, habiendo previamente dirigido La Llorona y El Conjuro: El Diablo me obligรณ a hacerlo. Por desgracia, Chaves no logra mantener de manera consistente sus intenciones a lo largo de la historia, y conforme se acerca al punto culminante, la trama parece escaparse de su control. Este deslizamiento resulta en la pรฉrdida del aspecto introspectivo que se planteรณ en un inicio.
En la primera parte de la pelรญcula, se establecieron las bases para explorar los lados oscuros y los miedos de los personajes, un enfoque que recuerda superficialmente a El Exorcista de Friedkin, una pelรญcula que sirviรณ como fuente de inspiraciรณn para toda la saga. No obstante, el enfrentamiento con el demonio Valak se reduce a un despliegue convencional de efectos visuales generados por computadora, lo que da lugar a escenas caรณticas y confusas. En este frenesรญ, el espectador apenas tiene tiempo para comprender quiรฉn estรก atacando a quiรฉn y cรณmo, lo que representa una de las debilidades recurrentes de la franquicia.
La experiencia de ver La Monja II se asemeja a despojar la figura que emerge de la oscura cripta: en รบltima instancia, no hay nada substancial debajo de la superficie, pero durante el proceso, se experimenta un palpable temor. De hecho, es esta fรณrmula simplista la que continรบa atrayendo a las multitudes a las salas de cine y mantiene la saga de los Warren en la cima de la taquilla. Su mรฉrito principal radica en su habilidad para infundir el horror en las generaciones mรกs jรณvenes.
Sin dudas, la visiรณn del maestro del terror James Wan se basa en los elementos estilรญsticos gรณticos y clรกsicos caracterรญsticos del gรฉnero, alejรกndose de las concepciones intelectualistas que algunos otres directores puedan tener. Esta orientaciรณn hacia lo visceral y lo emocional es, sin duda, efectiva en su propรณsito.