«Can anybody… find me…somebody to love..». «Ese es Freddie Mercury. Era el cantante de Queen. No te das idea lo que cantaba». Yo tenía ocho o nueve años cuando mi mamá me dijo esto. Era de madrugada y estábamos viendo un recital de Queen en la televisión. Este 5 de septiembre Freddie cumpliría 77 años y la fecha trajo ese recuerdo a mi memoria.
Siempre he creído que en el momento en que mi mamá me habló de Freddie Mercury hubo una semilla que se depositó en mi interior para tiempo después florecer en el inmenso amor que siento por él.
Quizás parezca extraño sentir amor por alguien que nunca conociste. Freddie partió de este mundo en noviembre de 1991, casi un año antes de que yo naciera. Puede que en realidad lo mío sea admiración, pero lo que siento cada vez que lo escucho me parece que está mucho más allá.
Cuando cumplí 12 años, iniciaba la preadolescencia y empecé a ampliar mi gusto musical. Para esa época, Freddie y Queen volvieron a aparecer en mi vida. Fue un camino de ida. Recuerdo que los cds mp3 estaban en auge y mi familia me regaló uno con la discografía completa.
Ese cd fue uno de los primeros tesoros que tuve de Queen y aprovechaba cada momento que podía para escucharlo. Al principio, reinaban los grandes éxitos que todo el mundo conoce: «We Are The Champions», «Somebody To Love», «Bohemian Rhapsody». Sin embargo, la aventura de descubrir a Freddie y a Queen no se iba a detener.
En una de esas sesiones de escucha musical, hubo una canción que me atravesó la cabeza como si fuese un rayo. Fue «The March Of The Black Queen» del disco Queen II de 1974. Nunca había oído algo similar. Me abrumabala la forma en la que la voz de Freddie se transformaba como si fueran varias personas cantando a la vez. Desde ese entonces, ya no había vuelta atrás en mi pasión Mercuriana.
We Will Rock You
A medida que fui creciendo, mi «vínculo» con Freddie Mercury y Queen se hizo mas intenso. Por aquellos años aún no tenía computadora propia y a veces cuando salía de la escuela iba una hora a un ciber cerca de mi casa a buscar fotos e información sobre la vida de Freddie.
Recuerdo llevar más de dinero para imprimir algo de todo ese material que encontraba. Cuando llegaba a casa, guardaba todo en una carpeta verde de plástico que había preparado especialmente para documentar todo lo que pudiera sobre ese cantante que me fascinaba cada vez más.
Así, pronto se guardó en mi memoria que Freddie Mercury nació el 5 de septiembre de 1946, en Tanzania, África. Su nombre real era Farrokh Bulsara y junto a su familia se mudaron a la India cuando Freddie era un niño.
En esta etapa, Freddie asistió al instituto St. Peter’s en el país asiático y fue en ese entonces cuando su amor por la música empezó a aflorar. Tal fue así que en 1958 formó su primera banda The Hectis hasta que en 1964 él y su familia se mudaron a Inglaterra.
Para el comienzo de los 70 Freddie conoció a Brian May (guitarra) y a Roger Taylor (batería) quienes integraban el grupo Smile. Poco después el joven Farrock se transformó en Freddie Mercury (un dato curioso afirma que este nombre surgió de una frase de la canción My Fairy King, del disco debut de 1973).
La banda finalmente se transformó en Queen con la incorporación de John Deacon (bajo) en 1971. Freddie fue quien diseñó el logo en base a los signos zodiacales de cada integrante (Cáncer, Leo) y Virgo) y en 1973 lanzaron su primer disco. La historia de la leyenda ya había comenzado.
Las travesías por Freddie
Al paso de los años, mi historia con Freddie Mercury y Queen también podría decirse que empezó a parecerse casi a un cuento de ficción. Mi pasión queenera me llevó a investigar cada vez más sobre ellos y a transformarme en una especie de «enciclopedia especializada».
Pronto aprendí todo lo que estuviera a mi alcance sobre la historia de mi adorado Freddie. Su fecha de nacimiento, su religión, los lugares en los que estudió. Además de ser músico, Freddie también era diseñador gráfico. Le encantaban los gatos y la porcelana oriental.
Mi habitación poco a poco se convirtió casi en un santuario hacia él y su historia; pósters y cuadros cubriendo cada fragmento de pared; remeras, muñecos, libros. Mi pasión llegó a tal extremo que incluso cajas de fósforos con fotos de Freddie impresas pasaron a formar parte de mis tesoros.
Me gusta pensar que estaba destinada a enamorarme de Freddie. Conocerlo cambió mi concepción sobre la música. Si bien sus dotes vocales son reconocidos en todo el mundo, existen piezas tan extraordinarias que resulta complejo describir lo que despiertan (la versión en vivo de la canción «Is This The World We Created?» es una prueba de ello).
Las «reglas» de mi profesión nos indican que tenemos que cumplir con la «objetividad». Sin embargo, siempre digo que cuando se trata de Freddie me es imposible sostenerlo. Me es abrumador escucharlo y verlo cantar, ver cómo se desata esa fuerza que lo llevaba a ser un huracán que arrasaba con todo a su paso.
Aunque parezca extraño o difícil de entender, ha sido una compañía a lo largo de los años. Escuchar a Freddie cantar me ha ayudado en los momentos tristes y me ha potenciado en los momentos de felicidad. Esa es la «especie de magia» que tiene su voz, de llevarnos a través de todas las emociones y a lugares donde no habíamos estado.
Una vez leí una frase que decía «¿Quién fue Freddie Mercury? Bueno. Creo que un ángel tuvo ganas de bajar un tiempo a la tierra a regalarnos música». Creo que es una definición perfecta para él. Por ello, este 5 de septiembre, en una nueva fecha de su cumpleaños, me siento feliz por escribir estas líneas. Es mi forma de darle las gracias por «visitar la tierra» para regalarnos su música y sobre todo su existencia.