Este martes 22 de agosto, el ministro de Información de Brasil, Paulo Pimenta, recibió a John Shipton, padre de Julian Assange, para expresar su “solidaridad” y “compromiso con la libertad de prensa” en nombre del gobierno de Lula da Silva. Pimenta afirmó que el país brasileño defiende a quienes tienen el coraje de buscar un mundo mejor.
La figura de Assange, fundador y portavoz de WikiLeaks, redefinió la relación entre la información y el público en la era digital. A través de su plataforma, el periodista y activista digital australiano permitió a les informantes filtrar documentos secretos de manera anónima, cuestionando la opacidad gubernamental y corporativa.
Esta reunión se enmarca en un contexto en el que referentes sociales, sindicales y defensores de los derechos humanos alzaron sus voces en todo el mundo para evitar la extradición de Assange a Estados Unidos, donde podría enfrentar una condena de hasta 175 años de prisión.
El aporte de Assange a la acción periodística en la era digital
La saga de Assange comenzó con la fundación de WikiLeaks, que revolucionó la relación entre el periodismo y la información confidencial. Sus filtraciones, entre las que destacan los informes sobre la Guerra de Afganistán y la Guerra de Irak proporcionados por Chelsea Manning, sacaron a la luz abusos y crímenes de guerra perpetrados por las fuerzas estadounidenses.
Estas filtraciones trascendieron las narrativas oficiales y pusieron de manifiesto la necesidad de que el periodismo sirva como contrapeso al poder, cuestionando y dejándonos con un nuevo interrogante: ¿hasta qué punto debe llegar esta profesión para revelar la verdad?
Uno de los momentos más controvertidos en la vida de Assange ocurrió en 2010, cuando WikiLeaks publicó miles de cables diplomáticos del Departamento de Estado de los Estados Unidos. Este hecho desató una reacción internacional y lo convirtió en una figura central en el debate sobre la libertad de prensa, la transparencia gubernamental y la seguridad nacional.
El periodista se refugió en la Embajada de Ecuador en Londres en 2012 para evitar la extradición a Suecia. Pasó más de siete años allí, hasta que fue arrestado por la policía británica en abril de 2019, después de que el gobierno ecuatoriano revocara su asilo.
A partir de entonces, se enfrentó a una serie de batallas legales en el Reino Unido en relación con su posible extradición a los Estados Unidos, donde se le imputan cargos relacionados con la filtración de documentos clasificados.
En este contexto, el pasado 19 de agosto, líderes sociales, representantes sindicales y defensores de los derechos humanos se unieron en frente de la Embajada del Reino Unido en Argentina. Entre elles, Adolfo Pérez Esquivel, galardonado con el Premio Nobel de la Paz, denunció el intento de acallar las voces disidentes y enfatizó la trascendencia de la libertad de prensa.
Durante el evento, se realizó la entrega simbólica de una carta redactada por el periodista estadounidense y premio Pulitzer, así como del ministro presbiteriano Chris Hedges. Dicho documento fue dirigido a la embajadora del Reino Unido en Argentina, Kirsty Hayes.
Sin respuesta de parte de la embajada
A pesar del esfuerzo por hacer llegar este mensaje, la embajada permaneció cerrada y ninguna figura de su personal se aproximó para recibir el sobre. En los próximos días, se planea entregar una copia adicional directamente a las autoridades diplomáticas o a sus representantes designades.
Pérez Esquivel, durante el acto, declaró con firmeza que extraditar a Assange es “una condena a muerte” y se manifestó a favor de defender la vida de cada une de les periodistas que dedican la misma a la información.
“El Reino Unido tiene la posibilidad soberana de sentar un precedente internacional en la defensa de la Libertad de Prensa como un Derecho Humano fundamental”, finalizó Perez Esquivel, quien afirmaba sumar su voz a las miles en el mundo por la libertad del periodista.
El caso de Assange generó debates en torno a la libertad de prensa, el espionaje, la transparencia gubernamental y los límites de la acción periodística en la era digital. Su arresto y las condiciones de su detención fueron objeto de atención por parte de organizaciones de derechos humanos y expertes en la materia.
En el mes de junio, un tribunal londinense desestimó la apelación presentada por el periodista contra la orden de expulsión dictada por el Gobierno británico. Hasta ahora, Assange permanece bajo custodia en la prisión de máxima seguridad de Belmarsh, sin haber tenido la oportunidad de un juicio justo. En un espacio reducido de tan solo 3×2 metros cuadrados, su situación es especialmente limitada, ya que puede salir de su celda sólo durante un período de dos horas al día.