“Valeria y los pájaros”, la cautivadora obra del dramaturgo valenciano José Sanchís Sinisterra aterrizó en suelo nacional y podrá verse desde el 5 de agosto en el Teatro Border, ubicado en Godoy Cruz 1838, Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).
La pieza teatral, que se presenta cada sábado desde las 19:30hs, cuenta con la dirección de Alejandro Giles. A partir de su trama, y a través de un sólo personaje interpretado por la actriz Pepa Luna, el público se subirá a un viaje emocionante de espiritismo y lucha revolucionaria.
Sobre “Valeria y los pájaros”
La obra se encuentra en plena gira internacional y pasó por países vecinos como Uruguay. Ahora, durante este mes dará el presente en la cartelera porteña.
La trama revela a Valeria, una joven que estuvo recluida en su hogar durante años. La obsesión de dicho personaje es establecer una conexión con el espíritu de Telmo Castán, su amor platónico desde la adolescencia.
Castán había sido un hombre revolucionario, comprometido con la causa de la justicia y los derechos humanos, quien resultó desaparecido en circunstancias misteriosas. Valeria se esforzará así en descubrir la verdad detrás de los eventos que rodearon su misteriosa desaparición y para lograrlo asumirá el rol de médium, realizando sesiones de espiritismo para contactar con su amado.
En cada una de estas sesiones, y pista tras pista, Valeria irá reconstruyendo la conmovedora narrativa sobre el fallecimiento de Castán. Por ello, a medida que la trama avanza, lo que inicialmente comienza como una perspectiva humorística acerca de la existencia después de la vida, se convierte en una profunda meditación sobre las circunstancias que llevaron a la muerte del revolucionario.
A su vez, la composición teatral explora temáticas tan diversas como el amor y las dictaduras en América del Sur, al tiempo que aborda la sombría realidad de la represión y los actos de tortura perpetrados por un régimen militar en algún rincón del continente.
Un unipersonal con varias voces
La protagonista principal de esta obra es la hábil y talentosa actriz, Pepa Luna, quien encarna a Valeria y conduce a la audiencia a un viaje repleto de sentimientos y revelaciones.
Además, se suman varios personajes ausentes en escena, pero de vivaces voces en off. Aparecen así actores reconocides como: Carlos Romero Franco, Claribel Medina, Fernando Gonet, Marcos Montes, Miguel Jordan, Ana María Castel, Emma Rivera, Livian Fernan y Roberto Vallejos, quienes dan voz a distintos personajes notables en la trama.
Al permitir que la protagonista parezca relacionarse con los espíritus mediante dispositivos incorporados en su vestuario, la creativa producción se las ha ingeniado para poner en escena su singular complejidad técnica.
Se utilizan así botones inalámbricos dispuestos en el escenario y, con una precisión absoluta, se activan diversas pistas pregrabadas, las cuales, en conjunto con el sonido envolvente de la sala, crea una experiencia original que define el espectáculo.
El monólogo, que está bajo la buena dirección de Alejandro Giles, logra destacarse al entrelazar instantes llenos de humor con una cuidadosa exploración de la historia y la memoria colectiva. Además, la música, a manos de Braian Arévalo, añade un elemento único a la ambientación de la producción y potencia cada momento clave de la inquietante historia.
Un trasfondo latino histórico
La década de los ‘90 es recordada como un momento crítico en la historia de Colombia. Un periodo con una nueva Constitución, crisis en el suministro de energía, masacres, asaltos guerrilleros, entre otros acontecimientos, que dejaron una marca indeleble en un país dividido y afligido.
Y es por ello que el autor de esta obra, José Sanchís Sinisterra, quien en aquella época se encontraba en pleno viaje por Latinoamérica, armó una sensible dramaturgia en la que trata de reflejar la realidad colombiana de ese período vivido en carne propia.
Los pájaros mencionados en el título de la pieza representan los espíritus de quienes han partido, al tiempo que la protagonista dialoga con las voces que la rodean, cuyos diálogos encierran no sólo el amor, sino también las tragedias humanas desencadenadas por las dictaduras.
El unipersonal de Sinisterra fomenta así la reflexión y la solidaridad con aquellas personas que batallan por un mundo más equitativo y justo. A través de los ojos de la protagonista, el público se adentra en una realidad compleja y dolorosa, en la cual dichas aves se transforman en símbolos de libertad y esperanza en medio de la oscuridad.