La Selección de Colombia de fútbol femenino atraviesa el mejor momento de su historia, tras alcanzar los cuartos de final del Mundial, donde cayó ante Inglaterra. Con las eliminaciones de Argentina y Brasil en fase de grupos, se convirtió en el país sudamericano de mejor actuación en la actual edición.
Asimismo, las colombianas habían participado en dos ocasiones: Alemania 2011 y Canadá 2015. En su debut se marcharon en fase de grupos, y 4 años después llegaron a los octavos de final. De esta manera, Australia-Nueva Zelanda 2023 es la mejor performance de su historia en las citas mundialistas.
Pese al enorme esfuerzo de las futbolistas y el éxito cosechado, en tierras colombianas la situación es muy distinta. El torneo local finalizó en la previa de la Copa del Mundo, y más de 300 jugadoras no volverán a la actividad hasta el próximo año. ¿Cómo crecer y convertirse en una potencia si las protagonistas ni siquiera pueden jugar?
La otra cara de la moneda
Al observar la actuación de la selección “cafetera” en el Mundial, no quedan dudas de la proyección que tiene el fútbol femenino colombiano. Sin embargo, para progresar es necesaria la convicción desde la cúpula dirigencial y una fuerte inversión económica. En Colombia, ambos requisitos brillan por su ausencia.
Fue el propio Gustavo Petro, actual presidente de la República de Colombia, quien reconoció meses atrás la falta de apoyo hacia la disciplina femenina. Tras la clasificación de la Selección al Mundial Sub 17, el jefe de Estado se manifestó al respecto. “Pese a todas las dificultades y a la falta de respaldo, las futbolistas de nuestro país nos demuestran una vez más todo el potencial que tienen”, expresó a través de su cuenta de Twitter.
La carencia de apoyo se evidenció cuando, tras obtener la clasificación juvenil, Ramón Jesurum, presidente de la Federación Colombiana de Fútbol (FCF) opinó en diálogo con el diario El Universal de México: “Los premios solo se dan a los futbolistas profesionales, ellas son unas muchachas amateurs”.
Una vez que finalice el Mundial, más de 300 futbolistas se encontrarán desempleadas hasta el próximo año, cuando la FCF organice un nuevo torneo local. Suena increíble, pero es real. La negligencia dirigencial privará a las jugadoras colombianas de trabajar y crecer, ya que la federación sólo programó una competición de pocos meses previa a la cita mundialista.
Con competencia internacional
En Colombia no habrá torneo local, pero, al parecer, la Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL) premia a las federaciones que demuestran poco apoyo con la organización del evento más importante del continente: la Copa Libertadores. Entre el 5 y 21 de octubre se llevará a cabo en tierras colombianas.
Son tres las instituciones cafeteras que clasificaron: Independiente Santa Fe, América de Cali y Atlético Nacional. Además, Boca Juniors será el único representante argentino. Por esta razón, habrá unas pocas jugadoras colombianas que sí tendrán actividad, producto de la competencia internacional.
En este sentido, vale la pena mencionar la experiencia de una futbolista argentina en Colombia: Fabiana Vallejos, quien formó parte de Deportivo Cali. En diálogo con Localía Femenina, la mediocampista declaró: “Tuve muchos altibajos en Cali. No estaba bien económicamente con el club. Prácticamente jugábamos sin cobrar”.
Son varias las argentinas que pasaron por el fútbol “cafetero” y, más pronto que tarde, pegaron la vuelta. Paloma Fagiano, hoy en River Plate, integró el plantel de Millonarios, y Carolina Troncoso compartió vestuario con Vallejos en Cali. Sin embargo, el destrato hacia las jugadoras, con pésimas condiciones laborales, se vuelve insostenible.